- Participaron las y los escritores Sara Poot Herrera, Carmen Boullosa, Luz Elena Gutiérrez, Hernán Lara Zavala y Eduardo Antonio Parra, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), llevaron a cabo el conversatorio Ruralidades en Bellas Artes. Rulfo, Garro y Arreola en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
El evento fue presentado por la coordinadora nacional de Literatura, Karen Villeda; con la participación de Sara Poot Herrera, directora de UC-Mexicanistas; Hernán Lara Zavala, escritor, ensayista y promotor cultural; Luz Elena Gutiérrez, académica e investigadora; la poeta y narradora Carmen Boullosa y Eduardo Antonio Parra, escritor y ensayista.
Hernán Lara Zavala refirió sentirse honrado de participar en el conversatorio con la finalidad de discutir, fragmentar y reposicionar tres clásicos de nuestra literatura mexicana: El llano en llamas, de Juan Rulfo; Los recuerdos del porvenir, de Elena Garro, y La feria, de Juan José Arreola.
“De veras que se da una conjunción rarísima porque los tres estaban cercanos, trabajaron juntos, hicieron un buen grupo y me atrevo a decir que Arreola era el maestro de todos ellos. Por supuesto, me declaro total y absoluto admirador, como Sara, de Juan José Arreola, también por supuesto de Juan Rulfo y qué decir de Elena Garro, son tres mundos parecidos en la parte precisamente de la ruralidad, pero hay un parecido para mí sorprendente”, declaró el también traductor y editor.
En su participación, la académica e investigadora Luz Elena Gutiérrez realizó una remembranza sobre la infancia de Elena Garro en Iguala, Guerrero, donde los recuerdos de esta autora son la materia prima que servirá para construir un mundo narrativo que le permita avizorar indudablemente el porvenir. También comentó que, en cierta forma, cuando nos planteamos este tema de las ruralidades, es difícil afirmar que Garro sea una autora apegada al campo mexicano, a las costumbres del terruño y a las vicisitudes de los grupos campesinos en el país.
“Entre tanta luminaria me siento luminosa y entre tantos corazones me siento acorazada. Decidí dedicarme solo a Elena Garro, claro que los tres escritores son pilares, como yo pienso de la literatura mexicana y me encanta que haya comenzado Hernán porque nos dio una visión de tres maneras, tres acercamientos a esta literatura que es base, que es comienzo de una novelística que después irá transformándose a lo largo de los años…
Elena Garró Navarro fue reconocida y premiada cuando publicó su novela Los recuerdos del porvenir en 1963, una obra que había empezado a escribir mucho antes, desde los años cincuenta, y que incluso corre el mito de que intentó quemarla, que la puso en la estufa, la salvaron y se guardó durante unos buenos años en el famoso baúl, es otro de los mitos de Elena Garro y que después, ya en un momento propicio para la publicación, se supone que fue Octavio Paz quien insistió en que se publicara esa novela”.
En su turno, el escritor y ensayista Eduardo Antonio Parra realizó una comparación entre su ciudad natal y las ciudades pequeñas en las que se inspiraron los tres autores (Rulfo, Garro y Arreola) y recalcó que esta triada pertenece a una especie de etapa de transición de la literatura mexicana.
“Creo que deberían considerarse como el parteaguas, vamos a decir de la literatura moderna mexicana o contemporánea mexicana, porque principalmente están cerrando ciclos y es algo curioso, creo que los tres están cancelando ya el tema de la ruralidad precisamente; fuera de éste, son muy pocos los escritores que han abordado escenarios rurales o que hemos abordado, yo los he abordado también, escenarios rurales, y casi todo se trasladó a la literatura de la ciudad”, expuso.
La poeta, ensayista, narradora y dramaturga Carmen Boullosa expresó que se propuso la tarea de releer las tres obras mencionadas.
“No con el deseo de imitar el estilo de esta década, sino con el afán de encontrarles un ser común, ser no es la palabra precisa, quería ver la anatomía de la atmósfera que les da vida y cuerpo, que contiene la Revolución, la Guerra Cristera, la violencia y el mundo de su época. Tenía en mente volver a estos tres libros, preparándolos, compartiendo, ser atmósfera, paisaje, ruralidad, cuerpo, como un cancerbero, un ser mítico con tres cabezas fieras con sus tres bocas”, manifestó.
Para concluir, la escritora, académica e investigadora Sara Poot realizó un análisis sobre los temas tan complejos que engloban estas novelas. Sus tópicos a pesar del paso del tiempo no han perdido vigencia, comentó que los problemas en los que se basaron siguen siendo los mismos: la migración de los pueblos de Jalisco, el crecimiento de las ciudades y la denuncia permanente.
“El cuento de Rulfo es la versión irónica de los efectos de un temblor, del discurso vacío del gobernador que visita el lugar de los hechos donde se le recibe con una comida como político que es, y él responde con un discurso vacuo, la ironía del narrador, marca rulfiana de su narrativa. Tanto en la ficción de Rulfo, como en la novela de Arreola, la violencia se apersona, en la de Arreola al final de la fiesta, cuando lo festivo lo desplaza la destrucción, mientras que en la de Rulfo es violencia estructural como sus dos libros”, concluyó.