- A partir de este año, dicho certamen llevará el nombre de la escritora que pasó su infancia en esa entidad y la marcó en su devenir literario
- En la celebración del 90 aniversario del nacimiento de la cuentista, la directora general del INBA, Lidia Camacho, le hizo entrega de un reconocimiento
El Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) rindió homenaje a la escritora de lo fantástico Amparo Dávila en su 90 aniversario de vida --que se cumple este 21 de febrero--, con una reunión de amigos, familiares y colegas que se dieron cita la noche del martes 20 de febrero en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes para destacar la vida y obra de la zacatecana.
Con la presencia de la propia escritora, en una charla participaron sus colegas Laura Cázares, Alejandro Toledo y Agustín Ramos; se proyectó una videoentrevista a la artista, se leyó su cuento El espejo y se le entregaron dos reconocimientos, uno del INBA y otro del Gobierno del Estado de Zacatecas.
Ahí mismo, la directora general del INBA, Lidia Camacho, hizo el anuncio de que el Premio Bellas Artes de Cuento San Luis Potosí, certamen creado en 1974, llevará, a partir de este año, el nombre Premio Bellas Artes de Cuento Amparo Dávila.
Esto fue una propuesta que hizo el INBA, afirmó la funcionaria federal. “Como es sabido, gran parte de la infancia de Amparo Dávila transcurrió en la ciudad de San Luis Potosí, una etapa determinante en su formación personal y como escritora”.
Y recordó: “A mediados de los años 50 (del siglo XX), en plena época de grandes revelaciones y la aparición de obras de gran aliento que habrían de definir el perfil de la literatura mexicana contemporánea, se dio a conocer Amparo Dávila, una autora que ha permanecido en el interés y en el aprecio de exigentes lectores del país y del extranjero.
“De su obra se ha destacado, en primer término, su deslumbrante inteligencia, una inteligencia manifiesta ya en su temprana poesía y que más tarde habría de llamar la atención de don Alfonso Reyes, quien la animó a incursionar además en la narrativa, tarea que ella emprendió con entusiasmo y disciplina”
Lidia Camacho subrayó que Amparo Dávila se propuso develar el misterio de la existencia que atormenta a mujeres y a hombres en su más llana cotidianidad. Para ella, dijo, la existencia de cada día “se configura como un umbral de claroscuros, donde cordura y locura coexisten y la vida acecha a cada instante”.
Destacó asimismo que la maestría de la escritora homenajeada ha sido reconocida de manera singular en países de Sudamérica, donde existe una gran tradición literaria fantástica. “Muchas fueron las críticas elogiosas a su trabajo y se ha mencionado reiteradamente el afecto de Julio Cortázar por su escritura”.
Pero también resaltó que en México, en 1977, la obra de Amparo Dávila fue distinguida por el INBA con el Premio Xavier Villaurrutia y en 2015 se le otorgó la Medalla Bellas Artes, máxima presea para los creadores mexicanos.
En este que ha sido llamado “el mes de Amparo Dávila”, la Coordinación Nacional de Literatura del INBA le ha dedicado a su obra sendas sesiones de charlas sobre la trascendencia de su obra, pláticas de autores que narran la influencia en sus creaciones, lecturas de obra y un curso de literatura fantástica, todas ellas con gran éxito, dijo la directora general del Instituto.
Al recibir una placa de reconocimiento, la autora de los libros de cuento Tiempo destrozado (1959), Música concreta (1964), Árboles petrificados (1977) y Con los ojos abiertos (2008) dijo: “Con mucha emoción recibo este inesperado homenaje, nunca esperado ni pensado, puesto que soy una persona muy frágil y enfermiza que jamás creyó llegar a estos años.
“He vivido la literatura como una parte de mí misma, como una necesidad inherente a mi persona, como una forma ineludible de expresión y nunca como una profesión que busca un reconocimiento, una remuneración o alcanzar un puesto determinado, sino más bien como una vocación o, mejor dicho, como lo he expresado muchas veces, como una larga y terca pasión que nació con mi vida y se irá con ella. Solo la sostiene el deseo y la esperanza de lograr unos textos, llámense cuentos o poemas, redondos, plenos de rigor estilístico, armonía y belleza literaria”.
Al homenaje se sumó el Gobierno del Estado de Zacatecas que, a través de Alfonso Vázquez Sosa, director del Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde, le hizo entrega de otra placa y le externó felicitaciones del pueblo. “La entidad está muy orgullosa de su obra, su nombre significa mucho para nosotros y los jóvenes reconocen y siguen su obra, un ejemplo a seguir en todo el país. Ella está vigente en Zacatecas, se le quiere y se le respeta”, enfatizó.
En la charla previa a la entrega de los reconocimientos, la investigadora Laura Cázares expresó su agradecimiento a Amparo Dávila “por hacernos disfrutar de una obra literaria extraordinaria. No nos sorprende el entusiasmo que siguen generando sus relatos en sus lectores, puesto que ella es una estupenda narradora”.
Luego se refirió a dos cuentos realistas de la autora zacatecana: Estela Peña y Radio Imer Opus 94.5, en los cuales, dijo, se evidencia que la palabra amor significa dos cosas diferentes para el hombre y para la mujer. “En ambos hay personajes femeninos que se enamoran y buscan hacer su vida: Estela e Irene, personajes comunes y corrientes, nada extraordinarios, los cuales, sin embargo, nos dejan una marca indeleble”.
En su oportunidad, el escritor Alejandro Toledo comentó una serie de sucesos recientes e inesperados que le recordaron diversos personajes de la obra de Amparo Dávila: un hombre triste y solitario, virtuosos del dolor; una mujer de peinado alto, desconocida, que le contó su vida, entre el crepúsculo y la noche, y otros.
Luego señaló: Amparo Dávila es parte de un paisaje en el que se ubican Alfonso Reyes, Francisco Tario, Juan José Arreola, Carlos Fuentes y José Emilio Pacheco. “Puede ser vista como cuentista excepcional, pero ocurre que la literatura fantástica mexicana ha sido leída de forma aislada, fragmentando los hallazgos y no hay una visión integral. Por ello suele cometerse injusticias, olvidando de pronto a autores fundamentales como ella”.
Y agregó: “Siempre hay algo bestial en sus relatos y esa realidad extraña suele venir del interior de sus personajes, su temor es interno y no solo psicológico. Hay fronteras entre la realidad y el sueño por los que navega; su narrativa es como un barco ágil que sale de aquí para allá y crea una situación misteriosa que no se extingue cuando el texto concluye”.
Finalmente, Agustín Ramos comentó en su momento: “Gracias a Amparo Dávila por lo que significa su vida y su obra, si es que una se puede desprender de la otra. Ella es muy particular”.
En un texto titulado Cómo se transmuta una vivencia o anatomía de Amparo Dávila, recordó que hace 24 años ambos iniciaron una discusión acerca de si ella era una escritora fantástica y si la literatura servía para algo.
Se refirió a los personajes creados por la homenajeada y a sus vivencias “como seres sobrevivientes que están llegando o se están yendo --el ser como estar, el ser y su estancia--; como casa deshabitada cual pabellón desairado por la vida; como persona vacía, rodeada de precariedad: la precariedad de la literatura. Todo esto ella lo transmuta en narraciones autónomas, en fuego, en llaga que deja el fuego. Todo eso es Amparo Dávila en la literatura mexicana”.
En la sesión, alumnos de la Escuela Nacional de Arte Teatral del INBA, dirigidos por el maestro Antonio Algarra, hicieron la lectura dramatizada del cuento de Amparo Dávila titulado El espejo.