- En la Sala Manuel M. Ponce se llevó a cabo una mesa de análisis y retrospectiva de las obras del autor coahuilense
- En el marco del ciclo Protagonistas de la literatura mexicana
A partir de una revisión sobre lo que implica escribir minificciones y los elementos que conforman este género literario, inmerso en la brevedad, el humor y la intertextualidad, la noche de ayer se llevó a cabo una mesa de análisis en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, como parte del ciclo Protagonistas de la literatura mexicana, en la que se abordaron las obras del coahuilense Armando Alanís Canales, considerado uno de los escritores más destacados en este rubro.
En la actividad, organizada por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), participaron Javier Perucho, Adriana Azucena Rodríguez, Iliana Vargas y el autor, quienes realizaron un análisis retrospectivo de las obras y abordaron los pormenores de la minificción.
“Una característica propia de la minificción es su hibridez, ya que es un género fronterizo que roza o se confunde con otras manifestaciones de la realidad extrema, como el aforismo, el epigrama, el poema en prosa o el epitafio. A veces se confunde tanto que un texto de Torri, Arreola o Cortázar se incluye en antologías de cuentos breves o de poesía por igual”, comentó Armando Alanís.
Explicó que uno de los mayores retos literarios que tiene dentro del género es “ser lo más breve posible, llegar a la brevedad extrema, una de las características de la minificción, junto con el humor sumado a una dosis de perversidad, como el humor negro, la ironía, el sarcasmo y la paradoja.
“Otro elemento interesante es la intertextualidad, es decir, el diálogo que establece, no necesariamente con sus similares, sino con otras obras literarias o aspectos de la cultura, la historia, la sociología o la psicología, entre otros”, dijo.
El también periodista y profesor mencionó que es un escritor de restaurantes y cafeterías, “no porque mis libros se vendan en estos establecimientos, sino porque aquí es donde escribo muchas veces; de hecho, procuro hacerlo todos los días”.
Sin embargo —agregó—, mis ideas para escribir no tienen horario, pues uno se las encuentra en la calle. Por donde transito me puedo encontrar dos comadres en el mercado o en un edificio a gente que me cuenta algo interesante, dos compadres en la cantina o pequeños incidentes de la vida cotidiana, no necesariamente trágicos. Todo esto nutre mi escritura. Claro, siempre he dicho que si uno se basa en hechos reales, hay que alterarlos un poco para que la minificción o el cuento resulten más interesantes.
“Empecé a escribí minificciones cuando este género no estaba de moda. Hace tantos años que no quiero ni contarlos. Mi primer cuaderno de apuntes se remonta a mediados de los años setenta y mi primer cuento ocupa media página, se llama Imaginación. No sabía que el primero que escribía este tipo de obras era mi paisano Julio Torri, a quien conocí años después”, recordó el escritor.
Alanís Canales dijo que, como todo escritor, su intención era escribir novelas largas, tipo Dostoievski o Kafka. “Años después colaboré en el suplemento cultural dominical del periódico Vanguardia, donde me pedían textos breves. Así empecé a escribir minificciones, sin saber que ese género ya estaba flotando en el ambiente literario.
“Con el transcurso del tiempo, he escrito textos cada vez más breves, incluso hasta de una sola línea, pero de todas formas me sigue interesando escribir una novela o cuentos más largos. Ya es tiempo de dejar atrás a las sirenas porque los ‘minificcionistas’ hemos abusado demasiado de ellas”, mencionó en tono de broma.
La escritora Iliana Vargas dijo que, con este tipo de homenajes a Armando Alanís Canales, el INBAL eleva el género de la minificción a su verdadero estatus literario, ya que hasta ahora ha sido considerado uno de los hermanos menores de la literatura mexicana, a pesar de su larga tradición.
“Las minificciones que más llaman la atención de Alanís Canales son aquellas en las que nada es evidente ni literal, sino en las que se cuela lo misterioso, lo ominoso y sobrenatural, elementos que caracterizan a lo fantástico”, comentó.
La escritora Azucena Rodríguez mencionó que la minificción es un género tan rico que se confunde con el poema en prosa. “Lo hemos convertido, en Hispanoamérica, en el único género posvanguardista”.