• Durante el acto se habló de la trascendencia de su poesía en la literatura mexicana
  • Desmitificaron su muerte prematura y la creación de su poema más conocido: Nocturno a Rosario

El martes 27 de agosto en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, se rindió un homenaje a Manuel Acuña con motivo del 170 aniversario de su nacimiento, en el que los especialistas Marianne Toussaint, Mariana Ozuna, César Cañedo y Sergio Valero, con Javier Garciadiego como moderador, resaltaron los principales valores de su lírica y derribaron algunos mitos relacionados con su muerte prematura, a los 24 años.

 

Autor de una obra compuesta por 80 poemas, una obra de teatro y 12 textos epistolares, Acuña es considerado uno de los más destacados representantes del romanticismo mexicano y una de las leyendas de la literatura nacional, en parte por la historia que rodea a su poema más conocido: Nocturno a Rosario, dedicado a Rosario de la Peña, su principal musa y amor no correspondido.

El poeta César Cañedo refirió que la muerte del coahuilense se debió no sólo al factor del desamor, aunque la leyenda lo resalta entre todos los demás. La preocupación e incertidumbre económica era otro motivo que afligía a Acuña. Su familia le había dicho que se quedara a estudiar en la Ciudad de México y que lo ayudaría como pudiera. Sin embargo, no era fácil vivir en la capital. “Su personalidad melancólica y con tendencias suicidas se refleja en su arte. Hay una recurrencia por la muerte, las escenas escabrosas o los cadáveres, ya que, como estudiante de medicina, sentía fascinación por esto. Pero también hay algo de obsesión. Me parece que no es un solo factor el que lo condujo a la muerte, y su vena romántica la podemos leer ahora de manera crítica”, enfatizó.

Sobre este mismo aspecto, se citó como ejemplo el poema Aislamiento, en el que Acuña exaltó la soledad que lo aquejaba. El novel poeta se trasladó a los 17 años a la capital del país para estudiar en la Escuela de Medicina, donde se inscribió en 1868 y vivió en la celda número 13. Al respecto, la investigadora y académica Mariana Ozuna recordó que el poeta Juan de Dios Peza, uno de sus mejores amigos, escribió unas páginas muy precisas en las que mencionó que ese lugar era frío, oscuro, húmedo y con un catre al que le colgaba un sarape.

Eran unas condiciones verdaderamente malas. Mencionó Peza que era mucha la pobreza en términos de hambre para Acuña. Tenía que andar con los amigos, que era común en la época, pero había algunos a quienes les iba un poco mejor porque tenían otros trabajos. Además, dijo Peza con decoro, que la lavandera le lavaba y le almidonaba de fiado, e incluso le daba dinero. Cuando murió, nadie lo sintió tanto como ella, agregó Ozuna.

Por su parte, Marianne Toussaint recordó que Manuel Acuña tuvo una relación amorosa con la poeta Laura Méndez de Cuenca, con quien tuvo un hijo que falleció tiempo después, y que los mejores poetas de ese tiempo estaban enamorados de Rosario de la Peña.

Lo grave es que todo el tiempo ella trató de quitarse la piedra que significaba ser la Rosario de Acuña. Ella quería ser la Rosario de ella y su gran amor era Manuel M. Flores. Sin embargo, ella fue la Rosario de Acuña, y Laura, que hubiese querido ser de Acuña, terminó siendo Laura Méndez de Cuenca, porque se casó con Agustín Cuenca. Después de toda esta fantasía que se cuenta alrededor del suicido, de la vida y de los deslices, Rosario cayó en desgracia económica, nunca se casó y estuvo envuelta en ese vértigo del ayer. Ella se quedó atrapada en ese montaje, porque parece que Acuña lo hubiera armado así, como una obra de teatro, comentó la poeta.

A Manuel Acuña, coincidieron los ponentes, se le debe una gran obra y poemas célebres como Nocturno a RosarioAnte un cadáverLa vida en el campo y A la Luna. Con respecto a la trascendencia de estos versos y su presencia en la literatura mexicana, Sergio Valero dijo que no faltan argumentos para asentar que al poeta que hoy homenajeamos le sobran méritos para ser reconocido como el padre fundador de la lírica patria, así de grandilocuente y rimbombante, ni más ni menos.

“Como es de dominio popular, la existencia del poeta fue muy corta. Apenas alcanzó a vivir 24 años, de los cuales se presume que sólo los últimos cuatro los dedicó al ejercicio de la escritura poética. Se conoce el genuino cariño que despertó en vida, los reconocimientos que le fueron otorgados a partir de la lectura de sus versos, así como la relevancia que le adjudicaron a los mismos ya desde entonces, finalizó.