El arte como laboratorio sensorial
A Salvador Elizondo se le ha considerado parte de la llamada Generación de Medio Siglo o de Ruptura, compuesta por escritores mexicanos que realizaron su búsqueda estética en modelos universales, tales como Juan García Ponce, Inés Arredondo, Sergio Pitol, José de la Colina, Juan José Gurrola, Jorge Ibarguengoitia, Juan Vicente Melo, entre otros.
Estos autores modificaron la fisonomía de la literatura hispanoamericana, la forma de entender el trabajo creativo, el arte novelesco, la poesía, la narración, la crítica y el teatro. Trastocaron un modelo hegemónico de lo literario ?que estaba vinculado a un referente nacionalista, a motivos políticos, históricos y sociales?, por su afán renovador en materia de forma, su reivindicación de temas y tonos, de realizar una lectura crítica de la tradición universal y una concepción distinta de la función del arte y del artista.
En sus obras se vislumbra una conciencia formal expresada en la pulcritud y la experimentación y en las preocupaciones por temas poco frecuentados por la literatura mexicana hasta entonces como el erotismo, la difusa frontera entre lo normal y lo anormal, el cosmopolitismo, la exploración del mal, la metaficción e intertextualidad y la visión genuinamente universal de la literatura y el arte impulsado por el ejemplo de Octavio Paz y Jaime García Terres.
Elizondo participó en un proyecto editorial llamado SNOB, del cual fue director, colaborando con Juan García Ponce y Emilio García Riera. Esta revista funcionó, a pesar de su corta vida, como un maravilloso laboratorio en el que aquellos que participaron pudieron experimentar con el lenguaje y aventurarse en la escritura de textos heterodoxos. SNOB aglutinó el pensamiento de una generación interesada en rebasar, una y otra vez, los delicados límites de lo real y lo ficticio, de lo serio y lo cómico, de lo escatológico y lo divino. Emmanuel Carballo mencionó entonces que esta revista evidenció “la apertura que se da en las letras mexicanas hacia temas vírgenes hasta el momento”.
A pesar de ciertos puntos de encuentro con los escritores de su generación, Salvador Elizondo nunca se sintió parte de una generación o de un movimiento literario, ya que consideraba ?al igual que los simbolistas franceses? que el movimiento literario consiste en estar de acuerdo con sus contemporáneos en que cada quien “se tiene que ir a su casa a encerrarnos, a hacer nuestras cosas como se nos dé nuestra gana sin atender el afuera. No me considero parte de una generación porque no hay ningún otro escritor que se asimile a mi forma de ser, ni tengo discípulos”
Las primeras lecturas de Elizondo fueron de Julio Verne, Hesse, Gorostiza, Dostoyevsky, Joyce, Balzac, Pascal, Flaubert, Poe, Rulfo... De entre los autores que dejaron una huella profunda en el escritor están James Joyce, Céline, Góngora y Quevedo. Particularmente la obra de Joyce, Finnengan’s Wake, cautivó a Elizondo por su transformación del lenguaje y la de Céline le pareció formidable por introducir modificaciones expresivas a la lengua francesa.