- Familiares, amigos y la comunidad literaria recordaron medio siglo de trayectoria del escritor, tallerista y creador emérito a un año de su fallecimiento
- Participaron Edith Negrín, Carmen Galicia, Bibiana Camacho y Eduardo Langagne
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), recordaron la noche de este martes, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, al narrador, ensayista, cronista, guionista de comic, autor de relatos infantiles y tallerista Orlando Ortiz, en el marco de su primer aniversario luctuoso.
Moderados por la escritora y editora Bibiana Camacho; la ensayista y académica Edith Negrín, el poeta y traductor Eduardo Langagne, y la escritora e investigadora Carmen Galicia —viuda del homenajeado—, evocaron la versatilidad creativa y el compromiso social que el autor tamaulipeco mostró a lo largo de su trayectoria.
Durante el homenaje, Bibiana Camacho mencionó que Orlando Ortiz, quien falleció en la Ciudad de México el 10 de septiembre de 2021, legó entre su obra casi una treintena de títulos, como La violencia es México (1978), Crónicas de las Huastecas (1995), Jueves de corpus (2014) o Relatos del presente (2020), fue un creador de escenarios, personajes, ambientes y situaciones que siempre se mantuvo apegado a la realidad social de su entorno.
“Fue un escritor profundamente preocupado por los problemas sociales, profundamente atento a lo que estaba ocurriendo al habla de las personas, a las situaciones en las que ponía a sus personajes. Es un autor multifacético que tiene unos registros del lenguaje interesantes, complejos, muy anclados en la realidad”, apuntó.
En su oportunidad, Edith Negrín, quien profundizó en el análisis de la obra escrita por Orlando Ortiz; coincidió que el autor de Miscelánea cruel (1998) —a quien, dijo, Margo Glantz incluyó dentro del movimiento literario de la Onda¬—, desde muy joven dejó ver en su literatura una ideología política en favor de la sociedad, además de un minucioso trabajo con el lenguaje y la construcción de personajes e historias a través de la pluralidad que sus letras abarcaron.
“Su obra fue prolífica y diversa en cuanto a temas, géneros y abordajes. En caso de duda (1968), su ópera prima ya mostraba la obsesión por los juegos del lenguaje y conservó siempre la falta de respeto ante lo establecido; la capacidad de volver literario lo coloquial. Sin embargo, más adelante su literatura volcó hacia exploraciones en la historia y la política nacional, que dejaron ver su preocupación por lo comunitario y su participación siempre dentro de la izquierda social", dijo la especialista.
El director de la Fundación para las Letras Mexicanas, Eduardo Langagne, recordó el homenaje en vida que el Inbal ofreció al autor de Sin mirar a los lados (1969) en enero de 2012 dentro de la Sala Manuel M. Ponce, y añadió que, además de escritor, Ortiz fue un generoso y destacado formador de escritores en dichas instituciones.
“Orlando Ortiz practicaba un magisterio amigable, caluroso y cercano. No solo asistía a lecturas específicas a su taller; en muchos casos su consejo iba acompañado del libro recomendado, a pesar del menoscabo que eso significaba para su biblioteca. Así, durante más de tres lustros acompañó el crecimiento de escritoras y escritores en la FLM”, destacó.
Carmen Galicia, historiadora, docente y compañera de vida de Orlando Ortiz durante 56 años, agregó de forma emotiva que el ganador del Premio Beca Martín Luis Guzmán y del Premio de Textos íntimos del Chopo 1983, fue un hombre con sentido del humor, enamorado y comprometido con la literatura, la justicia social y la democracia; hecho que le llevó a ser un agente de la cultura y un escritor que, hasta sus últimos días, entregó su vida a la escritura.
“Orlando fue un hombre profundamente amoroso con su familia, que amó y se comprometió con la creación literaria, con gran pasión; cálido con sus amigos y un gran compañero comprometido con la sociedad. Su pasión por la creación literaria permeó toda su vida y escribió hasta sus últimos momentos. Horas antes de su fallecimiento terminó un libro de cuentos infantiles que dejó sobre su escritorio. Para mí fue el amor, la amistad, el compañero solidario con el que tuve la oportunidad de caminar por muchos años”, finalizó.