o Saúl Ibargoyen, Roberto Nava, Adriana Tafoya y Arturo Terán y Mendoza acompañarán al autor
o El miércoles 7 de septiembre a las 19:00 en la Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes
Escribir como forma de redimirse por medio de la poesía y para sublimar a través de la literatura los instantes dolorosos y la pérdida, fue el motor de Gustavo Alatorre (Ciudad de México, 1979) para materializar su más reciente poemario, Epístolas mayores o el libro de la oscuridad, en el que, en cada verso, está convencido de permanecer en un laberinto del que no podrá salir. Así es el duelo. O por lo menos así lo ha vivido él. Dice escribir para una sociedad banal, donde todo parece estar condenado al vacío.
Los escritores Saúl Ibargoyen, Roberto Nava, Adriana Tafoya y Arturo Terán y Mendoza acompañarán al autor en la presentación del volumen, el miércoles 7 de septiembre a las 19:00 en la Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes. La entrada será gratuita.
o Saúl Ibargoyen, Roberto Nava, Adriana Tafoya y Arturo Terán y Mendoza acompañarán al autor
o El miércoles 7 de septiembre a las 19:00 en la Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes
Escribir como forma de redimirse por medio de la poesía y para sublimar a través de la literatura los instantes dolorosos y la pérdida, fue el motor de Gustavo Alatorre (Ciudad de México, 1979) para materializar su más reciente poemario, Epístolas mayores o el libro de la oscuridad, en el que, en cada verso, está convencido de permanecer en un laberinto del que no podrá salir. Así es el duelo. O por lo menos así lo ha vivido él. Dice escribir para una sociedad banal, donde todo parece estar condenado al vacío.
Los escritores Saúl Ibargoyen, Roberto Nava, Adriana Tafoya y Arturo Terán y Mendoza acompañarán al autor en la presentación del volumen, el miércoles 7 de septiembre a las 19:00 en la Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes. La entrada será gratuita.
“No creo en los absolutos”, aclara Alatorre en entrevista con la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes. Se refiere a la gente que forma parte de esa sociedad impersonal, donde se sustituyen irremediablemente unos por otros y nada queda; donde la gente ama y odia de la misma forma. Sin embargo, aún confía en esos pocos que van a la inversa, y para ellos escribe.
“Pienso que existe todavía gente, incluso en una sociedad del vacío, que gusta de lo trascendente y de lo poco superficial. Para esas personas escribo, para quienes existe la poesía. El arte, en cualquiera de sus manifestaciones, siempre será una puerta hacia las profundidades del ser”.
La correspondencia fue un buen soporte para él al momento de escribir, por ello el título del poemario. Cree en las cartas no solo como un acto comunicativo, sino también como un género que se trasciende a sí mismo: “Implica un testimonio, una confesión, emociones, y muchas”. Pero, ¿a quién le dirige estas cartas en medio de su insondable duelo? ¿A la vida o a la muerte? ¿O quizás sean lo mismo? “Es un mensaje lanzado al vacío que alguien debe o habrá de recibir”.
Este volumen no puede dejar de leerse sin entender la coexistencia de todos sus poemas en conjunto. Cada uno de ellos es un vaso comunicante en los que todo el tiempo está presente el significado transitivo de la vida. “El libro habla de lo efímero del amor y la vida; de muerte y de círculos que se cierran; es un testimonio de duelos”.
A diferencia de sus anteriores poemarios, como Guardar el Infierno (2009), que le llevaron entre siete y nueve años terminarlos, esta nueva obra es más intempestiva, pues la escribió en solo tres meses, debido a un suceso doloroso. “Es un libro que nació y se concretó a raíz de la muerte de mi hijo”, explica. Con Epístolas mayores o el libro de la oscuridad no solo espera comunicarse, sino sentir un diálogo directo con sus lectores. “Sobre su importancia estética ya el tiempo le dará su debido lugar”.