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  • Participaron el escritor Federico Bonasso; la narradora Sandra Lorenzano; el gestor cultural Ulises Valderrama; la editora Andrea Candia, así como el poeta Eduardo Mosches y el bandoneonista Raúl Vizzi, en la Sala Manuel M. Ponce

en Que las raíces vuelen y las alas arraiguen, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas ArtesLa actividad se llevó a cabo en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes

La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), mediante la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), llevaron a cabo las Jornadas Internacionales. Que las raíces vuelen y las alas arraiguen, actividad en la cual se presentó poesía musicalizada de hijas e hijos del exilio sudamericano en México.

Luego de dar la bienvenida a la ministra consejera de la Embajada de Uruguay, María Martínez, y al subdirector general de Bellas Artes del Inbal, Héctor Romero Lecanda; la coordinadora nacional de Literatura, Karen Villeda, dijo que en esta ocasión se reúne la obra de la segunda generación de poetas exiliados del cono sur latinoamericano.

En la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, el presídium estuvo integrado por el músico y escritor Federico Bonasso; la narradora, poeta y ensayista Sandra Lorenzano; el gestor cultural Ulises Valderrama; la editora Andrea Candia, así como por el poeta Eduardo Mosches, y el bandoneonista Raúl Vizzi, quien inició el programa con una intervención musical.

En su participación, Ulises Valderrama señaló que una de las grandes virtudes de la poesía es que tiene el poder de reunir a las personas y contó que las primeras jornadas internacionales de literatura del exilio argentino en México fueron organizadas el año pasado.

Por su parte, Sandra Lorenzano contó que tiene 47 años en México y agradeció a quienes la hicieron sentir en casa desde que arribó al país que considera la tierra que le dio cobijo, hogar y en el que eligió quedarse desde entonces.

“No siempre decimos, o no hacemos hincapié en que somos exiliados. Solemos decir que somos argenmexicanos; voy a cumplir 47 años de estar en México. Poder celebrarlo así en un espacio tan querido y tan importante para la cultura, como es el Palacio de Bellas Artes, es festejar en este lugar y en este país que nos ha dado cobijo y un hogar”.

En su oportunidad, Andrea Candia dijo emocionada que estos encuentros son importantes para no olvidar los hechos históricos que han causado daño, con el objeto de no volver a repetirlos. “El exilio carga con muchas historias, con muchas emociones, con muchos sentimientos muy complejos, con muchas nostalgias. Sin embargo, me gustaría pensar que este encuentro es, también, una celebración a la vida, a la memoria y representa también una gran batalla frente al olvido”.

En tanto, Federico Bonasso relató que su familia tuvo que salir de Argentina de manera forzada, con pasaportes, con nombres y apellidos falsos, cruzando por Brasil para pedir asilo político en México.

“La generación anterior de exiliados establecidos en México, durante mucho tiempo se ocupaba todavía de revisar la gesta de sus padres y madres; todavía querían revisar esa historia, todavía querían resolver preguntas muy dolorosas que quedaban abiertas y volcaban su creatividad artística en atacar la historia y la épica de los padres. Ahora creo que han cambiado un poco las cosas. Me gusta mucho ver a esta generación es como un puente que tiene un pie en la orilla del origen y el otro cruzando el río del tiempo, asentado en el país de refugio”.

En tanto, Eduardo Mosches hizo un resumen de su autoexilio. “En México conocí lo que es al auténtico amor entre humanos, luego de arribar de Argentina en un tiempo gris, oscuro, de color asfixiante”.

En el primer bloque, algunos autores jóvenes leyeron sus poemas para esta ocasión, como Tania García Olmedo, Miguel Martínez Naón, Valentina López y Tamara Samalanovich. Cabe destacar que algunos poemas fueron leídos por los poetas invitados o por los familiares de quienes no radican en México.

Posteriormente, la actriz y directora teatral Micaela Gramajo leyó un poema colectivo creado por la segunda generación del exilio de Chile, Argentina o Uruguay. Algunos viven en Suecia, Galicia o Buenos Aires.