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La textura de la prosa

—Hay tres cuentos en
Ven, caballo gris: “La cabalgata”, “Caballo en silencio”, y “Ven, caballo gris”, unidos por un conjunto de recursos técnicos que eran inexplorados en ese momento en la narrativa mexicana...
—No precisamente inexplorados. Supongo que te refieres a la variedad de tiempos, a la confrontación entre un tiempo objetivo o una visión objetiva y una visión subjetiva. Lo que hice entonces fue buscar la frase larga, la oración larga con muchos incisos y rehuir como de la muerte, porque para mí es como la muerte, del punto. No fui el primero. Revueltas lo estaba haciendo desde hacía unos años por influencia de Faulkner, principalmente. Pero sí fui uno de los primeros en interesarme en el problema de la textura y la velocidad de la prosa. Y se me convirtió en una obsesión a tal punto que ya no podía leer escritores de frases cortas, aunque claro, seguía apreciando a autores como Arreola o Paz. Trabajar así la prosa, elaborar una frase larga me comunicaba un placer casi material, esa sensación de trabajar realmente con una especie de materia. Trabajar con frases que fluyen, que se alargan, se entrecruzan, se bifurcan, se combinan y se separan, siempre me ha provocado una experiencia sensorial. Para mí lo que más se parece a la vida es la música pero en la escritura se consigue esa especie de fluidez, con comas y puntos, pero sin punto y aparte. Siento que mi vida es una continuidad, hasta dormido, mi respiración continúa sin pausa. Tal vez sea una idea un poco ingenua pero me sirve para escribir. El punto y aparte lo signará la muerte un día.

—¿La coma y aparte...?

—No hay que tomarlo demasiado en serio, no es una estética. Simplemente son ayudas o vicios particulares para escribir. Esos vicios, esas aficiones me llevaron al interés por ciertas cuestiones técnicas, es decir, cómo describir algo en una continuidad de la frase o cómo narrarlo. Para mí hay mucha distancia entre escribir y narrar. Por ejemplo, si tengo que contarte que un personaje entra en una casa, no me gusta empezar por la descripción de la casa y luego al personaje que entra. No soy de esos que te dicen: “era una casa neoclásica con postigos, las ventanas, etc, fulano de tal entró y vio una sala que era.” No, yo quiero integrar la descripción y la narración de modo que, como en el cine, la cámara siga a un personaje pero al mismo tiempo vaya descubriendo el espacio en el que entra, el pasillo o la sala, etc. Esos recursos técnicos me interesan hasta la fecha.