Estas son las palabras que dirigió Eleonora Luna Reyes, con motivo del homenaje que le realizaron el pasado 25 de mayo en el Teatro Isauro Martínez por la obtención del Premio Bellas Artes de Obra de Teatro para Niños 2010 con motivo del homenaje que le realizaron por su obra En busca del Snark.

 

Premio Bellas Artes de Literatura 2010.

 

Quiero agradecer a quienes hacen posible este encuentro y este estímulo: al patronato del Teatro Isauro Martínez por su labor cultural; al INBA: a Teresa Vicencio, a la Coordinación de Literatura, Stasia de la Garza); al CONACULTA; al apoyo de mis papás y a los niños que me han tocado el corazón infinidad de veces.

 

Estas son las palabras que dirigió Eleonora Luna Reyes, con motivo del homenaje que le realizaron el pasado 25 de mayo en el Teatro Isauro Martínez por la obtención del Premio Bellas Artes de Obra de Teatro para Niños 2010 con motivo del homenaje que le realizaron por su obra En busca del Snark.

Premio Bellas Artes de Literatura 2010.

Quiero agradecer a quienes hacen posible este encuentro y este estímulo: al patronato del Teatro Isauro Martínez por su labor cultural; al INBA: a Teresa Vicencio, a la Coordinación de Literatura, Stasia de la Garza); al CONACULTA; al apoyo de mis papás y a los niños que me han tocado el corazón infinidad de veces.

Este premio significa para mí, que no he errado el camino ni un solo minuto.

 

“Estamos hechos de la misma materia que los sueños”, dice uno de los personajes de Shakespeare en “La Tempestad”. Y yo nunca había escuchado nada más cierto. El arte me ha brindado la oportunidad de realizar lo que sueño, de traer eso que imagino y pienso, agradable o no, al plano de lo posible, de lo realizable. Por un lado está la literatura, la tarea ardua de hacer de las letras un encuentro de presencias reales y ficticias capaces de convivir. Y por el otro, el hecho teatral: el crear una realidad efímera, un mundo inventado que aunque ficticio igual nos duele, nos sorprende, nos emociona y nos confronta, tanto al creador como al expectante; porque el teatro “sucede”, dice el dramaturgo Marco Antonio de la Parra: “El teatro es acontecimiento, ritual y sacrificio. Cambia a la gente”.  Y por suerte en el medio nos encontramos los dramaturgos.

 

El teatro, para mí, permite familiarizarnos con lo extraordinario, nos crea un sentimiento de pertenecer a eso que está ocurriendo en un escenario; y por eso es tan indispensable para mi hacer teatro para los más pequeños, para las jóvenes generaciones que con un poco de suerte serán los futuros creadores y espectadores.

 

Tuve la fortuna de crecer en una familia que nos enseñó desde niñas a disfrutar de la literatura y la música; en una familia en donde la superación, el esfuerzo y el trabajo son valores fundamentales. Vengo de un estado –el Estado de México- en donde la educación y la cultura siguen estando en segundo plano, en donde las expresiones artísticas todavía son miradas de soslayo, no porque a la gente no le interesen sino porque hay preocupaciones más grandes como la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades.

 

Sin embargo, existimos unos cuantos empedernidos que buscamos involucrar a las comunidades en los acontecimientos excepcionales de las artes; sobrellevando los juicios erróneos de muchas autoridades sobre nuestra “experiencia y calidad”; superando poco a poco los productos comerciales y faltos de calidad que se presentan en nuestras regiones; escribiendo y haciendo teatro para niños y jóvenes con el mismo rigor y calidad que demanda el teatro para adultos, tratando de eliminar la idea errónea de considerar al teatro para niños como “genero menor”, pues es muy fácil confundir historias sencillas con diálogos carentes de complejidad y profundidad, es muy fácil caer en el error de pensar que el intelecto y experiencias del niño no son  suficientes para entender grandes problemáticas.

 

Y desde este sentir, desde esta realidad que rodea a mi Estado y seguramente a muchos otros del país, decido hacer teatro, decido escribir teatro para niños, para que con fortuna logre sembrar un futuro más prometedor en mi comunidad, pues tal y como muchos lo han mencionado: pensar una sociedad sin teatro para niños es pensar en un fracaso, pues ellos son la base de un futuro mejor.

 

A quienes nos dedicamos a esto -actores, directores, dramaturgos y productores incansables-, a las instituciones, asociaciones y organizaciones dedicadas al estudio y la profesionalización del teatro para niños y jóvenes, nos toca crear espectáculos teatrales pensándolos como propuestas serias de expresión artística. Nos toca romper barreras y generar espacios en donde privilegiemos la experiencia por sobre la mera representación, brindándole oportunidades a las jóvenes propuestas y fomentando en los niños a través del teatro un desarrollo integral, formando seres más humanos y más críticos y por tanto una sociedad más justa y equitativa.

 

El camino es largo. Dice el proverbio persa: “La paciencia es un árbol de raíz amarga pero de frutos muy dulces”. Y yo lo compruebo en el aplauso de los niños y en sus palabras de agradecimiento. Por eso creo que es necesario continuar con estos estímulos y este tipo de convocatorias, para motivar el desarrollo de este hermoso oficio, para promover la creación de un teatro para niños de excelente calidad y conformar un panorama con más cultura, más educación y menos violencia.

 

Eleonora Luna Reyes.

 

Estado de México, mayo de 2011.