- Refirió la Directora General del INBAL, Dra. Lucina Jiménez, en el homenaje que se le rindió con motivo de sus 70 años de vida
- En la Sala Manuel M. Ponce se reunieron, amigos, familiares y lectores del poeta
Acompañado por amigos, familiares, lectores y alumnos de diversas generaciones, con quienes ha compartido su conocimiento y gusto enorme por la literatura, David Huerta fue homenajeado por la Secretaría de Cultura, a través del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), con motivo de sus 70 años de vida.
“Celebramos a un escritor, traductor, periodista, maestro y, me atrevería a decir, a una de las conciencias más lúcidas del pensamiento cultural de nuestros días. Eso es lo que representa para nosotros David Huerta”, expresó la Directora General del INBAL, Dra. Lucina Jiménez, en la ceremonia realizada en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
La titular del INBAL aseveró que “si hay alguien a quien le debemos el haber atesorado las palabras para luego devolverlas y hacernos más sensibles ante una realidad como la que vivimos en este tiempo contemporáneo es precisamente a David Huerta, a quien respeto, quiero y le debo diálogos en muchas etapas de mi vida y una amistad que nos une con el maestro Francisco Toledo.
“David ha caminado muchas veredas por diversas disciplinas artísticas en numerosos tiempos. David Huerta es amante de la palabra y de esta ciudad que le vio nacer. Pocas personas como él le han dedicado a esta urbe esas palabras, esa imaginación de sus momentos dramáticos y nos ha devuelto esa ciudad dolida, hambrienta, tal vez más vital y sensible.
“Pocas personas como David se nutrieron a su vez del tiempo clásico como él, y, además, hoy los hace vigentes a través de una poética que nos regresa la posibilidad de entender a la poesía como el gran lenguaje universal que nos hace más humanos, inteligentes, sensibles y capaces de aceptarnos los unos a los otros”, dijo.
En la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, recinto que celebra su 85 aniversario, la Dra. Lucina Jiménez afirmó: “su voz poética es patrimonio cultural de miles de lectores, quienes lo seguimos y lo leemos, porque David Huerta siempre nos habla no sólo del amor y de la vida cultural de México, sino además de los dilemas que hoy enfrentamos de manera profunda.
“Maestro de varias generaciones, le debemos también la formación de lectores a través de su labor de trabajo editorial, así como acercarnos a muchas lecturas que probablemente no habríamos pensado sin su trabajo de historia de David Huerta”, agregó.
Asimismo, destacó que a lo largo de su trayectoria, el también crítico ha recibido diversos reconocimientos, entre ellos el próximo Premio de Literatura en Lenguas Romances 2019: “Son el reconocimiento de una trayectoria de más de cinco décadas en las cuales los lectores hemos sido los más beneficiados, porque nos ha regalado su voz y su manera de vivir la poesía. Nos ha abierto un camino para poder hacer los nuestros”.
En su momento, el autor de Incurable comentó que, previo al festejo, visitó dos libros venerables: “La divina comedia, de la cual no pasé del primer verso, y la Biblia, donde me detuve en los Salmos. ¿Por qué estos dos textos venerables? Porque el primer verso de la Divina comedia, como todos ustedes saben, dice: En la mitad del camino de la vida. La palabra mitad indica algo muy preciso, que son los 35 años.
“Dante nos cuenta lo que le ocurrió a los 35 años de edad. Y en la Biblia, en el Salmo 90, está la afirmación que nuestra vida es de 70. El salmista le pone un límite a nuestra vida, pero inmediatamente después dice: Los más robustos alcanzan los 80. Confiaré en esta idea de los 80 años.
“Con este concepto de los 35 años en la Divina comedia y de los 70 de los Salmos, quiero dejar constancia de algo que me preguntan y que respondo de la siguiente manera: ‘Este homenaje es el reconocimiento a una forma de la perseverancia. Tantos años de estar escribiendo, y hasta publicando, lo cual resulta un poco excesivo, pero es un reconocimiento a la constancia’”, señaló con humor el autor de El correo de los narvales.
“Puesto que Lucina Jiménez mencionó a Francisco Toledo, y cuando lo mencionó se me quebró la voz, porque lo queremos mucho y lo admiramos”, dijo, y celebró la vida y obra del pintor oaxaqueño con un poema del chileno Raúl Zurita en el cual se hace mención de la fauna fantástica del grabador.
Durante su participación, el escritor Jorge Comensal hizo un recorrido por los distintos perfiles que Huerta comparte con quienes deciden acercarse a él: el del poeta, el del maestro y el del amigo, así como su doble figura en la poesía: como el gran lector que es, desde los clásicos hasta lo contemporáneo, y el autor que se regodea en las formas métricas, pero quien también las rompe.
Además, recordó las clases que tomó con él en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México: “David comenzó a impartir una clase de poesía. Impartir es un verbo demasiado rígido y autoritario para describir en realidad lo que David hace en sus clases, en las que actúa como un director de orquesta que enseña a interpretar partituras textuales y que contagia su gusto por la poesía en lengua española.
“A Góngora, sor Juana, Garcilaso de la Vega y fray Luis de León, David me enseñó realmente a gozarlos, como maestro cercano, generoso y puntual. Su apostolado poético se prolonga en sus ensayos y en sus colaboraciones para la Revista de la Universidad de México”.
Sobre el amigo, señaló que “en el ámbito del poeta, su amistad con artistas como Gunther Gerzso, Miguel Castro Leñero o el mismo Toledo, permite entender el diálogo tejido entre la poesía y la pintura”, y agradeció su amistad con el poeta.
Finalmente, el escritor Jacobo Sefamí hizo una cronología de la obra poética de Huerta, para sostener que es un “escritor versátil e insaciable, casi al modo de los heterónimos de Pessoa o como el multifacético Pablo Neruda. Ha incursionado en muy diversos registros poéticos, como la transparencia de la mirada en ese primer libro que se deja impresionar por las obras de Jorge Guillén, Jorge Luis Borges, Octavio Paz o el primer José Emilio Pacheco.
“David hace pensar lo impensable, así como el objetivo de la música sería hacer oír lo inaudito o el de la pintura hacer ver lo invisible. En su vocación que apuesta por la articulación del lenguaje en tanto materia auditiva y visual, sus innumerables hallazgos, sus múltiples registros que se reinventan en cada libro que escribe, su búsqueda incansable y su percepción penetrante y aguda nos revela las nebulosidades del mundo, aunque muchas veces sus verdades sean dolorosas.
“En esa perspicacia, en esa multiplicidad de voces y repertorios, David Huerta es sin duda uno de los escritores más elocuentes, agudos y versátiles con los que cuenta la literatura de hoy”, concluyó Sefamí.