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Hugo Gutiérrez Vega: todo está presente en la poesía
Adriana Dorantes

De cargar las maletas de Neruda, Asturias y Alberti en un viaje que, de joven hiciera con ellos, a ser uno de los escritores más importantes de México, Hugo Gutiérrez Vega sigue trabajando en la poesía y, como director de La Jornada Semanal, mantiene el compromiso con la cultura y la sociedad del país.

Nacido en Guadalajara, Jalisco, el 20 de febrero de 1934, Gutiérrez Vega, además de poeta, se distingue como ensayista, actor y diplomático. Es doctor en derecho por la Universidad Autónoma de Querétaro y profesor en la UNAM; además ha sido director de la Casa del Lago, así como actor y director de teatro egresado del Actors Studio de Nueva York. También ha desempeñado importantes cargos en distintas instituciones universitarias y organismos dedicados a la difusión cultural. Entre otras distinciones, ha recibido el premio Nacional de Poesía Aguascalientes (1975), el Premio de Letras (Jalisco, 1994), el Premio Nacional de Periodismo en Difusión Cultural (1999), el Premio Iberoamericano de Poesía “Ramón López Velarde” (2001), el Premio de Poesía Xavier Villaurrutia (2002), la Medalla de Oro de Bellas Artes (2004) y el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Autónoma de Querétaro. Su poesía ha sido traducida al inglés, francés, italiano, rumano, portugués, griego y turco.

Como miembro del servicio exterior mexicano, durante treinta y tres años representó a su país como agregado cultural y cónsul general en países como Estados Unidos, España, Italia, Brasil, Rumania, Líbano, Chipre, Moldova y Puerto Rico; y fue embajador de México ante Grecia (1987-1994), por lo que ha sido –y sigue siendo, sin duda alguna– un viajero infatigable. Al respecto, él mismo dice que cada uno de sus libros tiene un paisaje específico que lo acompaña: “Cada ciudad en la que he vivido tiene su libro. Hay un libro escrito en Washington, otro en Río de Janeiro, uno en Londres, otro en Puerto Rico. De Grecia, que es donde más escribí, hay tres: del paisaje, de los seres que he ido conociendo, que he ido amando, de los que he huido, porque las dos cosas son posibles en relación con los seres humanos. Todo está presente en la poesía y de manera muy especial, los viajes, eso de andar como caracol con la casa a cuestas.”

Hugo Gutiérrez Vega valora fuertemente la comunión entre la poesía y la memoria; y, gracias a las enseñanzas de su amigo Rafael Alberti, decidió memorizar los poemas que ama: “tengo de memoria la Égloga segunda de Garcilaso de la Vega; el Cántico espiritual de San Juan de la Cruz; el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, de Federico García Lorca; Las coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique. Y una buena cantidad de sonetos de Garcilaso de la Vega, además de material de Santa Teresa de Jesús.”

Su primer poemario es Buscado amor (1965); de esa época, el autor recuerda su sólida amistad con Alberti y dice: “Yo dirigía un conjunto teatral que se llamaba Grupo de Teatro Iberoamericano de Roma, y pusimos una obra de Alberti. A raíz de eso iniciamos la amistad. Su casa era un lugar de reunión de todos los escritores y gente interesante que pasaban por Roma: ahí conocí a Miguel Ángel Asturias, a La Pasionaria, a Mario Benedetti”.

Dentro de su producción poética destaca también Desde Inglaterra (1971), Resistencia de particulares y Samarcanda y otros poemas (1972), Cuando el placer termine y Cantos de Plascencia (1977), Poemas para el perro de la carnicería y algunos homenajes (1979), Meridiano 8-0 (1982), Cantos de Tomelloso y otros poemas (1984), Georgetown blues y otros poemas (1985) y Por favor su currículum (1986).

De acuerdo con el crítico literario Alejandro Pescador, la poesía de Gutiérrez Vega se nutre de las cosas y las recrea; percibe el vértigo del tiempo, mientras la historia encarna en sus poemas. Asimismo se trata de una poesía que sabe rimar amor con humor y conjuga todos los estados de ánimo del poeta y de los lectores.

Las peregrinaciones del deseo (1987) reúne más sus más de dieciocho libros de poesía desde 1966 a 1985; otra antología importante es Nuevas peregrinaciones (1994) en donde se incluyen los que ha dedicado a Grecia: Los soles griegos (1990), El nombre oculto de Grecia (edición bilingüe en la Editorial Nuevos frutos, Atenas 1991), Cantos del Despotado de Morea (1993) y Una estación en Amorgós (1997).

En Bazar de asombros (Tomos I y II, 2000 y 2001, respectivamente) reúne su extensa obra en prosa fundamentalmente conformada por ensayos de crítica literaria, conferencias, memorias, crónicas periodísticas, etcétera.

El sello editorial español Visor Libros publicó en 2008 su prestigiada colección de poesía: Antología con dudas, a la que el autor en cierto modo considera como su testamento poético. Sobre su título, las propias dudas y dificultades al hacerlo y el contenido del mismo, el poeta expresa: “El problema, en primer lugar, fue que uniera poemas de todos los libros, y escoger de cada libro lo que considero lo más representativo; mis tres libros escritos en Grecia, que son los que de alguna manera considero más entrañables. También hay algunos poemas sueltos de la última etapa de mi carrera. La idea era dar un panorama general de mi desarrollo y detenerme de manera especial en lo que considero mejor o más interesante, lo que puede salvarse un poco”.

La selección de Antología con dudas incluye, pues, poemas de todos los libros publicados hasta ahora por Gutiérrez Vega y, a manera de prólogo, un poema de Rafael Alberti escrito originalmente para Buscado amor. Esta antología concluye poéticamente con todo lo que el autor tiene que decir, como él mismo lo afirma: “Ya he dicho casi todo lo que tenía que decir, me queda pendiente el proyecto de escribir un libro más de poemas, que tal vez sea la segunda parte de un poema que se llama México-Charenton, que tiene una gran actualidad, porque el país es cada vez más como un sanatorio psiquiátrico, en todos sentidos, y los mexicanos somos como enfermos asilados en ese sanatorio”.

Sin embargo, pese a considerar concluida su aportación a la literatura, el escritor sigue interesado en impulsar a los escritores noveles y en continuar su contribución al enriquecimiento de la cultura en nuestro país. Por ejemplo, en el Octavo Foro de Periodismo Cultural, celebrado el año pasado en la Feria Internacional del Libro, en Guadalajara, el vate reafirmó su papel de interés en la vida cultural de México y su preocupación por las ideas de las nuevas generaciones. Después de Antología con dudas y la afirmación de que es casi su testamento, Gutiérrez Vega, incansable en su propio perfeccionamiento, opinó: “A mí no me toca decirlo, pero creo que se salvan algunos de mis poemas; algunos de mis versos se salvan, pero definitivamente no me siento satisfecho, debí haber trabajado más. Ya no es tiempo de arrepentirse, pero sí me hubiera gustado ser mejor poeta de lo que soy”.