caridad Oliver

  • La Secretaría de Cultura, el Inbal y escritores de Cuba recordaron el legado literario de la autora, en el centenario de su natalicio

La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), junto con escritores nacionales y de Cuba, reconocieron el legado de la poeta Carilda Oliver Labra (Matanzas, Cuba 1922-2018), este domingo en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, como parte de la estrategia #VolverAVerte.

En el marco de las celebraciones por el centenario de la autora participaron el escritor y asesor consejero de Cuba, Waldo Leyva, junto con las poetas Maricruz Patiño (México) y Liudmila Quincoses (Cuba), y la coordinadora nacional de Literatura, Leticia Luna Aguilar, quien moderó el encuentro; con sus comentarios evocaron la figura de la autora, reconocida por el gobierno cubano con el Premio Nacional de Poesía 1950 y el Premio Nacional de Literatura 1997. 

La poeta y narradora cubana Liudmila Quincoses, quien consideró que la autora homenajeada es una leyenda de la poesía de su país, recalcó el poder libertario que otorgó a las mujeres, plasmado en poemarios como Al sur de mi garganta (1949) o Las sílabas y el tiempo (1983), al enunciar el erotismo de sus cuerpos a través de su obra.

“La poesía de Carilda Oliver es un canto a la libertad humana, a la defensa de la libertad de la mujer como sujeto político; ya sea en los poemas de orden amoroso o en los de carácter épico, el eros de Carilda desgrana su trascendencia hacia los otros y su afectividad por medio del amor. Lo espiritual y cotidiano son una constante en su obra. Todo tema que abordó lo convirtió en poesía, y bien sabemos que decir poesía es decir eternidad”, afirmó. 

La poeta y ensayista mexicana Maricruz Patiño ahondó en el impacto que tuvo la figura de la autora para su generación y gracias a su obra literaria, dijo, comenzaron a librar la batalla del lenguaje “en busca de la realidad de ser mujer”.

Recordó que fue la poeta y periodista Perla Schwartz quien la puso en contacto con la obra de Oliver Labra, a través de Memoria de la fiebre (1958) que la llenó de entusiasmo, pues “representaba una voz poética auténticamente femenina que hablaba desde su ser como mujer, con un tono irreverente que comulgaba con nuestro impulso de vivir y decidir sobre nuestros cuerpos, emociones o pulsiones de una manera libre, desenfadada; sus versos representaron también una indagación sobre la importancia que tiene que vivir en un cuerpo desconocido para nosotras mismas hasta entonces”, afirmó.

Enfatizó que la producción literaria de la poeta no se reduce solo al erotismo, ya que “con su habilidad de sonetista natural, sostenía la musicalidad de su sensualidad y de su poesía, que aborda tanto la muerte como la vida”.

El escritor Waldo Leal indicó que la obra literaria de Carilda Oliver destaca en el panorama cubano y latinoamericano gracias a los tópicos y la calidad característicos de su obra.

“La crítica la ha calificado como una sacerdotisa del amor. Una parte de su obra está marcada por un erotismo; sin embargo, es más que eso: es una de las voces más intensas de la literatura cubana. Dominaba todas las exigencias de la gramática poética. Su obra es y será una victoria de la tradición lírica de nuestro país”, sostuvo.

El también poeta agregó que, al igual que sor Juana Inés de la Cruz, “Carilda encontró en la poesía un espacio de libertad en la combinación del verso libre con sonetos de altos vuelos. Como la poeta mexicana, ella sufre y disfruta la agonía de encontrar la palabra precisa para decir a pecho abierto: aquí estoy, existo”, subrayó.

En tanto, Leticia Luna comentó que, a cien años de su natalicio, Carilda Oliver Labra es una poeta mítica en el imaginario literario hispanoamericano, gracias a la profundidad y belleza plasmada en sus letras. 

Para completar el homenaje, las poetas Margarita Sánchez-Gallinal, de Cuba, así como las mexicanas Juana María Naranjo, Refugio Pereida y Jade Castellanos, dieron lectura de algunospoemas, entre ellos Vísperas de boda, Canto desbordado, Discurso de Eva y Me desordeno, amor, me desordeno.

La constante en la sesión fue, además de la evidente apropiación de los versos, el nivel lírico contenido en la obra de la autora cubana, llena de emotividad y profundamente femenina, así como de un manejo del erotismo que aparece siempre bajo una entrega amorosa y pasional, sin vulgaridades —como se mencionó en el homenaje—, que en el caso de la lectura de Me desordeno..., a cargo de Jade Castellanos, encontró una magnífica evidencia de las emociones y sensaciones que provoca en el lector y en quien los escucha, para dejar un emotivo recuerdo sobre el legado de Carilda Oliver.