*** Retrato a lápiz reúne una selección de la obra poética, ensayística y periodística del escritor tabasqueño.

 

*** Considera el poeta esta publicación como un “sonoro evocador memorioso” de  sus 45 años de actividad literaria.

 

Una “sólida casa”, es la definición que el crítico José Homero hace de la obra del poeta Dionicio Morales, casa que abrirá sus puertas a los lectores cuando se presente la antología de su trabajo Retrato a lápiz este domingo 10 de abril, a las 12:00 horas en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

*** Retrato a lápiz reúne una selección de la obra poética, ensayística y periodística del escritor tabasqueño.

 

*** Considera el poeta esta publicación como un “sonoro evocador memorioso” de  sus 45 años de actividad literaria.

Una “sólida casa”, es la definición que el crítico José Homero hace de la obra del poeta Dionicio Morales, casa que abrirá sus puertas a los lectores cuando se presente la antología de su trabajo Retrato a lápiz este domingo 10 de abril, a las 12:00 horas en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

La vista guiada a la morada del poeta correrá a cargo de lo críticos y escritores Evodio Escalante, José Homero, Armando González Torres, Candita Victoria Gil Jiménez, Alí Calderón, Víctor Roura y el autor.

Retrato a lápiz, obra escogida, ofrece un recorrido por la obra del escritor tabasqueño que en sus seis apartados incluye muestras de su copioso trabajo en la poesía, el ensayo, la crítica literaria y teatral, así como en el periodismo cultural.

La publicación de Retrato a lápiz significa la revisión de una prolija labor de un escritor que ha cultivado diversos registros de la literatura a lo largo de 45 años de actividad. A esta selección de su obra, el propio Dionicio Morales la considera como, reza uno de los versos que da título al libro, un sonoro evocador memorioso.

Retrato a lápiz puede considerarse un ‘sonoro evocador memorioso’ de una obra que, partiendo, principalmente de la poesía, abarca varios registros como son la crítica y el ensayo de literatura, artes plásticas y teatro, además de un periodismo cultural, todo ello ejercido a lo largo de 45 años de escritura. (…) Quizá este libro sea una justificación personal para explicarme y conocerme a mí mismo a través de la obra de los demás. Lo que sí es incuestionable, es que la poesía preside cualquier manifestación de mis sentidos críticos y emocionales  frente a los artistas y al arte –principalmente de México- de nuestro tiempo”, reflexiona el autor.

Sobre la singularidad de la obra ensayística de Dionicio Morales, caracterizada por su luminoso lirismo, el también escritor René Avilés Fabila advierte que Morales “es simple y llanamente un poeta que se expresa con un lenguaje u?nico: el de la poesi?a y con esta arma formidable se ha puesto a observar con un cuidado delicado y armonioso cuadros, esculturas y fotografías”.

Bajo el título “Las estaciones rotas”, en Retrato a lápiz se presenta una selección del trabajo poético de Morales, así como una serie de poemas recientes no coleccionados antes en libro. De esta etapa más reciente en la lírica de Morales, en el prólogo a Retrato a lápiz, José Homero destaca la gravedad en el tono lírico y detalla: “… celebro la poesía del Dionicio maduro, en donde resuenan ya no los ecos de su poesía de juventud, sino ciertos aires, compases antiguos. Grave es la poesía de esta etapa última pero en su gravedad hay una emoción única que en su desolación nos estremece”.

Dentro de alguno de sus ensayos dedicados a la obra de otros poetas, Morales concluye que todo poeta tiene su hora preferida, así, el alba es la hora de Efraín Huerta, como ese momento “supremo en que terminan los estragos nocturnos y empieza el nuevo día”. Al preguntarle sobre cuál sería entonces la hora de su propia poesía, Morales responde enfático:

“Creo que mi hora en mi poesía es el día, porque predomina la luz en la mayoría de mis poemas. Quizá, porque como dijo un crítico, busco, y encuentro, el júbilo del mundo. Aunque es cierto que la noche –la oscuridad, lo negro- ocupa un lugar cómplice en mi obra, mi poética renace con la luz porque estoy seguro, como Isabel Fraire, de que si el mundo se quedara vacío, encontraríamos sólo la luz. Y a esa luz algunos comentaristas de poesía la han emparentado con la de algunos grandes poetas que, por humildad, no repito sus nombres”.

