- El miércoles 23 de octubre a las 19:00 horas en la Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes
- Dos de sus grandes pasiones, la música y correr, elementos que detonan su escritura
En 1979, el poeta y ensayista Sandro Cohen publicó su primer libro: De noble origen desdichado. Desde entonces han pasado 40 años en los que, a decir del autor, la escritura en su vida es una especie de maratón que en lugar de cansarlo lo anima más con el paso del tiempo y le confiere mayores herramientas para hacer mejor la carrera.
Nacido en Nueva Jersey, Estados Unidos, en 1953, llegó a México a los 19 años y desde entonces se enamoró del país donde se ha desarrollado como escritor. El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura, realizará un homenaje a su trayectoria en las letras mexicanas, el próximo miércoles 23 de octubre a las 19:00 horas en la Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes, con la participación de los poetas Armando González Torres y Marianne Toussaint, y la cronista y narradora Josefina Estrada.
En entrevista, Sandro Cohen aseguró que su homenaje será una celebración no a su persona, sino “a una poesía que se ha hecho en y para México”. Explicó que, como es un hombre que le gusta “hacer las cosas hasta las últimas consecuencias”, decidió hacer del país su espacio donde escribe, vive, ama y trabaja.
“Por eso estoy en México. Vine a estudiar en la Universidad Nacional Autónoma de México y me enamoré del país. Encontré la manera de vivir y trabajar; tengo todo aquí”, afirmó el autor de las novelas Lejos del paraíso (1997) y Los hermanos Pastor en la corte de Moctezuma (2004), y externó que su pasión por correr fue el leitmotiv de su poemario Corredor nocturno (1993).
“A partir de los 34 años empecé a correr y a realizar carreras de fondo. Comencé con la ayuda de Vicente Quirarte. Hemos participado en muchas carreras juntos y esto se convirtió en una parte muy importante de mi vida”.
Y aunque ahora un problema físico le impide correr, la bicicleta se ha convertido en su único vehículo para moverse y en un elemento para escribir, pues considera que es “una especie de metáfora de lo que es la vida”, como plasmó en su libro Zen del ciclista urbano (2014).