- Participaron José Luis Martínez S. y David Olguín en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes
Como un autor esencial de nuestro tiempo y uno de los más grandes dramaturgos mexicanos del siglo XX fue calificado Vicente Leñero durante el homenaje que el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) le rindió la noche del martes 1 de diciembre por su primer aniversario luctuoso.
En la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, el periodista cultural José Luis Martínez S. dijo que el autor de Los albañiles “conquistó por derecho propio” un lugar en la literatura, el teatro y el cine mexicanos. “No se necesita andar en grupo o en pandilla para sobresalir, como ocurrió en el caso de Leñero”.
- Participaron José Luis Martínez S. y David Olguín en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes
Como un autor esencial de nuestro tiempo y uno de los más grandes dramaturgos mexicanos del siglo XX fue calificado Vicente Leñero durante el homenaje que el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) le rindió la noche del martes 1 de diciembre por su primer aniversario luctuoso.
En la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, el periodista cultural José Luis Martínez S. dijo que el autor de Los albañiles “conquistó por derecho propio” un lugar en la literatura, el teatro y el cine mexicanos. “No se necesita andar en grupo o en pandilla para sobresalir, como ocurrió en el caso de Leñero”.
Señaló que Vicente Leñero (1933-2014) abarcó todos los géneros literarios, con excepción de la poesía, donde “ahí sí no pudo”, y que al autor de El garabato –quien estudió simultáneamente ingeniería y periodismo– “no le interesaba ser reportero, sino aprender a escribir… quería escribir y eso fue lo que hizo, al grado de que en su juventud incursionó en la poesía con poca fortuna, un tema del que casi nunca habló”.
Leñero, agregó, escribió radionovelas, columnas y editoriales, hasta que en un momento se cansó del periodismo y decidió escribir una novela sobre el ambiente de este oficio: Los periodistas.
“La de Vicente Leñero es una manera de contar la vida llena de imaginación y humor de un hombre que fue lo que quiso ser: un escritor de tiempo completo, un escritor completo”, concluyó Martínez.
Durante su intervención, el dramaturgo y director teatral David Olguín refirió que el autor de El garabato fue un gran apasionado de la literatura, por lo que se convirtió en un gran novelista y en “uno de nuestros más grandes dramaturgos del siglo XX”.
Añadió que fue un hombre de teatro pleno y de ideas radicales con respecto a lo que debía ser la vida teatral mexicana.
A Leñero, sostuvo, se le puede dividir en dos etapas: cuando creó el teatro emergente, hecho para la actualidad en diálogo con las ideas políticas y sociales del momento, “aunque no es su mejor exploración al teatro”, y 1979, cuando se consagró con la obra La mudanza.
“Emparentado con Thornton Wilder, a Leñero no le interesó el detalle minucioso ni costumbrista del habla. El suyo es un análisis de la realidad, un retrato mimético de clases sociales y sectores en la idiosincrasia mexicana”.
Para Olguín, las mejores obras de Leñero son La noche de Hernán Cortés, Martirio de Morelos y Nadie sabe nada. “Leñero glorifica el instante y la fugacidad de la vida, por eso decidió escribir teatro y por eso está totalmente vivo”.
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