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La cifra de la escritura

—Has intentado hacer de un libro una cifra, o has descubierto que sin proponértelo un libro tuyo encierre una cifra, sea un anuncio, un ajuste de cuentas; pero con esa fuerza que tiene lo simbólico en la vida personal de un escritor.
—Yo creo que todos los libros son ajustes de cuentas, esto no tiene remedio, y como dice el epígrafe de Hebras “todo libro se escribe en la transparencia de un adiós”, por lo menos en mi caso. Cuando armo un libro quiere decir que esa etapa ya se acabó. Son ajustes de cuenta contigo mismo por más que esté dirigido a un fulano o a una fulana. Y si son una cifra, yo me doy cuenta posteriori, mis libros siempre están armados a posteriori, salvo La morada en el tiempo, salvo Otros son los sueños, que fueron escritos de una sola sentada.

—En Hebras, el aforismo es uno de los corazones del libro, un ejercicio que aparentemente es para filósofos exiliados de la filosofía.
—De esos no me preguntes, salen solitos. Me divierten mucho. Tengo muchos, según parece soy muy alburera y tengo sentido del humor; me encantaría poder escribir algo que no fuera tan serio, y que fuera más de risa y creo que el aforismo se presta. Ahí ha de ser, por supuesto, alguna influencia cioraniana, aunque desde luego tampoco es consciente. No creo que Cioran haya influido en mi literatura para nada. Me encantan, por ejemplo los textos chiquititos de Kafka, tiene un Prometeo que es extraordinario; muchos de los aforismos que tengo en este libro vienen después de leer a Kafka, casi siempre son reflexiones a posteriori de algo que se me ocurrió y como yo llevo un diario entonces los escribo.