• El próximo martes 8 de marzo a las 19:00 en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia
  • Acompañarán a Sanz las escritoras Anamari Gomís, Julia Santibáñez y Laura Martínez Belli

 

 

La fama, el glamour, el maquillaje y las luces cegadoras de los reflectores, sirven a la novelista Marta Sanz para retratar de manera satírica el mundo en el que vivimos.

 

El próximo martes 8 de marzo a las 19:00 en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, la autora madrileña presentará Farándula, libro ganador del Premio Herralde de Novela 2015, que otorga la Editorial Anagrama.

  • El próximo martes 8 de marzo a las 19:00 en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia
  • Acompañarán a Sanz las escritoras Anamari Gomís, Julia Santibáñez y Laura Martínez Belli

La fama, el glamour, el maquillaje y las luces cegadoras de los reflectores, sirven a la novelista Marta Sanz para retratar de manera satírica el mundo en el que vivimos.

El próximo martes 8 de marzo a las 19:00 en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, la autora madrileña presentará Farándula, libro ganador del Premio Herralde de Novela 2015, que otorga la Editorial Anagrama.

 

En este acto, acompañarán a Sanz las también escritoras Anamari Gomís, Julia Santibáñez y Laura Martínez Belli, en lo que será una tertulia íntima.

 

Farándula, es según su creadora, una sátira divertida y salvaje que surgió de su experiencia como trabajadora de la cultura. “El oficio de los actores es como una metáfora del mundo en el que ahora vivimos: un mundo que brilla por fuera, pero que por dentro está lleno de pequeñas miserias cotidianas.  La farándula es, en efecto, un ámbito muy contradictorio. Dentro de ella se suscitan los mayores odios y las mayores adoraciones”, comentó la española.

 

Sanz explicó que su novela se nutre del entretejido de pequeñas historias de la adaptación al teatro de la películaAll about Eve (1950). “Nos encontramos con muchas paradojas, por ejemplo la de que un actor, crítico con el sistema económico y social, sea premiado por ese mismo sistema, y eso le incapacite para poder seguir siendo crítico; o la de que una actriz que ha sido una gran diva de la escena y que al llegar a la vejez no tenga literalmente ‘dónde caerse muerta’”.

 

Para la literata “en la profesión de actor, igual que en la de escritor, existen diferentes clases sociales en las que unos pocos son los representantes del glamour y otros muchos trabajan como cómicos de la legua o han de complementar sus ingresos desempeñando labores que nada tienen que ver con su profesión.

 

“Muchos escritores, artistas plásticos y músicos vemos cómo cambia nuestra relación con un público al que hay que ‘complacer'. Para mí, la cultura es un concepto que debería vincularse con la educación más que con el espectáculo y por eso, aspiro a tener lectores que no se sientan clientes de un producto, sino seres humanos intrépidos dispuestos a que un libro les remueva de arriba abajo por el fragmento de la realidad que ilumina, pero también por cómo está escrito”, sostuvo.

 

Los mejores tiempos (2001), La lección de anatomía (2008), Black, black, black (2010) y Un buen detective no se casa jamás (2012), son algunas de las novelas de Marta Sanz, quien además colabora en las secciones culturales de los diarios españoles El PaísEl mundo Público. 

 

 

“Me gustaría que la novela, a través de los lentes deformantes de la sátira, a la manera de Valle-Inclán, nos colocase a todos en una posición de ver mejor. Que los lectores se parasen a reflexionar entre risa y risa, entre crueldad y crueldad. Y que esa lentitud les llevase a preguntarse hasta qué punto la lucidez es una forma de la felicidad o del dolor, hasta qué punto ser crítico hace daño en este contexto donde se explota interesadamente la idea de que hay que ser proactivo, resiliente, energético y emprendedor a todas horas.

 

“Deseo que con este libro nos preguntemos por el significado de palabras que nos están robando. Puede que el papel de la literatura y de las artes en general tenga que ver con eso, con devolverle a las palabras un significado perdido”, concluyó.