• Además de Eduardo Lizalde, participaron Hugo Gutiérrez Vega, Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva y Esduardo Hurtado

 

Heroica fue la vida de Juan Gelman, periodista muy riguroso, extraordinariamente informado, implacable para hacer la crítica de las monstruosidades que ocurren en el mundo político y social de todos los continentes, pero, sobre todo, era un gran poeta, refirió Eduardo Lizalde en el homenaje al escritor argentino-mexicano fallecido el pasado 14 de enero, realizado la noche del martes 6 de mayo en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

 

“La prosa libérrima que utilizó para sus textos, y el texto poético, impresionantemente libérrimo también, en que hizo uso de todo género de sintaxis, de jergas, incluso, de su pueblo y el nuestro y de otras lenguas que conoció con profundidad, hacen de su poesía un material de originalidad, de novedad, de presencia nada ordinaria en la lengua española”, refirió Lizalde.

 

Durante su intervención, Hugo Gutiérrez Vega narró una entrañable anécdota: “Atesoro en mi casa, como oro en paño, una fotografía tomada en este mismo escenario. Era la presentación de un libro de Juan y yo leí un fragmento de un poema dedicado a su hijo. No pude continuar la lectura porque las lágrimas me ganaron. Juan estaba sentado a mi lado, me tomó del brazo y unió su frente a la mía; tenía que consolarme, porque yo acababa de decir, muy fino y delicado: ‘Carajo, pinche Juan, siempre me haces llorar’.

 

“Colocó su frente junto a la mía y me di cuenta de que estaba llorando más que yo, pero con discreción. Yo soy actor y estoy acostumbrado a expresarme de una manera, digamos, melodramática. Él, contenido, lloró conmigo, y después me dijo: ‘Lo de pinche se lo vas a decir a tu abuela’. Juan Gelman, el argenmex, aunque él siempre me corregía, me decía: ‘Dadas las actuales circunstancias, soy mexargen’, para nuestra fortuna escogió nuestro país para salir adelante en la vida y en su trabajo creativo”, concluyó Hugo Gutiérrez Vega.

 

Eduardo Hurtado aprovechó su espacio en la mesa para leer un fragmento de Carta a mi madre, “el mejor poema de Gelman, en mi opinión; de los mejores poemas de nuestra lengua y de cualquier lengua. Conocí a Juan prácticamente de forma simultánea que a su poesía. Deslumbrado por su obra, me dediqué a escribir varios textos en torno a ella.”

 

Marco Antonio Campos rememoró que Juan Gelman fue un hombre que siempre sabía escuchar, “más que los demás”. “Hasta el último día de su vida escribió. En sus días, tuve la fortuna de que me enviara algunos fragmentos de sus memorias. Juan fue un hombre que vivió varias vidas y sobrevivió varias muertes”. Asimismo, narró el origen deCarta a mi madre: “En 1982, cuando Juan vivía en Managua, recibió tres cartas: una de su consuegra; una de su hermana, en la que le informaba que su madre había muerto, y una de su madre, escrita poco antes de morir. Dos años después en Ginebra, afiebradamente escribió un poema que dejó olvidado en un cajón. Tres años después lo encontró, lo recortó y lo pulió, y fue publicado como Carta a mi madre en 1989.”

 

Por su parte, José Ángel Leyva conminó a los asistentes a “gelmanear, que significa concebir el encuentro con la otredad, hablar con la claridad y la vitalidad con las que Gelman se expresó en todo momento.

 

“Su paso por este planeta fue luminoso y ejemplar. Aprendamos de su capacidad de amar al otro, de defender la palabra como él lo hizo. Su obra es una de las más originales y de mayor calado del siglo XX”, expresó José Ángel Leyva en el homenaje en el que participaron cinco de sus más cercanos amigos, y en el que estuvieron presentes María Cristina García Cepeda, directora general del INBA; Eduardo Vázquez Martín, secretario de Cultura del Distrito Federal, y Sergio Ramírez Cárdenas, subdirector general del INBA.