“Ahí les voy”: el blog de Alejandro Aura
Recientemente, siempre hurgando en otros horizontes, el poeta decidió compartir sus textos en Internet. Al iniciar su blog el 20 de febrero de 2007, Alejandro Aura escribió:
“Por lo pronto, lo que ya es cierto es que es bien fácil escribir y ser leído por los demás sin permiso de los editores, ni de los censores, ni de los que nos quieren o dejan de querernos, sin quedar bien (ni mal) con los que manejan las redecillas de poder. Ora que el chiste es que a los demás les interese lo que escribimos, que se sepa, que todo el mundo se entere y que tengamos el toque de la varita mágica, el ábrete sésamo del interés de los demás. Y como esa es la principal característica de este medio, ahí les voy”.
Hasta ayer, martes 29 de julio, Alejandro Aura no faltó a la cita con sus lectores. Junto a la publicación diaria de cada uno de los poemas que alguna vez publicó en sus libros (Alianza para vivir, Varios desnudos y dos docenas de naturalezas muertas, Hemisferio sur , La patria vieja, Cinco veces, Poeta en la mañana, Fuentes, El halcón, además de los ya mencionados), incluyó crónicas de su vida cotidiana, donde con sencillez y amabilidad, con su alegría persistente, informaba, tanto de la invasión de los hackers a su página, como de sus diversos gustos gastronómicos o literarios, donde ocupaba un lugar especial la literatura griega.
Múltiples textos, que bien pueden ir de una pintura a la experiencia del “pinche día”. De esa página se tomaron los poemas que conformarían su más reciente libro, Se está tan bien aquí, publicado en 2007 por editorial Calamus. Un poema extraído de ese libro y ese blog, es el siguiente: “Impudor. / ¡Y pensar / que debajo de la ropa / van todas / completamente desnudas!
Aura nunca pudo evitar –él mismo lo decía– los poemas a la mujer y el erotismo. En su peculiar estilo, el chiste, el juego de palabras, estuvieron siempre cercanos a la poesía. De aquí que el humor del que hemos hablado antes sea también una de las principales características de su personalidad. Por eso no era raro encontrarnos en su blog con frases como la siguiente: “No se trata de una primera impresión sino de una salsa ya muy molida en el molcajete de mis meditaciones”.
Sin embargo, los lectores de su página –más de 90,000 visitas hasta la fecha–, no sólo gozaron de su ingenio y de sus ocurrencias: también se solidarizaron con sus pérdidas. El 22 de noviembre de 2007 escribió abiertamente: “Hace rato, pasadas las cinco de la mañana, me habló por teléfono mi hermana Marta desde México para darme una noticia terrible: se murió mi hija Cecilia. De repente. Tres días antes de cumplir cuarenta años se acabó de pronto…”.
Y como una recapitulación de lo que le llevó a abrir esa página virtual, el 1 de diciembre de 2007 hizo la siguiente reflexión: “Empecé a escribir para acompañar mis poemas porque no tenía editor para el libro último y pensaba que el cáncer podía acabar conmigo en cualquier momento; el cáncer o un piano que me cayera en la cabeza; qué incómodo, me dije, que se quede inédito. Luego lo publicaron y ya embalado me seguí escribiendo diario como en una auténtica bitácora y acabado el primer libro de poemas me seguí con los anteriores. Aunque, no; una bitácora debiera recoger acciones y omisiones de la navegación, datos concretos, rutas y derroteros y yo más bien me he puesto a escribir con entusiasmo un cuaderno de varios temas que se me van ocurriendo y que a veces tienen que ver con sucedidos cotidianos, con mis sueños, con la comida, con mi estado de salud, con lo que estoy leyendo o con recuerdos antañones”.
Inconsolable, el 9 de junio de 2008, nos compartió lo siguiente, respecto a la quimioterapia: “No puedo dejar de sentir una relativa orfandad. […] Ya desde la consulta anterior quedó apuntado que no habría más líneas de tratamiento de quimioterapia a las que acudir como no fuera repetir y recombinar algunas de las ya probadas, con el riesgo de que los efectos contrarios, que sabemos que son tan agresivos e inevitables, fueran más importantes que los posibles beneficios. […] Ante un panorama tan poco promisorio más vale suspender la quimioterapia y aplicarse a la búsqueda de tratamientos alternativos. Y en eso estamos.”
No obstante, con dignidad, con valor y esperanza, en el vórtice del dolor, Alejandro Aura siguió entregándose siempre en sus palabras. Falleció el 30 de julio, por causa del cáncer contra el que luchó hasta su último aliento.