- La labor de escribir es una acción colectiva, dijo la narradora y dramaturga en la Sala Manuel M. Ponce
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), mediante la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), repasaron la obra de la narradora, dramaturga y actriz Berta Hiriart, y su importancia para las letras de nuestro país. La actividad se llevó a cabo como parte del ciclo Protagonistas de la literatura mexicana, el domingo 12 de noviembre en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
El presídium fue conformado por la directora de la editorial El naranjo, Ana Laura Delgado; el productor, director de escena y actor Juan Carlos Saavedra; la dramaturga, actriz, guionista, docente y directora de teatro Verónica Maldonado, y la autora.
En su participación, Berta Hiriart explicó que la literatura es una palabra de grandes alcances y, refiriéndose al ciclo Protagonistas de la literatura mexicana, por lo que se consideró una coprotagonista, pues refirió la labor de escribir es una acción colectiva.
“Ser considerada una protagonista de la literatura mexicana me produce muchas sensaciones. Sin embargo, considero la palabra literatura demasiado grande para mis alcances. En todo caso, sería una coprotagonista de una obra enorme y diversa, tejida a múltiples manos por cientos de mujeres y hombres que se dedican a escribir”, manifestó.
“Pese al carácter solitario de la escritura, ningún autor desea el cajón como destino de sus textos. Se escribe para otros, para entablar una conversación con la lectora o el espectador, al que, de algún modo, imaginamos al escribir. Poner el punto final a una obra es solo el inicio de un proceso que, con suerte, habrá de llevar el texto al público. Proceso para el que son indispensables artistas y trabajadores de diversos oficios”, agregó.
Sobre sus obras dirigidas al público joven e infantil, la autora subrayó que las niñas y los niños son personas íntegras, respetables e interesantes, y escribir para ellos puede entrañar los más intensos desafíos. “Los niños también pueden enfrentar mil problemas. Viven como el resto de nosotros: en un mundo donde impera la violencia, la desigualdad y otras tantas calamidades y precisan herramientas para metabolizar lo que les sucede. Entre estas herramientas se encuentran la literatura y el teatro”, señaló.
Por su parte, Ana Laura Delgado se dijo honrada de formar parte de un homenaje a una autora que admira y resaltó su calidez, empatía y sencillez, así como su sabiduría y amabilidad. Posteriormente compartió algunas anécdotas sobre su camino por el mundo editorial.
“Corrían los primeros meses de 2003 y una amiga en común me dio el número de Berta. Emocionada, le llamé y le pedí una cita. Para sorpresa, me dijo que al día siguiente podía verme, solo me sugirió que fuera cerca de su casa. Así, en el corazón de Coyoacán me encontré con Berta. Ya conocía su trayectoria en el mundo de la literatura y, en particular, de la dramaturgia, que había iniciado en 1971, hace más de 50 años”, recordó.
En su oportunidad, Juan Carlos Saavedra comentó algunos proyectos que ha compartido junto con la autora y rememoró que la conoció en 2008, cuando trabajó como su asistente de producción, lo que consideró una gran y significativa experiencia.
“Para mí ha significado mucho trabajar con Berta; ya la conocía, había escuchado de ella y cuando me invitan a trabajar con ella sabía que sería una gran responsabilidad, pero también pensaba en que los sueños se hacen realidad. No sabía lo que representaba ser asistente de producción, pero me lancé y me encantó, porque, gracias a Berta, descubrí que me gustaba hacer producción. Gracias a ella soy productor actualmente”, rememoró.
Además, agregó que algo que caracteriza a Berta es la confianza que deposita en las personas con las que trabaja, pues cree en su talento y en su capacidad.
Finalmente, Verónica Maldonado dio lectura a una carta dirigida a la autora, en la que expresa la admiración por su trabajo, así como su agradecimiento por los conocimientos que le transmitió cuando fue su maestra.
“La primera vez que te vi, apenas cruzamos un cordial saludo; la segunda vez, tuve la suerte de ser tu alumna. Fue en Mérida, Yucatán, en 2005, en el Diplomado de creación de espectáculos para las infancias. Aquí llega la primera imagen de cuando nos recibiste en aquel salón de clases, descalza, y nos invitaste a movernos por el espacio, a caminar, a sacudirnos, acostarnos en el piso, a relajarnos y a disfrutar del precioso instante de la reunión. Nos invitaste a jugar y, entonces sí, a escribir”, recordó.