- En la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes se habló del trabajo del artista plástico como lector, editor, ilustrador y promotor de la lectura, a manera de celebración por sus 75 años de vida
En su niñez, Francisco Benjamín López Toledo, nacido el 17 de julio de 1940 en Juchitán, Oaxaca, acudía a una pequeña librería que le pertenecía al profesor Beltrán. Como Francisco Toledo era el mejor cliente, el dueño le abría la librería aunque fuera solamente para hojear los volúmenes.
Un día, por casualidad, descubrió un ejemplar de la Divina Comedia con grabados de Gustave Doré. Esto lo asombró. En otra ocasión vio un libro sobre las cruzadas y uno titulado El mundo pintoresco, que le mostró dónde estaban los ríos, los mares y los pueblos del mundo. Toledo leía tanto que su padre mandó hacer un pequeño estante para resguardar su “tesoro de papel”.
- En la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes se habló del trabajo del artista plástico como lector, editor, ilustrador y promotor de la lectura, a manera de celebración por sus 75 años de vida
En su niñez, Francisco Benjamín López Toledo, nacido el 17 de julio de 1940 en Juchitán, Oaxaca, acudía a una pequeña librería que le pertenecía al profesor Beltrán. Como Francisco Toledo era el mejor cliente, el dueño le abría la librería aunque fuera solamente para hojear los volúmenes.
Un día, por casualidad, descubrió un ejemplar de la Divina Comedia con grabados de Gustave Doré. Esto lo asombró. En otra ocasión vio un libro sobre las cruzadas y uno titulado El mundo pintoresco, que le mostró dónde estaban los ríos, los mares y los pueblos del mundo. Toledo leía tanto que su padre mandó hacer un pequeño estante para resguardar su “tesoro de papel”.
Precisamente de su trabajo como lector, editor, ilustrador y promotor de la lectura hablaron largo y tendido Natalia Toledo, Bernardo Recamier, Mardonio Carballo, Francisco de la Cruz y Araceli Mancilla, la noche del miércoles 15 de julio en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, a manera de celebración por los 75 años de vida del artista visual.
La poeta Natalia Toledo contó que su padre meditaba antes de prestar sus libros, debido a que “un día uno de sus hermanos le pidió uno prestado y después de leerlo se lo entregó todo arrugado y doblado. Se enojó muchísimo y se puso a plancharlo hoja por hoja”, recordó.
Agregó que Toledo “cuidaba tanto sus libros que, a veces, se juntaba con sus hermanos y amigos para cuidar que no pasaran las hojas con saliva”.
El cariño y el amor hacia los libros y las ilustraciones a temprana edad ya apuntaban hacia dónde iba Francisco Toledo, quien por esos años empezaba su carrera de ilustrador “no de libros, sino de las paredes de su casa”, para lo cual contaba con el apoyo de su padre.
Relató la poeta oaxaqueña que, desde esa época, en Francisco Toledo “se iba dibujando a un joven interesado en el arte”, quien primero fue ilustrador de carteles de índole político y después artista plástico.
Dijo Natalia Toledo que, de acuerdo con lo que le contó su progenitor, un día en la Ciudad de México, en un restaurante de comida china, él se sentó con los escritores juchitecos Víctor de la Cruz y Macario Matus para planear su primera incursión en el mundo editorial: la revista Iguana Rajada, donde apareció, desde su lanzamiento en 1975, la obra de poetas y narradores del Istmo de Tehuantepec. Fue la primera con contenido en zapoteco, huave, chontal y otras lenguas mexicanas.
Más tarde, en 1983, fundó Ediciones Toledo junto con la poeta Elisa Ramírez, quien coordinó la colección de poesía, el Códice Baranda, El arte del idioma zapoteco y El vocabulario en lengua zapoteca, realizado y recopilado por Fray Juan de Córdova en el siglo XVI, y que es “como la Biblia de los zapotecos”, a decir de Natalia Toledo.
Comentó que, en la colección de poesía, Ediciones Toledo publicó, gracias a la poeta Pura López Colomé,Isla de las Estaciones, el primer libro traducido al español del Premio Nobel de Literatura Seamus Heaney. Posteriormente fue lanzado el poemario La luz de las hojas, del mismo autor, publicado por la editorial Calamus, fundada en 2006 por el artista plástico.
Entre los poetas publicados por Calamus están Antonio Gamoneda y María Baranda, y en fotografía sobresale el libro Juchitán de las mujeres de Graciela Iturbide, una de las mejores amigas del creador juchiteco.
La poeta dijo que lo más reciente que ha editado Francisco Toledo es el material didáctico para los talleres en zapoteco que se realizan en Oaxaca, una investigación del historiador Víctor Cata sobre el cuerpo humano en lengua zapoteca y 20 fábulas de Esopo traducidas a cuatro variantes del zapoteco.
En casi todos los proyectos editoriales que ha emprendido, el pintor oaxaqueño ha contado con el talento profesional del diseñador Bernardo Recamier, señaló Natalia Toledo, quien añadió que Francisco Toledo ha sido ilustrador de obras de Jorge Luis Borges, José Emilio Pacheco y Homero Aridjis, por mencionar algunos autores.
“Francisco Toledo tiene manos de pulpo, porque, mientras piensa en una portada, está atendiendo una llamada, hace citas, lee los periódicos, defiende el Cerro del Fortín, convoca a conferencias, se pelea con los políticos, compra libros para las bibliotecas, dona su colección de arte (bajo el resguardo del Instituto Nacional de Bellas Artes), mece la cuna de los pintores oaxaqueños y vela por el mundo”, resumió la poeta.
En la charla, organizada por el Instituto Nacional de Bellas Artes, también se habló de la creación de dos bibliotecas por parte de Toledo: la del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) y la del Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, donde se resguardan miles de libros y obras de arte.