• El escritor y dramaturgo nació el 30 de julio de 1904 y representa una de las mentes más brillantes del siglo XX
  • Cultivó todos los campos de la literatura, fue poeta, dramaturgo, ensayista, crítico cultural, cronista, traductor, autobiógrafo y director teatral, principalmente

Con títulos como XX poemasNueva grandeza mexicana, Nuevo amor, La estatua de sal, En defensa de lo usado, Return Ticket, Salvador Novo es considerado uno de los intelectuales más influyentes, completos y complejos de la vida cultural del México del siglo XX, de quien este 30 de julio se cumplirán 115 años de su nacimiento.

 

El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) lo recuerda como una de las figuras importantes de la cultura en el país, pues cultivó prácticamente todos los campos de la literatura, pues se desempeñó como poeta, dramaturgo, ensayista, crítico cultural, cronista, traductor, autobiógrafo, director teatral, publicista y funcionario público del área cultural. Su obra es amplia y diversa, difícil de encasillar en un género o estilo.

 

Salvador Novo nació en Ciudad de México el 30 de julio de 1904 y falleció el 13 de enero de 1974. Sus primeros años los pasó en Chihuahua y Torreón, luego regresó a la capital del país para estudiar derecho e italiano en la Universidad Nacional Autónoma de México. Otros idiomas que dominó son el francés y el inglés, lengua en la que llegó a escribir algunas de sus obras.

 

Por mencionar algunos títulos, en su obra se encuentran libros fundamentales en el panorama de la literatura mexicana e hispanoamericana, como: Nueva grandeza mexicana, Nuevo amor, La estatua de sal, En defensa de lo usado, Los diálogos y la serie de crónicas periodísticas reunidas bajo el título genérico La vida en México en el periodo presidencial de…, que abarca desde el sexenio de Lázaro Cárdenas hasta la primera mitad de la administración de Luis Echeverría.

 

En 1925 apareció su primer libro de versos, XX poemas, que avizora ya el origen, en 1928, de la revista Contemporáneos y la famosa generación poética del mismo nombre formada por Jaime Torres Bodet, Xavier Villaurrutia, Gilberto Owen, Carlos Pellicer y Bernardo Ortiz de Montellano, entre otros, en abierta contraposición a la corriente cultural, estética, artística e ideológica mayoritaria del momento: el nacionalismo.

 

Escritor por convicción, en su defensa de la identidad nacional, tejió una amplia red de amistades con personajes de la política, lo cual le fue criticado duramente, junto con su condición abiertamente homosexual, lo cual permeó su obra literaria.

 

Fue crítico literario y de teatro y como dramaturgo escribió obras fundamentales como La señorita Remington (1924), una adaptación de Don Quijote de la Mancha (1947) y una versión de la tragedia de Sófocles, Edipo rey, bajo el título Yocasta o casi (1961); La culta dama (1951) y el texto Actuación y dirección teatral, publicado en 1959. Su versátil actividad lo llevó a escribir numerosos guiones para cine.

 

Por ello, en 1947 fue nombrado por Carlos Chávez jefe del Departamento de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura. Luego abrió el Teatro de la Capilla (1953) y dirigió más tarde la Escuela de Arte Dramático del INBAL.

 

En 1952 fue elegido miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, a la cual ingresó con un discurso titulado Las aves en la poesía castellana, convertido luego en libro; en 1965 se le nombró Cronista de la Ciudad de México y en 1967 recibió el Premio Nacional de Literatura, en reconocimiento a su creación literaria y a su contribución teórica a los más variados aspectos de las letras mexicanas. Falleció el 14 de enero de 1974.

 

En el prólogo de su libro Lo marginal en el centro, Carlos Monsiváis escribió: “A lo largo de su vida, Salvador Novo (1904-1974) irrita y fascina por la provocación y deslumbra por el talento, alarma por la conducta y tranquiliza con el ingenio, perturba por su don para el escándalo y divierte al añadir el escándalo al show de la personalidad única. Y sólo después de su muerte se advierte la calidad del conjunto.

 

“De los augures y cantores de la dicha y de la magnificencia de la nueva Tenochtitlan, ninguno tan destacado como Salvador Novo. Poeta de primer orden, personaje público captado a través de la sorna y la admiración, director y autor de teatro, publicista, epigramista, Novo en la crónica y en la actitud, personaliza la creencia en la buena suerte de la ciudad y de su élite”, volvió a escribir Monsiváis para el prólogo de Nueva grandeza mexicana, de Novo, para la edición de 1992.

 

A 40 años del fallecimiento de Salvador Novo, el poeta Hugo Gutiérrez Vega recordó que Novo, “en una época de misoginia máxima, era efectivamente un lobo estepario, un lobo solitario y al mismo tiempo, muy famoso y solicitado, muy admirado y muy zaherido”.

 

Temido por su gran sentido irónico, refiere el crítico Sergio Téllez-Pon: “Como poeta, Salvador Novo es uno de los más importantes del siglo XX y, por fortuna, uno de los poetas más leídos, tanto en su poesía seria, escrita para un público amplio, como su poesía satírica”.

 

El propio dramaturgo escribió en una biografía en 1943: “Instruido en las más graves disciplinas estéticas, Salvador Novo, norteño de La Laguna, ha ido formándose un perfil que suscita la atención, el interés y la curiosidad; su carrera como escritor, todavía breve, es un extraordinario caso de fortuna literaria: dentro de pocos años su nombre pasará, en la crítica, junto a los de Alfonso Reyes, Mariano Azuela, Martín Luis Guzmán.

 

“Con una amplitud, con una agilidad que es prueba de lo vivo de su ingenio y de su talento, así como de su suerte, Novo continúa, modernizándola, la tradición mexicana que quiere que los literatos sirvan al Estado: es jefe del Departamento de Publicidad, en la Secretaría de Relaciones Exteriores”.