- Se presentará el miércoles 14 de diciembre a las 19:00 en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia
- Es una historia de amor adolescente con todo lo que implica la finalización de un ciclo que está condenado desde el principio, señaló la autora
La casa amarilla es la primera novela de la joven escritora duranguense Grecia Monroc, la cual ofrece una espectral narración y el bosquejo de un complejo vínculo emocional. A un mismo tiempo se trata de una obra de educación sentimental y una vivaz indagación sobre las capacidades de la fantasía. El libro será presentado el miércoles 14 de diciembre a las 19:00 en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia. La autora estará acompañada por el escritor Rodolfo Naró.
La novela de la también actriz surgió como un intento desesperado de expiar todo lo que cargaba de una etapa específica de su vida y entorno, en los que lidió con un problema de salud y dos partidas muy dolorosas y difíciles.
“La casa amarilla está escrita como una carta a la nostalgia. Quizá le estoy pidiendo perdón a alguien o a mí misma. Al escribirla lloré todo el tiempo. Fue como traducir a un lenguaje en clave mi diario de la adolescencia”, comentó en entrevista Grecia Monroc.
Esta novela narra la historia de Anya y Renán, un fantasma y un chico melancólico, respectivamente, quienes luchan por mantener su amor, y evoca al primer amor con el que reímos y a la vez lloramos, así como el recuerdo de esos sentimientos que esperamos volver a vivir con la misma intensidad, aquellos que para la autora son los que nos mantienen en la lucha diaria.
“Es una historia de amor adolescente, sí, pero con todo lo que implica la finalización de un ciclo que está condenado desde el principio, como el amor, la juventud y la vida”.
En La casa amarilla, los lectores podrán encontrarse con la magia y los fantasmas de sus propias historias y regresar a la época en la que, tal vez, fueron excluidos, se enamoraron, se equivocaron y salieron adelante a pesar de los errores.
Al leer a Shakespeare a la temprana edad de diez años, fue como Monroc se enamoró por primera vez: por esa forma tan extraordinaria de plasmar emociones. Desde entonces se ha mantenido “cuerda”, indicó, al reinterpretar su mundo a través de la poesía y la obra de Carlos Fuentes, Isabel Allende y la Generación Beat.