Cuidar

  • Daniela Rea, Alejandra Eme y Jimena Maralda destacaron la importancia de los cuidados y la creación de redes de apoyo

La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL) y el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia (CCLXV), presentaron el ciclo Disidencias literarias: Escribir y cuidar.

La coordinadora nacional de Literatura, Karen Villeda, presentó a las participantes: la periodista Daniela Rea, la creadora Alejandra Eme Vázquez, docente e investigadora del cuidado, y la escritora y ensayista Jimena Maralda.

La literatura y los cuidados son dos ámbitos que, a primera vista, pueden parecer muy diferentes entre sí. Sin embargo, ciclos y mesas de análisis como la expuesta nos ayudan a profundizar, reflexionar, dignificar y ahondar en ellos, podemos encontrar una conexión profunda y significativa, externó la titular de la CNL.

Escritura sobre cuidados

Desde el punto de vista de la ensayista Jimena Maralda, un periodo de desempleo la llevó a reflexionar y desarrollar un taller que abarcara cuidados y literatura, recuerda que la primera sensación fue de extrañeza, sin embargo, se dio cuenta que cualquier obra literaria escrita por mujeres era de cuidados.

La investigadora Alejandra Eme dimensionó de una manera diferente y personal la escritura referente a los cuidados, y le dio un valor distinto a lo que implicaba estar dentro de su espacio. “Terminando la carrera pasaba mucho tiempo en casa, pensando, sin hacer algo, fue un año difícil y empecé a darle un valor distinto a escribir. Creo que si no hubiera tenido ese lapso para dedicar a la lectura y conversar con otras mujeres, mi escritura sería muy distinta, porque realmente dimensioné el tiempo que me llevaba hacer esas actividades, y mi escritura se modificó”.

De igual manera, la periodista Daniela Rea compartió que gracias a un evento personal (el nacimiento de su primera hija) se dio cuenta de la infraestructura que se tiene que crear; material, física y emocional para que la vida sea posible y se sostenga.

“En retrospectiva, me acuerdo mucho por ejemplo de una historia, un texto que se publicó en una revista que se llamaba algo así como el Viacrucis de las madres migrantes’ horrible el título, pero que en realidad hablaba de cómo ellas cuidaban o intentaban cuidar a la distancia. Estuvimos unos días en un albergue, entramos a las habitaciones con ellas y ni siquiera mencioné sobre los cuidados, la pregunta fue: ¿Por qué migran?Entonces empezaron a hablar de sus hijos, me acuerdo de una de ellas planteó en términos de decir: ‘es que allá no hay trabajo, soy muy pobre, solo pude juntar para dos botes de leche en polvo, y cada uno le dura un mes a mi hijo. Entonces tengo dos meses que le van a durar esos dos botes de leche en polvo, tengo dos meses para cruzar una, dos, tres fronteras, conseguir trabajo, empezar a ahorrar y mandar dinero'. Entonces esos dos botes de leche se me plantearon como relojes de arena”.

Las panelistas coincidieron en algunos ejes centrales del planteamiento, en como la salud mental, la ansiedad y la sobrecarga de trabajo nos impiden darnos cuenta de lo valioso de los cuidados y que estamos aquí gracias a ellos.

Ante un público en su mayoría femenino, las participantes coincidieron en que cada experiencia personal fue fundamental para dar un nuevo enfoque, compartir las vivencias y, a su vez, ir poco a poco construyendo redes de apoyo.

Algunas recomendaciones que brindaron es escuchar a las colectivas de mujeres cuidadoras que ya están haciendo este trabajo, todos los avances que han tenido, poner atención en todos sus procesos, acercarnos y escuchar.