- La obra estudia a autores como Edward Bunker, Isaac Bashevis Singer, Mary Shelley, Charles Dickens, Fiódor Dostoievski, León Tolstoi y Umberto Eco
La presentación del ensayo Penas y letras (2019), de Ricardo Guzmán Wolffer, arrojó una disertación jurídica y existencial entre legistas de primer nivel, en una actividad virtual transmitida a través de la cuenta de Facebook de la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL).
Yasmín Esquivel Mossa, ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), resaltó la antiquísima y cercana relación entre derecho y literatura, la cual se remonta desde las tragedias griegas y ahora, con Penas y letras, el autor no se limita a rastrear la temática jurídica en estos ensayos de autores clásicos, sino que extrae de ellos la esencia del humor y la crítica.
“Logra extrapolar valores y situaciones a la época actual, a nuestra realidad, compartiéndonos sus reflexiones desde la visión del abogado, del juzgador, del hombre de letras en torno a la condición humana: el individualismo; el bien, el mal; la complejidad de las relaciones humanas y de la sociedad; las libertades, el castigo, la modernidad”, detalló.
Gerardo Laveaga, director general del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), ironizó sobre Penas y letras al considerarla “una obra de contrabando puro y duro.
“Lo que hizo Ricardo Guzmán Wolffer, y por eso yo como editor me siento muy contento con este libro, fue disfrazar sus ideas: meterlas debajo de Dickens, debajo de Tolstoi, parapetadas por Baudelaire, por Dostoievski, forradas con autores que a veces no conozco, y creó un trabajo de contrabando excepcional”, manifestó.
En el marco de la campaña “Contigo en la distancia”, en la presentación del libro, Ricardo Guzmán Wolffer expresó que Penas y letras —publicado por el Inacipe— también estudia a autores como Edward Bunker, Isaac Bashevis y Mary Shelley, autora de Frankenstein (1818), obra que el autor de La frontera huele a sangre (2002) calificó como una novela judicial.
“Cuando el doctor Frankenstein se da cuenta que la criatura creada por él —nunca le pone nombre— se ha decidido a matarlo, al único a quien se le ocurre acudir es al juez, al abogado, busca en la ley algún pretexto o modo de cubrirse. Shelley nos dice que la ley es lo único que puede salvar a los hombres”, dijo.
Walter Arellano, catedrático y magistrado de circuito, definió a la obra de Guzmán Wolffer como “seductora”, la cual invita a leer a los clásicos y es una fuente obligada para todos los alumnos que incursionan en el derecho penal: “Independientemente de la estética que se desprende de la excelente redacción, este tipo de textos son una herramienta pedagógica imprescindible”.
Leticia Luna, coordinadora nacional de Literatura, expresó que esta obra es un diálogo entre dos materias, la literatura y el derecho penal a través de autores como Mary Shelley, Charles Dickens, Fiódor Dostoievski, León Tolstoi y Umberto Eco, entre otros: “Se trata de la presencia, incidencia y correspondencia de las leyes, abogados y penas en letras”.
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