- El jurado destacó que se trata de una historia original que muestra el mundo de la programación informática, reflexiona sobre la realidad virtual y su relación con las emociones
- La ceremonia de premiación se realizó en el Teatro José Rubén Romero en Morelia, Michoacán
Por su obra El consuelo de los desterrados, el escritor y guionista Carlos Augusto González Muñiz (Ciudad de México, 1980) recibió el Premio Bellas Artes de Novela José Rubén Romero, 2019, en ceremonia realizada en el Teatro José Rubén Romero en Morelia, Michoacán, el martes 19 de noviembre.
El Premio Bellas Artes de Novela José Rubén Romero Flores, 2019 es otorgado por la Secretaría de Cultura, a través del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), y el Gobierno del Estado de Michoacán, por medio de la Secretaría de Cultura de la entidad, el cual, a partir de la edición 2018, acepta, además de obras en español, trabajos escritos en cualquier lengua incluida en el Catálogo de Lenguas Indígenas Nacionales (CLIN).
Respecto de la importancia del galardón, Carlos Augusto González Muñiz comentó en entrevista que “la escritura siempre tiene un punto ciego: es difícil saber si vas por el camino correcto o, al menos, por el que uno imagina correcto. Es posible creer que se han conseguido ciertas habilidades y se ha alcanzado cierta maestría en el oficio o, por el contrario, tener pensamientos trágicos y estar seguro de que nos falta mucho o que, incluso, nunca consigamos escribir ese libro imaginado.
“Se escribe lo que es posible en cierto momento de la vida. Si eso es suficiente o no, es un enigma. Por eso ganar un premio, ser leído por personas a las que uno admira, resulta un gran descanso de esa duda permanente. Es una claridad que se agradece mucho, que el prestigio de un premio como éste haya decidido apostar por ti, porque al menos por un momento el flujo de la vida te da un respiro y te permite pensar: ‘quizá no estoy tan equivocado, quizá sí soy capaz de escribir algunas buenas páginas’”.
Consideró que los premios Bellas Artes son importantes porque son el signo del estado actual de una generación de escritores y artistas quienes, si la fortuna y el trabajo les es favorable, representan a la literatura nacional. Si bien, no todos los escritores que ganan premios trascienden, no es un proceso automático, es síntoma de buena salud de la cultura de un país que las instancias culturales reconozcan la importancia de un libro y le otorguen un galardón.
Al hablar del entramado creativo detrás de El consuelo de los desterrados, comentó que el proceso fue largo porque aunque la idea de base era simple, no había una sola manera de contar esta historia. La idea era narrar la vida de un personaje con una doble condición de marginalidad: ser mexicana y mujer en un ámbito de hombres anglosajones o japoneses, pues así es el mundo de la creación de videojuegos.
Durante el acto solemne, Claudio Méndez Fernández, secretario de Cultura de Michoacán, consideró que “la novela, cualesquiera que sean los giros que le imponga el tiempo, siempre estará indisolublemente vinculada a la picaresca: el héroe interroga al mundo a partir de las urgencias de su estómago o, en el caso de José Rubén Romero, de su sed. La picaresca es la realidad vista desde las urgencias de las entrañas”.
Agregó que mientras la novela exista como género, siempre habrá este elemento en el que los apremios de la carne sacan de la chistera toda clase de astucias. “¿Qué le vamos a hacer? El hambre derrumba a la más sólida de las morales. De Lazarillo de Tormes o Sancho Panza a Pito Pérez, la novela le ha dado al ingenio a aquellos que padecen los tormentos del hambre. Primero está comer que ser cristiano. La risa, con la que salimos recompensados los lectores, acaba por darle ligereza a todas las miserias del mundo”.
Dijo que el ganador de este año, Carlos Augusto González Muñiz, nos abre a un mundo que ya no tiene el color local de aquella gloriosa literatura: explora en el mundo que se ha abierto a partir de la revolución tecnológica en la era digital. Su novela El consuelo de los desterrados no puede explicarse al margen de la trepidante tecnología que vemos nacer todos los días y sus implicaciones en los estilos de vida que impone. Sin embargo, nos ha dejado varias lecciones de las que debemos asimilar: hemos aprendido que hay que rectificar cuando se tiene que rectificar, que debemos ser particularmente escrupulosos en el manejo de este tipo de crisis, pues la cultura tiene que dar el ejemplo del país que queremos.
Por su parte, Leticia Luna, coordinadora nacional de Literatura del INBAL, aseguró que El consuelo de los desterrados es un viaje a través de las conexiones emocionales entre los personajes del entramado en el que se encuentran inmersos.
Los integrantes del jurado, conformado por Socorro Venegas, Carlos Higuera Ramos y Mario González Suárez, decidieron por unanimidad otorgar este galardón “debido a que se trata de una historia original que muestra el mundo de la programación informática, reflexiona sobre la realidad virtual y su relación con las emociones. Su estructura temporal se sostiene en la pluralidad y superposición de tiempos y muestra un lenguaje preciso y evocador. Posee una atmósfera melancólica y polvosa en un mundo hipertecnologizado”, se asentó en el acta de deliberación.
Carlos Augusto González Muñiz es escritor, editor, guionista, maestro en teoría literaria y fundador de la editorial mexicana La Cifra. Ha publicado novelas, guiones de cómic y un álbum infantil. Su obra más reciente, Las almas de la mayoría (2017), combina novela y cómic en el mismo volumen. Ganó el Primer Premio Internacional Ink de Novela Digital, en 2014, con El asombro, y fue finalista en el Premio Universidad Politécnica de Catalunya de Ciencia Ficción 2018 con El estrecho borde de los campos de sal (texto inédito).
Su álbum infantil El pajarodromo ha sido traducido y publicado en China, a través de la agencia Rightol Media. Su libro Todo era oscuro bajo el cielo iluminado fue enlistado por el crítico Sergio González Rodríguez (1950-2017) como una de las mejores novelas mexicanas de 2012. En 2009 publicó La jaula de Mallik en la editorial Tierra Adentro.
Diversos escritores han sido reconocidos con este premio, entre los que se encuentran María Luisa Mendoza por De amor y lujo (2001); Gerardo de la Torre por Los muchachos locos de aquel verano (1992); Issa López por Lengua muerta (2007); Mauricio Molina por Zona vedada (1991); Humberto Guzmán por Viaje a la noche (2000) y Alma Mancilla por De las sombras (2018), por mencionar algunos.
José Rubén Romero: pilar de la cultura contemporánea mexicana
José Rubén Romero nació en Cotija de la Paz, Michoacán, el 25 de septiembre de 1890, y falleció en la Ciudad de México el 4 de julio de 1952. Escritor, novelista, periodista, político y diplomático, realizó sus estudios en la capital del país. En 1905 regresó a Michoacán y publicó un periódico llamado El Iris, donde aparecieron sus primeros versos; más adelante colaboró en El Buen Combate, La Actualidad, El Telescopio y Flor de Loto.
En 1937 recibió un homenaje por parte de la LEAR (Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios). En 1941 ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua. En 1943 fue designado rector interino de la Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo. En 1951 convocó al Primer Congreso de Academias de la Lengua Española.
Es autor de Apuntes de un lugareño (1932), El pueblo inocente (1934); Desbandada (1934); Mi caballo, mi perro y mi rifle (1936); La vida inútil de Pito Pérez (1938); Anticipación a la muerte (1939); Una vez fui rico (1942); Algunas cosillas de Pito Pérez que se quedaron en el tintero (1945) y Rosenda (1946). Desde 1978 el Premio Bellas Artes de Novela José Rubén Romero lleva su nombre.