“La aportación de la Revolución Mexicana a la literatura fue tan grande que todo el siglo XX está signado por la presencia de este conflicto armado”, dijo Hernán Lara Zavala, quien participará en el ciclo Lecturas Guiadas sobre la Independencia y la Revolución Mexicanas, el martes 18 de enero a las 19:00 horas en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, que se ubica en la calle Nuevo León No. 91 en la colonia Hipódromo Condesa.
“La aportación de la Revolución Mexicana a la literatura fue tan grande que todo el siglo XX está signado por la presencia de este conflicto armado”, dijo Hernán Lara Zavala, quien participará en el ciclo Lecturas Guiadas sobre la Independencia y la Revolución Mexicanas, el martes 18 de enero a las 19:00 horas en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, que se ubica en la calle Nuevo León No. 91 en la colonia Hipódromo Condesa.
En opinión del catedrático: “Esta influencia se observa desde la novela de la Revolución que permitió que México encontrara una voz diferente en términos literarios, lejos de lo que estaba ocurriendo en todo el continente. La aportación fue definitiva, el movimiento le dio una fisionomía propia tanto a la literatura como a la escuela mexicana de pintura y la música”.
Lara Zavala refiere como piedras de toque dentro de la novela de la Revolución, afirma que “son muchos pero fundamentalmente con Mariano Azuela y Martín Luis Guzmán; tenemos obras como Pedro Páramo, de Juan Rulfo y La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes, que son extensiones importantísimas.
“También está Agustín Yáñez con Al filo del agua, Los recuerdos del porvenir de Elena Garro y La feria de Juan José Arreola. Todas, de algún modo, derivan directamente de las aportaciones de lo que fue la clásica novela de la Revolución. No son clásicas en el sentido vanguardista, sino en la función temática que abarca el proceso de la post Revolución”.
Entre los principales rasgos de la novela de la Revolución, Lara Zavala reconoce “que desde el principio hay una suerte de desilusión y desengaño frente a los postulados de la Revolución. Todos, empezando por Azuela hasta Fuentes, hay una profunda desilusión. En casi todos los casos se observa una posición muy crítica de los escritores, ante la falta de resultados sociales y de los beneficios esperados.
“Los chinos y los rusos beatifican su revolución, mientras que aquí esa novela de la Revolución cuestionaba los logros y la forma en que se fue prostituyendo la lucha. En Pedro Páramo, se muestra como el cacique se va apoderando de tierra, de las personas y de las circunstancias”, explicó Lara Zavala.
Los herederos directos de la novela de la Revolución, según afirmó Lara Zavala “siguieron trabajando el tema con una forma vanguardista: Yáñez, Rulfo, Fuentes, José Revueltas de alguna manera. Y hay otros casos, donde hay una ruptura, con la generación de medio siglo con autores como Juan García Ponce, Elizondo… intentan olvidar el fenómeno e incorporarse de nuevo a los temas vanguardistas del silgo XX”.
La función de un novelista es dar solaz al lector
En cuanto a la labor de los escritores y las diferencias al ejercer el oficio de novelista entre el siglo XX y el siglo XXI, Lara Zavala explicó: “Un novelista del siglo XXI se tiene que dirigir a lectores del siglo XXI; sin dar concesión debe encontrar un tema y forma estilística que puede apelar al interés y a la atención de su tiempo. Ingeniárselas para que el lector tenga los estímulos de una nueva voz”.
Ante la pregunta de ¿por qué novelar la historia?, el autor de Península, península declaró: “La historia se novela para ofrecer una reflexión del pasado, para cotejar el presente con el ayer. En nuestro país, se creó un relato oficioso, ahora los novelistas nos tomamos la libertad para reinterpretar la historia y sus personajes. En mi caso retomé la olvidada Guerra de Castas”.
A diferencia de los narradores “el historiador debe contar la historia de forma fiel, tiene que ajustaste a relatar los hechos tal y como fueron; por su parte, el novelista muestra las cosas como pudieron o como debieron haber sido, tiene el poder de fabular; aunque también debe considerar cierto rigor a la verdad”, declaró el experto y agregó: “La función de un novelista es dar solaz al lector, instruirlo, divertirlo e iluminarlo”.
Hernán Lara Zavala (ciudad de México, 1946) estudió Letras Inglesas e hizo una maestría en Letras Hispánicas en la UNAM, así como otra maestría en Estudios sobre la novela en la Universidad de East Anglia, en Inglaterra. Ha sido profesor y escritor y ha ocupado diversos cargos universitarios entre los que se encuentran Director de Literatura de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM y Coordinador del Centro de Estudios Literarios del Instituto de Investigaciones Filológicas. Actualmente se desempeña como Coordinador del Posgrado de Letras de la UNAM.
Es autor de los libros de relatos De Zitilchén (1981), El mismo cielo (1987, Premio Latinoamericano de Narrativa Colima por obra publicada), Después del amor y otros cuentos (Premio José Fuentes Mares, 1994), Cuentos escogidos (1997); de las novela Charras (1990) y Península, península (2009); de los libros de ensayo Las novelas en el Quijote (1989) y Contra el ángel (1992); y de un libro para niños Tuch y Odilón (1992). Compiló la Antología del cuento inglés del siglo XX (1986) y es autor de las crónicas de viaje Equipaje de mano (1995) y Viaje al corazón de la península (1998). Ha sido galardonado con diversos premios entre los que destacan el Premio de Novela Elena Poniatowska y el Premio Real Academia Española 2010.