Paulina Lavista, Adolfo Echeverría, Javier García Galiano, y Anamari Gomís recordaron este fin de semana  en el Palacio de Bellas Artes a Salvador Elizondo, a 10 años de su fallecimiento. Destacaron sus virtudes como docente con las cuales, durante más de 20 años, contagió a muchas generaciones de estudiantes en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

 

Paulina Lavista, quien fuera su esposa, lo describió como hombre con cualidades y defectos. Era, dijo, insoportable a veces, pero simpático y generoso. En el terreno profesional lo que más amaba era ser maestro y todo debía hacerse con un método.

 

Paulina Lavista, Adolfo Echeverría, Javier García Galiano, y Anamari Gomís recordaron este fin de semana  en el Palacio de Bellas Artes a Salvador Elizondo, a 10 años de su fallecimiento. Destacaron sus virtudes como docente con las cuales, durante más de 20 años, contagió a muchas generaciones de estudiantes en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Paulina Lavista, quien fuera su esposa, lo describió como hombre con cualidades y defectos. Era, dijo, insoportable a veces, pero simpático y generoso. En el terreno profesional lo que más amaba era ser maestro y todo debía hacerse con un método.

 

Como Salvador Elizondo hay pocos escritores, aseguró Anamari Gomís, quien resaltó su interés por la ciencia y la filosofía y lo impecable de su trabajo poético. En tanto, Adolfo Echeverría subrayó que con tantos años como maestro  Elizondo construyó un personaje de sí mismo frente a sus alumnos. Sus clases, aclaró, eran muy heterodoxas, las daba muy a su aire, “no le gustaba que tomáramos apuntes, prefería que el contacto fuera más directo, menos académico. Buscaba moldear una cierta sensibilidad o dejar impreso un sello, más que transmitir una serie de conocimientos”.

 

Por último, Javier García Galiano destacó su capacidad de conversador y su facilidad para convertir cualquier plática en una cátedra.