Esta obra escogida de Morales, ofrece en “Conjuros y divagaciones” una muestra de los deslumbrantes textos sobre la obra de Alí Chumacero, Efraín Huerta, Salvador Elizondo y Dolores Castro, entre otros. En esta sección también podemos apreciar uno de los famosos recados, género epistolar-crítico inventado por el mismo Dionicio como renovación lúdica de la crítica literaria.

Como parte de ese diálogo con sus pares, siempre buscado por Morales, su trabajo en el periodismo cultural también está delineado en Retrato a  lápiz y en el aparatado “Concierto para varias voces y un intérprete”, podemos leer sus entrevistas con autores como Carlos Pellicer, Rubén Bonifaz Nuño, Carlos Montemayor y otros.  Del trabajo periodístico de Morales, destaca la entrevista hecha en 1995 a Rubén Bonifaz Nuño, célebre por su desdén a los micrófonos; en aquella ocasión, Dionicio Morales preguntaba al poeta: "después de tantos años de ejercer el oficio que usted eligió de cantar, ¿cómo lo ve desde estas alturas?" Ante la misma pregunta, ahora dirigida hacía él mismo, Morales señala:

“¿Cómo veo mi obra a la distancia? Todavía no lo sé a ciencia cierta. Pero tengo que decir, aunque suene un poco vanidoso, que no me decepciona. (…) Ya en conjunto, la veo como un pedazo de vida de cierta época y de ciertos autores y artistas del México contemporáneo -aunque incluyo algunos artistas de otras latitudes-, y más que nada, como la otra parte de mi vida, quizá la mejor, sin arrepentimientos ni renuncias”.

Dionicio Morales (Cunduacán, Tabasco, 15 de noviembre de 1943) es poeta y ensayista. Estudió letras hispánicas en la FFyL de la UNAM. Fue secretario particular de Carlos Pellicer; director del taller de poesía de la Asociación de Escritores de México; coordinador de talleres literarios en la Universidad Pedagógica Nacional y en los reclusorios Sur, Norte, Santa Martha Acatitla y las Islas Marías; jefe de redacción de las revistas Pájaro Cascabel y La Vida Literaria.

Su intensa labor dentro del periodismo cultural incluye colaboraciones para numerosos diarios y revistas, como Armas y Letras, Clarín, El Financiero, El Heraldo de México, El Nacional, Excélsior, La Colmena, La Vida Literaria, Manglar, Nexos, Novedades, Ovaciones, Pájaro Cascabel, Parva, Revista de Bellas Artes, Revista Universidad de México, Siempre!, Tierra Adentro, Unomásuno, y Novedades de Tabasco.

En 2003 recibió el Premio de Poesía Carlos Pellicer para Obra Publicada por su libro Las estaciones rotas y en 2003 obtuvo el Premio Juchimán de Plata, otorgado por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.

Entre sus libros de poesía se cuentan El alba anticipada, Inscripciones (1967); Variaciones (1983); Inscripciones y señales, (1985); Romance a la usanza antigua (1989); Retrato a lápiz (1990); Señales congregadas (1993); Dádivas, (1995); Las estaciones rotas y Dádivas  (1996); Herido de muerte natural (2005), entre otros.

Sus ensayos se han reunido en los títulos Reencuentros (1990); La palabra y la imagen (1995) y Conjuros y divagaciones, 2000. Algunos de sus poemas y artículos han sido traducidos al inglés y al francés.