• Con la participación de María Luisa La China Mendoza y Marcela del Río
   
• Ambas escritoras entablaron una charla en la que hablaron de su vida y obra
   
• Acercar a las nuevas generaciones el conocimiento de mujeres que han destacado en las letras, objetivo del ciclo: Jonathan Minila

Con la participación de dos de las más importantes escritoras mexicanas: María Luisa La ChinaMendoza y Marcela del Río, este martes 9 de febrero en el Palacio de Bellas Artes inició el ciclo Mujeres de letras, organizado por la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

En el Área de Murales, rodeadas por las obras de Siqueiros, Orozco, Tamayo y Camarena, ambas escritoras, integrantes de la generación de 1930, entablaron con el público una amena charla acerca de su obra, aderezada con emotivas y divertidas anécdotas de su paso por la adolescencia, la literatura, el teatro, la docencia, la diplomacia: la vida dentro de las artes.

• Con la participación de María Luisa La China Mendoza y Marcela del Río
   
• Ambas escritoras entablaron una charla en la que hablaron de su vida y obra
   
• Acercar a las nuevas generaciones el conocimiento de mujeres que han destacado en las letras, objetivo del ciclo: Jonathan Minila

Con la participación de dos de las más importantes escritoras mexicanas: María Luisa La ChinaMendoza y Marcela del Río, este martes 9 de febrero en el Palacio de Bellas Artes inició el ciclo Mujeres de letras, organizado por la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

En el Área de Murales, rodeadas por las obras de Siqueiros, Orozco, Tamayo y Camarena, ambas escritoras, integrantes de la generación de 1930, entablaron con el público una amena charla acerca de su obra, aderezada con emotivas y divertidas anécdotas de su paso por la adolescencia, la literatura, el teatro, la docencia, la diplomacia: la vida dentro de las artes.

En la presentación Jonathan Minila, subdirector de la Coordinación Nacional de Literatura del INBA, explicó que el ciclo Mujeres de letras es un esfuerzo del INBA por reconocer a mujeres comprometidas con las letras mexicanas, no solamente como narradoras o como poetas, sino también como periodistas, dramaturgas, académicas y más.

“La idea –explicó— es que a través de charlas frente a frente con el público las creadoras difundan su obra y tengan un acercamiento con la gente, principalmente los jóvenes que no las conocen; romper barreras y distancias para conocerlas, oírlas y saber de sus experiencias para darse cuenta que la literatura también es un camino de vida”.

Informó que las sesiones se realizarán una vez al mes  en el Palacio de Bellas Artes y que en marzo próximo la sesión coincidirá con la celebración del Día Internacional de la Mujer. Ese día, dijo, se hará un reconocimiento a la escritora Elena Garro, con la participación de la periodista Patricia Vega y la narradora Beatriz Espejo. En  los siguientes meses, se sumarán otras destacadas exponentes de las letras mexicanas.

En la primera charla del ciclo Mujeres de letras coincidieron dos narradoras y periodistas, mujeres valientes que han destacado en la literatura, dos amigas que sin saber, dijeron, el destino las mantendría unidas a lo largo de la vida, desde su educación inicial hasta en la edad madura, compartiendo la pluma y los vaivenes de la vida.

María Luisa La China Mendoza (Guanajuato, 1930), ganadora del Premio Nacional de Periodismo y del Premio Nacional de Novela José Rubén Romero,  se refirió de entrada a su novela Con él, conmigo, con nosotros tres (1971), en la que se refiere, dijo, al temor de todos los poetas: saber quién es “esa tercera persona desconocida que se encuentra entre nosotros”.

Recordó sus años de infancia en Guanajuato, su etapa de estudiante en la Universidad Femenina, a sus eternos acompañantes --sus perros--, su inicio en la literatura, la tragedia de Tlatelolco –donde vivió junto a Marcela del Río--, etapas todas en las que siempre estuvo su padre con su inmenso amor. “No fui una niña hermosa, pero sí fui la más feliz y la más inteligente”, consideró.

Por su parte, Marcela del Río añadió a la noche de Tlatelolco donde vio, junto con La China, cuerpos ensangrentados de jóvenes estudiantes al tiempo que trataba de salvar sus libros del incendio provocado por las balas. Luego habló de sus inicios en el teatro. Invitado su grupo a un festival en Rusia, éste se desintegró en plenos ensayos, por lo que ella sola enfrentó el reto y escribió su primer monólogo: Fraude en la tierra (1957).

Al respecto, contó dos anécdotas: el manuscrito de esta obra lo dejó en un taxi y emprendió una persecución de transporte en transporte para recuperarlo. Igual le sucedió con El pulpo. Tragedia de los hermanos Kennedy (1970), Premio Juan Ruiz de Alarcón, el cual quedó en una maleta extraviada durante un viaje de Guadalajara a la Ciudad de México. Después de largas indagaciones, resultó que se lo entregó un vecino del mismo edificio donde ella vivía, quien también había viajado con una maleta idéntica a la suya.

Marcela del Río (1932), escritora, diplomática y profesora, narró las vicisitudes de la muerte de su esposo, el afamado violinista Hermilo Novelo, quien falleció en un accidente automovilístico en 1983. Su cuerpo ingresó a un hospital como desconocido y ahí estuvo durante varios días. En ese trance desapareció su valioso violín Guarneri y tras intensas investigaciones le fue entregado, pues lo habían robado. Contó Marcela del Río que posteriormente tuvo que vender el instrumento  de su amado para solventar sus acumulados gastos económicos.

La diplomática subrayó que a los 53 años de edad, luego de la muerte de Hermilo Novelo, terminó su educación secundaria, ingresó a la preparatoria abierta y realizó en seis meses la carrera de Letras. Se desempeñó como diplomática y obtuvo el doctorado en Letras en Florida, Estados Unidos. No doblegada ante el dolor, expresó, “hice mi carrera a la velocidad del rayo”.

Ambas escritoras coincidieron en escuelas, en grupos académicos y de críticos de teatro, aunque se conocieron plenamente en la edad madura. Han viajado juntas, han compartido temas y preocupaciones que han llevado a las letras. Hoy son dos de las escritoras mexicanas más reconocidas. “Nuestras vidas han sido como un juego de espejos, afectuoso, y de admiración mutua”, concluyeron.