• Sobre el oficio de traductor, el sábado 25 de noviembre en la Sala Manuel M. Ponce
  • Asimismo, visitó la Capilla Alfonsina para conocer el acervo artístico, bibliográfico y documental que resguarda

El ganador del Premio Internacional Alfonso Reyes 2017, Alberto Manguel, impartió la conferencia La otra escritura: elogio del traductor, en la que ahondó en diversos aspectos del campo de la traducción, como su construcción, los problemas y desafíos que enfrenta y la tarea de quienes la ejercen, en un diálogo ameno que permitió apreciar el amplio conocimiento y la experiencia del escritor bonaerense en este ámbito.

Previo a la plática, efectuada el sábado 25 de noviembre en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Lidia Camacho, afirmó que la institución celebra la entrega del Premio Internacional Alfonso Reyes 2017 “a un hombre de letras; a un viajero incansable; a un ciudadano del mundo: Alberto Manguel, por su valioso legado a la preservación y el desarrollo de la cultura universal, patrimonio común de toda la humanidad.

 

“Esta tarde tenemos el privilegio de recibir la visita de este sobresaliente escritor, crítico literario y colaborador habitual de importantes diarios y revistas internacionales, Alberto Manguel, quien ha hecho una aportación importante al canon literario universal a través de la edición de numerosas antologías sobre el erotismo, la literatura fantástica y la de misterio. Es un humanista en el sentido pleno y, a semejanza de don Alfonso Reyes, ha dedicado su vida a la palabra”, refirió la titular del INBA.

 

En la conferencia, Manguel, director de la Biblioteca Nacional de Argentina, señaló que la traducción es una copia literal de la copia del arquetipo del mundo en el que vivimos. “Apunta Alfonso Reyes que en el campo de la traducción es arriesgado hacer afirmaciones generales. Sin embargo, me arriesgo yo a proponer que traducción es el nombre que usamos para designar el acto más íntimo de la lectura”.

 

Recientes estudios han demostrado que la zona de nuestro cerebro que organiza la recepción de textos es la misma que nos permite discernir formas y distancias, agregó. “Leer desde un punto de vista fisiológico es traducir las formas del universo en representaciones imaginarias y a la vez espaciales. Leer es traducir materialmente la realidad del mundo en nuestra propia y sentida realidad. Y nombrar algo ya es traducirlo.

 

“Podemos leer un texto traducido con el mismo ojo crítico con el que podemos leer el texto original, pero, en cuanto tomamos conciencia de que lo que estamos haciendo es una traducción, ya no lo hacemos de la misma manera. La experiencia de los filósofos nos ha enseñado que dos cosas idénticas no pueden existir en este mundo, por lo tanto una traducción nunca podrá ser el calco fiel del original”.

 

Los problemas de la traducción no son diferentes a los de la creación literaria, aseveró. “La visión del texto futuro que tiene el escritor antes de escribir es comparable a la lectura que hace el traductor del original antes de ponerse a traducir. En el caso del escritor y el traductor, todo texto tiene su origen en otros textos. Nadie escribe desde el vacío, y una traducción necesita de un original para existir”.

 

El ensayista sostuvo que existen tres tipos de traducción: la que familiariza al lector con lo extranjero, sobre todo a partir de versiones literales como La Biblia de Lutero; la que busca vicarios en la lengua hasta llegar a inventar términos que sustituyen a los originales para hacer crecer en tierra y campos propios frutos ajenos, y la que no es exacta, inexacta, literal o fantasiosa, sino que aspira a tener la misma calidad que el texto original.

 

“Los estudiosos medievales, empezando por San Agustín, exigían del traductor un elemento que llamaban caritas y que nosotros traducimos imperfectamente por caridad, pero querían decir cuidado de lo esencial, profundo entendimiento amoroso, consideración por el bienestar del otro, respeto por el sentido de sus palabras y severa atención a su voz”.

 

El mismo sábado, antes de la conferencia, el galardonado visitó la Capilla Alfonsina, donde conoció el acervo artístico, bibliográfico y documental que resguarda y el cual sigue la ruta definida por las escuelas y estilos en los que se condensa la vida, la obra y las predicciones del regiomontano universal.

 

“Estuve muy emocionado de visitar la Capilla Alfonsina porque el fantasma de Alfonso Reyes habita todavía este lugar, y con él están Borges, Fuentes y tantos escritores que yo admiro. Es un lugar bellamente hechizado y ha sido maravilloso estar aquí”.

El escritor Alberto Manguel visitó el Palacio de Bellas Artes para ofrecer la conferencia La otra escritura: elogio del traductor. Estuvo presente Lidia Camacho, directora general del INBA