*** Adolfo Castañón reúne los textos de Alfonso Reyes sobre los juegos poéticos que bautizó como jitanjáforas
*** La selección busca explorar el lado lúdico y hasta vanguardista del “regiomontano universal”
A partir del libro Alfonso Reyes: El libro de las jitanjáforas y otros papeles, seguidos de retruécanos, sonetórpidos y porras deportivas, Adolfo Castañón propone la posibilidad de realizar una novedosa lectura del conjunto de la obra del llamado “regiomontano universal” a partir de su faceta lúdica y poco solemne. El texto se presentará este miércoles 29 de junio a las 18:00 horas en la Capilla Alfonsina, ubicada en la calle Benjamín Hill 122, colonia Condesa, con la participación de José de la Colina, Ana García Bergua, Alicia Reyes y el autor.
*** Adolfo Castañón reúne los textos de Alfonso Reyes sobre los juegos poéticos que bautizó como jitanjáforas
*** La selección busca explorar el lado lúdico y hasta vanguardista del “regiomontano universal”
A partir del libro Alfonso Reyes: El libro de las jitanjáforas y otros papeles, seguidos de retruécanos, sonetórpidos y porras deportivas, Adolfo Castañón propone la posibilidad de realizar una novedosa lectura del conjunto de la obra del llamado “regiomontano universal” a partir de su faceta lúdica y poco solemne. El texto se presentará este miércoles 29 de junio a las 18:00 horas en la Capilla Alfonsina, ubicada en la calle Benjamín Hill 122, colonia Condesa, con la participación de José de la Colina, Ana García Bergua, Alicia Reyes y el autor.
La palabra jitanjáfora fue usada por Alfonso Reyes para designar esa clase de poemas o composiciones donde las palabras son despojadas de cualquier significado literal para poner en relieve su musicalidad. El término aparece en el poema “Leyenda”, del poeta cubano Mariano Brull, que en su primera estrofa dice: “Filiflama alabe cundre/ ala olalúnea alífera/ alveolea jitanjáfora/ liris salumba salífera”. En la definición de Alfonso Reyes, las jitanjáforas son “creaciones que no se dirigen a la razón, sino más bien a la sensación y a la fantasía. Las palabras no buscan aquí un fin útil. Juegan solas”.
El libro de las jitanjáforas y otros papeles reúne además de los textos de Alfonso Reyes, textos de otros autores donde también se explota el espíritu lúdico del lenguaje presente en las jitanjáforas. Así, en libro de Adolfo Castañón también se pueden leer las “kikanjáforas” de Alicia Reyes y las anónimas porras deportivas, como el “Cachún, cachún, ra, ra”.
En el estudio introductorio de El libro de las jitanjáforas, Adolfo Castañón propone emprender una novedosa lectura de la totalidad de la obra de Alfonso Reyes a partir de esa actitud lúdica frente al lenguaje, que se manifiesta en sus textos irónicos y juguetones sobre las jitanjáforas, la cual, apuntó el autor, mucho más que una simple ocurrencia, se vislumbra como un método aplicado a lo largo del trabajo de Alfonso Reyes.
Así, con El libro de las jitanjáforas, Adolfo Castañón abre la posibilidad de emprender una lectura novedosa, menos solemne y hasta vanguardista de la vasta obra del autor de Ifigenia cruel. Incluso, como apuntó Adolfo Castañón, la actitud lúdica del Reyes de las jitanjáforas lo acerca a la irreverencia de la vanguardia dadaísta.
“El libro de las jitanjáforas abre la obra de Alfonso Reyes a una lectura novedosa, menos solemne, más juguetona, novedosa, moderna, innovadora, vanguardista y dadaísta. De hecho, en esas jitanjáforas, don Alfonso Reyes está en cierto modo coqueteando con la vanguardia”, afirmó el autor.
La intención central del proyecto de reunir las jitanjáforas de Alfonso Reyes en un sólo volumen, como detalló el autor, es abrir su obra a miradas más frescas, sin solemnidad, para “poner a don Alfonso a conversar con nosotros de manera más equitativa”.
Un rasgo importante de la obra de Alfonso Reyes es su gran conocimiento de la cultura clásica, lo cual, como apuntó Adolfo Castañón, no impidió que compartiera el espíritu lúdico e irónico de las vanguardias artísticas que se desarrollaron en las primeras décadas del siglo XX. Aunque Alfonso Reyes no se adhirió a la vanguardia, tampoco la rechazó por completo, pues su actitud hacia ella fue más bien de “ambivalencia” y “coqueteo”, aseguró en entrevista Adolfo Castañón.
Un ejemplo del estilo irónico que Alfonso Reyes toma de la vanguardias, explicó Adolfo Castañón, es el texto el “Canto del Halibut”, donde Alfonso Reyes está “jugando con la poesía primitiva y, por otra parte, con la homofonía o la musicalidad de las palabras, pero también con la filología, se está burlando de la academia, o sea, que se está burlando en cierto modo de sí mismo”.
Adolfo Castañón nació en la Ciudad de México el 8 de agosto de 1952. Es narrador, ensayista y poeta. Estudió en la FFyL de la UNAM. Ha sido colaborador de Cuadrivio, Imagen Latinoamericana, La Cultura en México, La Gaceta del FCE, Letras Libres, Nexos, Novedades, Plural, Revista Universidad de México, Sábado, Siempre!, y Vuelta. Ha sido gerente editorial y director de la Unidad Editorial del FCE.
Es Académico de Número de la Academia Mexicana de la Lengua a partir de 2003 y miembro honorario desde 2005. Algunos de los premios que ha recibido Adolfo Castañón son, el Premio Diana Moreno Toscano 1976, el Premio Mazatlán de Literatura 1995 por La gruta tiene dos entradas y el Premio Xavier Villaurrutia 2008 por Viaje a México. Ensayos, crónicas y retratos.