*** Martes 16 de noviembre, a las 19:00 horas, en el Auditorio Adolfo Best Maugard del MUNAL
Los escritores Ignacio Solares y Silvia Molina participarán en el ciclo Madero a 100 años, organizado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Instituto Nacional de Bellas Artes y la Coordinación Ejecutiva Nacional de las Conmemoraciones 2010, el martes 16 de noviembre, a las 19:00 horas, en Auditorio Adolfo Best Maugard del Museo Nacional de Artes (MUNAL).
*** Martes 16 de noviembre, a las 19:00 horas, en el Auditorio Adolfo Best Maugard del MUNAL
Los escritores Ignacio Solares y Silvia Molina participarán en el ciclo Madero a 100 años, organizado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Instituto Nacional de Bellas Artes y la Coordinación Ejecutiva Nacional de las Conmemoraciones 2010, el martes 16 de noviembre, a las 19:00 horas, en Auditorio Adolfo Best Maugard del Museo Nacional de Artes (MUNAL).
La conversación versará sobre las acciones que Francisco I. Madero comenzó a tomar una vez que se convirtió al espiritismo, creencia en la que se descubrió médium escribiente; a través de la cual aprendió a redactar los mensajes que recibía, mismos que sellaron su vida y su muerte.
Solares explica: “a Madero no lo podemos comprender ni política ni humanamente sin su fe y su entrega a esos dictados espíritas, de escritura automática, casi en el sentido que daban los surrealistas a la escritura automática como manifestación del inconsciente”.
La vida de Francisco I. Madero se enriqueció con la educación, misma que recibió de jesuitas en México y, más tarde, en un liceo en Francia y luego en Estados Unidos, para finalmente regresar a los 27 años de edad a México, en donde prosperó rápidamente como exitoso empresario.
“Todo ese mundo se resquebrajó de pronto cuando Madero se descubrió médium escribiente. En 1891 y 1892, sus dos últimos años de estancia en París, había asistido a sesiones espiritistas y leyó con avidez las obras de Allan Kardec y revistas especializadas; concurrió a varias sesiones espiritistas cuando estaban de moda las mesas parlantes, descubrió que él tenía facultades para ser médium y desde entonces aceptó el espiritismo como su creencia fundamental, según lo narró él mismo en sus memorias”, indica Solares.
Fue así que Madero descubrió que no podría llevar una vida simple. Al contrario, pronto supo que sobre él pesaba una gran responsabilidad porque tenía que cumplir una gran misión en la tierra, una tan grande, que finalmente le costaría la vida.
Madero a través de estos dictados supo como encaminar la causa del sufragio efectivo, no reelección. Hizo una gira para despertar a las masas y dio un cambio en la historia de la nación al ser electo. Pero su historia personal, no quiso cambiarla, ni siquiera estando en el poder, cuando su hermano Gustavo le advirtió que el general Victoriano Huerta preparaba un golpe de estado y le pidió que lo reemplazara por el general Felipe Ángeles.
A pesar que Francisco I. Madero tuvo en sus manos las pruebas que acusaban a Huerta, creyó más en las palabras del traidor, que en las de su hermano. Al final, fue asesinado por Huerta.
El escritor Ignacio Solares, ha sido coordinador de actividades culturales de literatura en la Universidad Nacional Autónoma de México y director de la revista de a UNAM, así como también ha sido becario de la Fundación Guggenheim.
Entre sus obras se encuentran El hombre habitado (1975), Puerta del cielo (1976), Anónimo (1979), Delirium tremens (1979), El árbol del deseo (1980), La fórmula de la inmortalidad (1983), El problema es otro (1984), Serafín (1985), Casas de encantamiento (1987), Madero el otro (1989), La noche de Ángeles (2004), El jefe máximo (1991), El gran elector (1993), Nen la inútil (1994), Muérete y sabrás (1995), Columbus (2002), y La Invasión (2004) entre muchas otras.
Silvia Molina, es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte de Conaculta, estudió lengua y literaturas hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Actualmente es la directora de la Coordinación de Publicaciones del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
Entre las distinciones con las que cuenta, se hallan el Premio Nacional de Literatura Juan de la Cabada 1992, por Mi familia y la Bella Durmiente cien años después; el Premio Sor Juana Inés de la Cruz 1998, en el marco de Feria Internacional del Libro de Guadalajara, por El amor que me juraste y el Premio Leer es Vivir 1999, de Editorial Everest en España, por Quiero ser la que seré, entre otros.
Entre sus textos destacan los libros de cuentos Dicen que me case yo (1989) y Un hombre cerca (1992), las novelas: Ascensión Tun (1981), La familia vino del norte (1988) e Imagen de Héctor (1990); entre otros libros de ensayo y literatura infantil.