• Participarán los escritores Rosa Beltrán, José Ramón Enríquez, Humberto Musacchio
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  • Los actores Jesús Ochoa, Antonio Crestani y Miguel Flores leerán fragmentos de su obra
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  • La cita es el miércoles 14 de enero a las 19:00 horas en la Sala Manuel M. Ponce

 

Molestia fue lo que mostró el padre del escritor Ignacio Solares cuando este le comunicó su decisión de ir a la Ciudad de México para estudiar letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Ahora, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) le rendirá un homenaje por sus 70 años de edad y su trayectoria, el miércoles 14 de enero en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Participarán los también escritores Rosa Beltrán, José Ramón Enríquez y Humberto Musacchio.

 

La convicción de Ignacio Solares al elegir esta carrera no se diluyó a pesar de las críticas familiares y de su particular infancia en Chihuahua, su estado natal. Solares se crió con su padre, quien era alcohólico y no tenía trabajo estable, situaciones que lo marcaron notablemente y que después le sirvieron de referencia para escribir sobre esos temas.

  • Participarán los escritores Rosa Beltrán, José Ramón Enríquez, Humberto Musacchio
  • Los actores Jesús Ochoa, Antonio Crestani y Miguel Flores leerán fragmentos de su obra
  • La cita es el miércoles 14 de enero a las 19:00 horas en la Sala Manuel M. Ponce

Molestia fue lo que mostró el padre del escritor Ignacio Solares cuando este le comunicó su decisión de ir a la Ciudad de México para estudiar letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Ahora, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) le rendirá un homenaje por sus 70 años de edad y su trayectoria, el miércoles 14 de enero en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Participarán los también escritores Rosa Beltrán, José Ramón Enríquez y Humberto Musacchio.

La convicción de Ignacio Solares al elegir esta carrera no se diluyó a pesar de las críticas familiares y de su particular infancia en Chihuahua, su estado natal. Solares se crió con su padre, quien era alcohólico y no tenía trabajo estable, situaciones que lo marcaron notablemente y que después le sirvieron de referencia para escribir sobre esos temas.

Los libros han estado presentes en toda su vida, pues su padre fue un gran lector que lo proveyó de material. Parte de su vocación se debe a su formación con maestros católicos en la secundaria y la preparatoria. “El padre Carlos Soltero de la Compañía de Jesús nos puso a leer El Quijote durante un año. Hacíamos trabajos cada semana sobre capítulos diferentes”, recuerda el escritor en entrevista para la Coordinación Nacional de Literatura del INBA.

 

Cuando Ignacio Solares llegó a la Ciudad de México, la marca de haber estudiado con los jesuitas ya era indeleble, y una gran influencia. Entró a estudiar a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. “Fue un época maravillosa, porque tuve grandes maestros, como Rosario Castellanos, Luis Villoro, Ramón Xirau, en fin…  Juan José Arreola, con quien tomé un taller de creación, fue fundamental para mí”.

 

Con el tiempo se convirtió en periodista, otra de sus vocaciones. Luis Spota le dio la primera oportunidad de publicar un cuento a los 19 años de edad en El Heraldo de México. Entrevistó a grandes personalidades del mundo de la cultura. Posteriormente trabajó en Excélsior y años después participó en la revista Plural de Octavio Paz, donde fue jefe de redacción.

 

Pero uno de los cargos que más ha disfrutado ha sido ser colaborador de Diorama de la Cultura, suplemento de Excélsior. Ignacio Solares pertenece a una era en la cual surgieron importantes publicaciones periódicas culturales, como La Cultura en México de la revista Siempre!PluralQuimera, entre otras.

 

Rememora su amistad con José Emilio Pacheco: “Los viernes salíamos del periódico y nos íbamos a cenar a un restaurante chino en la calle de Dolores, caminando. En ese tiempo se podía caminar por la Alameda de forma tranquila, algo que crea nostalgia. Era parte de nuestra actividad cultural, literaria y amistosa”. En aquellos años, asegura, el núcleo intelectual era más pequeño y había más comunicación. “Era otra ciudad y había un ambiente más cálido”.

 

La literatura de Ignacio Solares se caracteriza por hablar de aspectos que aparentemente le están vedados a los humanos. “Lo único que es insoportable es la realidad real”, dice. Es así como su interés por el espiritismo, la parapsicología y por lo oculto lo llevó a escribir algunos de sus libros más conocidos.

 

Al trabajar en Madero, el otro (1989), por ejemplo, el narrador conoció de manera directa los cuadernos originales de los comunicados espiritistas de Francisco I. Madero. “Eso me metió por la puerta trasera, pero de lleno, a la historia, porque me dio toda una visión especial del personaje y hasta de la Revolución Mexicana”.

 

A los 30 años de edad escribió el reportaje literario Delirium tremens. Este trabajo de investigación fue realizado en un sanatorio durante casi un año bajo el auspicio del programa de alcohólicos anónimos del Instituto Mexicano del Seguro Social. El libro recopila 110 testimonios de alcohólicos recluidos. “Fue un trabajo muy gratificante porque en algo contribuyó a dar una idea sobre el problema”.

 

Ignacio Solares se considera el medio, el vehículo que eligen los temas para poder darse a conocer. “De alguna manera están ahí, buscan quién los exprese. Yo creo mucho en eso”. Uno no es más que el medio para que la literatura se traduzca en semblanza, en un libro, en un cuento, asevera. “No deja de ser angustiante el acto de la escritura”.

 

Al ver su trabajo y su vida en retrospectiva, considera que han sido muy satisfactorios, y espera que su obra despierte interés en los jóvenes. “Hay que abrirle camino a los jóvenes ahora. Estoy muy agradecido de haber podido llegar a estas alturas, que ya después no queda más que la bajada precipitada”.

 

En el homenaje, los actores Jesús Ochoa, José Ramón Enríquez, Antonio Crestani y Miguel Flores leerán fragmentos de su obra.