Las personas ganadoras fueron reconocidas por las obras Un océano, dos mares, tres continentes y Sonetos y una canción, respectivamente
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), mediante la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), y el gobierno del estado de Hidalgo, a través de su Secretaría de Cultura, entregaron el Premio Bellas Artes de Traducción Literaria Margarita Michelena 2023 a Lucrecia Orensanz (en narrativa) y a Mario Murgia (en poesía) por sus obras Un océano, dos mares, tres continentes —de Wilfried N’Sondé— y Sonetos y una canción —de John Milton—, respectivamente.
Sobre la primera obra, el jurado —integrado por Mónica Mansour, Mar Gámiz y Nadia López— consideró que es una novela compleja y original, tanto por su contenido, como por la manera en la que está narrada, pues cabalga entre la novela de aventuras y la histórica. La traducción logra mantener distintos registros, acierta en el léxico especializado de la marina mercante del siglo XVI y refleja las crisis emocionales de tratantes, personas esclavizadas y altos mandatarios.
Respecto al segundo título, el jurado destacó que la premiación obedece a la sofisticación, seriedad y responsabilidad en la traducción de cada soneto, al mantener la estructura y sentido, anteponiendo un respeto por la forma sin el descuido del contenido, además del mérito de traducir con métrica, en endecasílabos, y el interés por representar la rima y por hacer una cuidadosa selección léxica que remite a poemas del Siglo de Oro hispánico.
Respecto al premio, Lucrecia Orensanz se dijo sorprendida, pero alegre porque es un galardón para el oficio de la traducción, no es un logro personal, pues piensa en todas y todos sus colegas, y expresó su deseo de que estímulos como este fomenten la traducción de distintas maneras para continuar estirando los límites del panorama literario de nuestro país, así como una manera de invitar a los lectores a acercarse a títulos que indudablemente disfrutarán y que los harán viajar muy lejos.
Sobre la novela que tradujo, Un océano, dos mares, tres continentes, de Wilfried N'Sondé, explicó que forma parte de un proyecto más amplio llamado Las orillas desde las orillas: de África para América, que consistió en la traducción de seis novelas de distintos países africanos, publicadas todas por Elefanta.
“La intención del proyecto es acercarnos un poco más a la literatura de un continente con el que tenemos muchos puntos en común, pero del que conocemos muy poco. Las novelas del proyecto son muy distintas entre sí, pero todas nos acercan a realidades que nos tocan directamente como lectores latinoamericanos; en el caso de Un océano, dos mares, tres continentes, nos lleva a la época del llamado ‘comercio triangular’ entre Europa, África y América y nos invita a mirar e interrogar nuestra propia historia. Ojalá los lectores se animen a acercarse a todas estas obras excepcionales”, exhortó.
Wilfried N'Sondé es un escritor y músico congoleño, quien presentó Un océano, dos mares, tres continentes en 2022 en México. Sin embargo, en ese año la traductora se encontraba fuera del país y no pudo conocerlo en persona. No obstante, ella subrayó que N'Sondé es una persona amable, accesible y respondió con entusiasmo a todas las dudas que surgieron durante todo el proceso de traducción de la novela.
Lucrecia Orensanz consideró que la obra es tanto una novela de aventuras como una novela histórica y señaló que el mismo autor lo dice así. “Creo que es precisamente esa combinación lo que la vuelve tan atractiva y cautivante. Y, además de novela de aventuras y novela histórica, es un canto a lo humano de la humanidad, más allá de sus categorías”.
Sobre el galardón, Mario Murgia se dijo agradecido y satisfecho, pues consideró que, a pesar de que se trata de solo 24 piezas traducidas, el proceso fue largo y complejo.
“Es especialmente grato y gustoso recibir un reconocimiento por traducción poética, puesto que, como se ha planteado en varias ocasiones, al traductor habría de corresponder ser discreto y dejar que el poeta, en este y todos los casos, hable con soltura una lengua en la que nunca escribió (que se sepa). Parece que esta vez no ha sido así, y me congratulo. El que en esta ocasión no solo haya sido el verso de John Milton lo que destacara, sino también la reescritura que de él hiciera este traductor casi cuatro siglos después, es muy edificante”, refirió.
Murgia destacó que Milton es un poeta deslumbrante en su rigor, y su carácter exigente y retador siempre le ha parecido atractivo. Según dijo, hay críticos y lectores que afirman que la poesía de John Milton representa el ápice creativo del verso en la lengua inglesa.
“Desde que comencé a traducir los sonetos de Milton me impuse una condición necesaria para completar el esfuerzo: que en español esas piezas siguieran siendo sonetos. En la década de 1970 se tradujeron en España los sonetos de Milton en prosa. Tal decisión por parte del traductor tiene todo mi respeto, pero estoy convencido que un soneto sin forma simplemente no es tal. Carecía de sentido, para mí, hacer de nuevo lo que alguien ya había hecho antes y hacerlo de la misma manera”.
Sobre las dificultades que tuvo durante la traducción, explicó que se encontró con que los contenidos de los sonetos desbordaban el endecasílabo tradicional de soneto en español.
“Tuve que hacer algunos sacrificios o modificaciones para que lo que Milton dice en 10 compactas sílabas inglesas pudiera repetirlo también en 11 sílabas de nuestro polisilábico español. Hice 24 rompecabezas, una y otra vez, a lo largo de muchos meses. Eso fue muy complicado. Además, fuera del mundo angloparlante (y aun en él), Milton es relativamente famoso por su epopeya El paraíso perdido, aunque pocos conocen hoy su breve, aunque muy influyente obra sonetística”, apuntó.
“El premio representa un reconocimiento valioso para la traducción en general y, en este caso, para la traducción poética en particular. Para mí, el galardón llega ahora como un aliciente y como un símbolo de un compromiso impostergable: escribir y traducir poesía de manera que el verso ajeno se vuelva propio con la mayor felicidad posible. Traducir y escribir poesía de manera que, en pocas palabras, el verso siga siendo y no quede al garete o aun se pierda, en la vasta mar de prosas que caracteriza nuestro presente”, concluyó.