· Escritoras y académicas recordaron sus aportaciones, durante el homenaje que se le rindió en el Museo Nacional de Arte
· Destacaron la calidad de su cátedra, en la que rompía con actitudes críticas ortodoxas y abría nuevos horizontes
El sorjuanista y cervantista Sergio Fernández, fallecido el pasado 6 de enero, fue uno de los mejores intelectuales mexicanos del siglo pasado, debido a su solidez académica y búsqueda literaria, aseguró la doctora en Letras Eugenia Revueltas, durante el homenaje dedicado al autor de Los peces y Segundo sueño, en el Auditorio Adolfo Best Maugard del Museo Nacional de Arte (Munal) del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL).
Acompañada de la subdirectora de Desarrollo Cultural de la Secretaría de Cultura, Marina Núñez Bespalova; de la narradora Anamari Gomís, Magdalena y Carmen Galindo, Paula Fernández (hija del homenajeado) y la actriz Selma Beraud, además de Laura Ramírez, subdirectora general de Bellas Artes del INBAL, Revueltas señaló que Fernández fue un distinguido intelectual, cuya repentina muerte sorprendió al ámbito académico.
Ponderó particularmente su labor como profesor universitario y creador de toda una escuela que marcó a sus alumnos para siempre. “Sergio Fernández tiene muchos ángulos destacables, como escritor y como profesor”, dijo.
La doctora en Letras Españolas e Iberoamericanas por la Universidad Nacional Autónoma de México añadió que en esta casa de estudios los maestros más notables eran Luis Rius, Arturo Soto y Sergio Fernández, quien no necesitaba títulos para crear un encanto, un sortilegio. “Su magia, lejos de menguar, aumentaba durante sus cursos”.
Apuntó que el erudito y crítico literario creaba un círculo mágico, era fascinante escucharlo, romper con actitudes críticas ortodoxas y abrir nuevos horizontes; sus clases eran emocionantes, aseveró la docente e investigadora.
Recordó que Fernández era un lector apasionado de los escritores del Siglo de Oro español, sobre todo de Quevedo, a quien lo convirtió en uno de nuestros contemporáneos. “Fernández fue un escritor adelantado a su tiempo, sus libros Los peces y Segundo sueño se adelantaron a las propuestas literarias de su época, porque ahondaba en los vericuetos del pensamiento y se enriquecía con conocimientos de pintura, de música y del psicoanálisis de Freud”.
La narradora Anamari Gomís dijo sentir gran admiración por Sergio Fernández, porque era un gran maestro dentro y fuera de las aulas universitarias. “Era un monstruo increíble en todos los aspectos y, más que eso, era un genio”.
Comentó que para él la vida era pura literatura y ésta un reflejo de la vida; le gustaba hablar en barroco y solamente él se atrevió a hacer cosas extraordinarias, como hacer a un lado la teoría y someterla a la literatura para interpretarla.
“El autor de más de 30 libros, difíciles y profundos, sabía de todo, desde Woolf y Henry James hasta Sor Juana, de quien llegó a decir que sus sonetos eran la búsqueda del santo grial. Sergio Fernández era un monstruo de la naturaleza y uno de los amores más grandes de mi vida”.
Así mismo, la escritora Anamari Gomís resaltó el “ojo extraordinario” de Fernández para interpretar y entender la literatura y el mundo, así como la forma de contagiar su pasión por títulos como los citados a lectores y alumnos.
“Para Sergio Fernández, la literatura era vida, y la vida, literatura. Además de sus novelas y ensayos, contribuyeron a convertirlo en todo un personaje sus clases impartidas a lo largo de 50 años, en las que oímos de viva voz su agudo bisturí diseccionando lo mismo El Quijote que La Celestina o Los empeños de una casa, en un análisis expresado con total lejanía de la erudición o de los datos circunstanciales y, en cambio, arrimado al entusiasmo, al placer de la lectura, a la admirada sorpresa al describir la astucia literaria y el hilo oculto de la trama”, refirió Magdalena Galindo.
Al recinto del INBAL también asistió la hija del escritor, Paula Fernández, quien conmovida por el acto omitió dar su comentario, pero sí agradeció la realización de este homenaje.
En tanto, Marina Núñez, subdirectora de Desarrollo Cultural de la Secretaría de Cultura, resaltó que Fernández inculcó en sus alumnos el amor y disfrute de la literatura, y combinaba su disciplina casi científica con la creatividad y la pedagogía, algo que muy pocos profesores universitarios tienen, concluyó.