• Presentó su nuevo poemario Trenes, en el Centro de Creación Literaria Villaurrutia

  • El concepto de verso no debe perderse, ni aunque se escriba en verso libre, consideró

  • La poesía, la forma más sutil del lenguaje; es el caso de Lagagne: Eduardo Casar

“Soy libre cuando canto”, aseguró el poeta Eduardo Langagne (1952), de quien se dio a conocer su nuevo poemario, Trenes, en el Centro de Creación literaria Xavier Villaurrutia, en un acto organizado por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

 

Junto a sus colegas Eduardo Casar, Jorge Mendoza Romero y Miguel Ángel de la Calleja, el autor afirmó que le interesa la parte técnica de la poesía: “Creo que el concepto de verso no se debe perder, ni aunque se escriba en verso libre”, consideró.

 

Dijo asimismo que no es enemigo de las nuevas formas de expresión poética, pero sí debe tomarse en cuenta lo que afirmaba Antonio Machado: El fondo no se pierde, pero la forma sí. En lo personal, agregó, trataba de recuperar algo que podían hacer los músicos.

 

El autor de Donde habita el cangrejo, Cantos para una exposición, XXX Sonetos, Otra cebolla de cristal y Lo que pasó esto fue, entre otros títulos, sostuvo que su nuevo libro lo escribió, luego de un viaje que realizó en su niñez a Chihuahua en tren.

 

Aseguró que los trenes eran parte de la existencia en eso años. En estos momentos, explicó el ganador del Premio de Poesía Aguascalientes 1994, este tipo de transporte representa, para mí, “la fugacidad de la existencia”.

 

Eduardo Casar, poeta y ensayista, señaló en su turno que la poesía de Langagne --por quien siente “una admiración sincera”--, es también admirable, ya que ensaya, experimenta y se arriesga a meterse en camisa de once varas porque así lo quiere.

 

Agregó que el traductor de la obra de Pessoa es un poeta “que sí sabe, y mucho, de métrica, y de poesía popular, de repentismo y rima”. Luego afirmó: “Eduardo Lagagne es un hombre de radio y de vida, promotor e inventor de proyectos culturales e iniciativas educativas necesarias y sensatas. Todo esto no sería posible sin su sentido nervioso poético, por eso sus poemas gozan de la lucidez y la visión de conjunto que le da su vida activa, profesional”.

 

Casar sostuvo que “me impresionó, de plano,” la lectura del poemarioTrenes, no sólo porque no tiene ningún signo de puntuación, sino por su tratamiento amoroso y desamoroso: “La poesía, la forma más sutil del lenguaje, la que más juega y pone en juerga el juego, la que más convoca a la integración de lo intelectual con lo sensible, es el instrumento idóneo para intentar la empresa de decir lo que casi no puede decirse. Es el caso de Eduardo Lagagne.