- Inició el curso Amparo Dávila y la literatura fantástica que imparte la investigadora uruguaya Alejandra Amatto
- La escritora zacatecana cada día tiene más lectores y es más estudiada en las aulas universitarias, incluso es tema de maestrías y doctorados, aseguró Amatto
A propósito de los 90 años del nacimiento de Amparo Dávila, que se cumplirán el próximo 21 de febrero, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) ha preparado una serie de actividades para revalorar a la autora de Árboles petrificados (que le hizo ganadora del Premio Xavier Villaurrutia en 1977), Perfil de soledades y Tiempo destrozado, entre otros libros.
Una de ellas es el curso introductorio Amparo Dávila y la literatura fantástica que imparte la investigadora uruguaya Alejandra Amatto los lunes de las 17:00 a las 19:00, hasta el 19 de marzo, en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia.
Alejandra Amatto dijo que “el objetivo del curso es entender cuál es la trayectoria de la literatura fantástica en México y cómo se inserta en ésta -de una manera particular, destacadísima- Amparo Dávila, a quien en sus 90 años se debe revalorar, ya que hace algún tiempo era tratada como una autora de culto”.
Afirmó que la amiga de Julio Cortázar y secretaria de Alfonso Reyes “es una escritora muy trascendente”, porque en el momento en que empieza a escribir lo hace de una forma innovadora debido, tal vez, a que era una gran lectora de Edgar Allan Poe y de Cortázar, entre otros narradores de corte fantástico; por lo tanto, estaba en medio de un camino muy destacado en este género literario.
Según la investigadora, académica y doctora en Literatura Hispánica por El Colegio de México, Dávila se enfrentó a dos contracorrientes en su juventud: su condición de mujer y su elección de escribir literatura fantástica, un género marginal en las letras mexicanas de esos años.
La especialista en la obra de Juan Carlos Onetti, Jorge Luis Borges y Francisco Tario apuntó que, en sus primeros años, Amparo Dávila se encontraba en una fase marginal. No fue el momento para que las mujeres tuvieran un lugar privilegiado en el mercado editorial. Sin embargo, logró acceder a éste a través de un género que era considerado evasivo y lúdico, al que no se le prestaba mucha atención.
Amatto –quien es coordinadora del Seminario de literatura fantástica hispanoamericana (siglos XIX, XX y XXI) en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM- señaló que la visión actual sobre la literatura fantástica ha cambiado, incluso la reciente publicación de sus obras completas ha hecho que Dávila sea leída por más lectores.
Se congratuló que la escritora nacida en Zacatecas en 1928 sea cada día más estudiada en las aulas universitarias, incluso que sea tema de maestrías y doctorados.
Apuntó que Dávila comparte semejanzas y diferencias con su homóloga Guadalupe Dueñas. Entre ambas hay puntos de contacto, pero tienen estilos muy particulares. Y al igual que Dávila, el legado literario de Dueñas ha empezado a ser explorado y revalorado en las escuelas. Ambas eran marginales porque exploran elementos discursivos de una narrativa femenina que problematiza la condición de la mujer frente a episodios de la realidad, explicó.
Informó que la ex esposa del pintor Pedro Coronel aún mantiene en el tintero un par de relatos que continúa puliendo. A pesar de ser una persona mayor, sigue pensando e ideando cuentos, es una escritora que sigue reflexionando en torno a su propio proceso de escritura, concluyó Amatto.
Perteneciente a lo que se conoce como la Generación del medio siglo, Dávila es autora de Salmos bajo la luna (1950), Meditaciones a la orilla del sueño (1954), Música concreta (1964), Árboles petrificados (1977) y Muerte en el bosque (1959).