- Rinden homenaje en la Sala Manuel M. Ponce a Marco Antonio Campos en el marco de su 70 aniversario
“Para mí, lo caminado, lo leído y las muchas amistades que tuve me han hecho la vida”, expresó el poeta y ensayista Marco Antonio Campos, a quien se homenajeo este domingo en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes por sus 70 años, con una mesa en la que participaron Evodio Escalante, Víctor Manuel Mendiola, Eduardo Vázquez y Mariana Bernández.
Acompañado de colegas, amigos, familiares y lectores, el catedrático mexicano rememoró sus años, pero también su trabajo literario, el cual transcurrió junto a diversas generaciones de escritores: “No puedo hablar de lo que he escrito porque, como decía Borges, la opinión más prescindible es la del autor. No sé si hice una buena o regular obra como creador, pero en cada línea que trabajé —fue una enseñanza que desde muy joven me dio José Emilio Pacheco— traté de limar lo más posible y que se enlazara lo mejor posible el conjunto.
“En un poema o en una narración, la primera línea y la última son básicas. Valery decía que el primer verso te lo daban los dioses y después te las arreglas como puedes. Trabajé la poesía, el ensayo, el cuento, la novela y la crónica, pero creo que fui, ante todo, poeta y ensayista.
“La poesía y la ética no cambian la vida, pero me dieron las perspectivas para ver el mundo y vivir el mundo. Traté, hasta donde pude, de ser más un hombre de principios que un hombre pragmático. Hubiese querido hacer mejor las cosas, vivir mejor la vida, pero me interesó, más que la felicidad, el hacer. Cuando pude y en los puestos que pude, traté, dentro de mis modestas limitaciones, de dar la mano a los jóvenes y a los escritores de los estados de la República. Tuve durante mucho tiempo una sobre energía, eso me ayudó para el trabajo”.
Durante su intervención, Campos expresó su sentir sobre el país y sobre la edad: Casi siempre me sentí un forastero en la tierra. Sin embargo, en los últimos años he sentido también como una casa la América Latina y eso es gracias, desde luego, a los amigos que uno va haciendo en nuestra aventura por la tierra.
Recordó que en una plática con Evodio Escalante en la Casa de las Humanidades se preguntaban que si no les empezaba a pesar la edad. “A la verdad contestamos que el paso de los años estaba en nuestro cuerpo, pero que nos sentíamos de treinta y tantos, hasta que uno se da cuenta de que las ocho horas que solíamos caminar se convierten en una.
“Los elegidos, también creí de joven, no vivían más de 30 o 40 años. Les pido una disculpa por haberme pasado tanto. Los elegidos de los dioses, como se decía desde los griegos, mueren jóvenes. A los que estamos en la mesa, que nos borren de la lista”.
En su intervención, Laura Ramírez Rasgado, subdirectora general del INBAL, dijo que Marco Antonio Campos es un referente de la cultura mexicana y universal. Estamos para celebrarlo, para agradecerle sus ensayos, su poesía y su gran labor como traductor. Incluso como gestor, a él le debemos habernos acercado, durante mucho tiempo, a los poetas del mundo latino.
“Marco Antonio Campos es un gran humanista, un hombre de palabra pausada y pensamiento profundo, quien ha formado a nuevas generaciones en Austria, México, Jerusalén, tierra a la que le ha dedicado su poesía y su poética en torno a lo que significaría la paz”, indicó.
El ensayista y poeta, Evodio Escalante expresó en su momento que cuando conoció al homenajeado no le parecía un auténtico poeta: Debo decir que Marco Antonio Campos está en el inicio de mis pasos en la literatura y debo confesar que no había del todo empatía con él, puesto que yo, venido de la periferia y la sociología, hablar con Marco Antonio Campos, que presumía, y ya lo era desde entonces, un gran lector y que me podía citar a Rimbaud y alguna frase en italiano, me parecía demasiado erudito, demasiado culto para ser auténticamente un poeta. Pero me equivoqué y me da gusto.
En el texto que Escalante dedicó a Campos, en el que reflexiona sobre la poética del homenajeado, señaló que su escritura “se somete a un límite, no sin oponer resistencias”, donde, aun sabiendo que “ni el arte ni la poesía en particular pueden cambiar el mundo”, el autor ya se había previsto de este hecho desde su primer libro Muertos y disfraces, publicado por el INBAL en 1974. “Puesto que el poeta sabe que la poesía no cambiará nada, él continuará escribiéndola de manera insensata como no dándose por enterado”.
Por su parte, Víctor Manuel Mendiola destacó el trabajo de “promotor de la literatura” de Campos, el cual comprende diferentes aristas, como escritor de ensayos, organizador de festivales, catedrático y traductor de autores franceses, italianos, portugueses, alemanes y de ingleses.
Señaló que para comprender la literatura de Campos es necesario mirar su trabajo de promotor, pues refleja no sólo sus búsquedas literarias, sino los valores éticos y estéticos con que ha desarrollado se quehacer. “No me cabe la menor duda de que la actividad intelectual y literaria de Marco Antonio Campos, su trabajo como poeta, crítico y editor, es entre nosotros la continuación de las grandes tradiciones de la literatura mexicana y sobre todo la defensa de que toda exploración creativa estética es, en el plano más severo y formal del lenguaje, una búsqueda del todo complejo humano.