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Cofradía de coyotes, compilación de Eduardo Villegas Guevara

La infancia marginal

por Reyes Martínez Torrijos

La reunión de autores con trayectoria disímil, con temas y tratamientos distintos, con miradas dispares sobre la realidad que transforman en ficción o relato, es el volumen Cofradía de coyotes compilado por Eduardo Villegas Guevara. Al parecer una apuesta por condensar plumas de extenso trabajo y de reciente escritura.

Sorprende, sin embargo, que los autores incluidos tienen una diferencia de edades del rango de 55 años: 1928 y 1983 son los años de nacimiento polares en esta obra. Algunas características comunes, sin embargo, resaltan en los autores contenidos: una mayoría de autores del Estado de México y Distrito Federal, o que radican ahí. Así, quizá son definidos más como generación, por el espacio donde realizan su labor.

Los ambientes desarrollados en los diversos relatos son principalmente urbanos. Se evidencian las particularidades propias de los autores y de sus procedencias: existen los contextos donde la violencia es casi la totalidad de la creación, en aquellos donde el medio juega un papel marginal o son vistos como una muestra de la psique de los personajes.

Los ámbitos rurales, también presentes en este volumen, en general son tratados a la manera de evocación o recuerdo, mucho más que un presente que rodea a personajes y situaciones.

El tratamiento de los temas es diverso. Algunos son tratados con humor, otros con seriedad, algunos más con ironía o patetismo; resalta sin embargo que en muchos de ellos se narra de manera personal, en primera persona. Se nota así un sentido confesional de los personajes, levemente autobiográfico de los autores, para quienes los límites entre ficción y vivencia apenas son perceptibles.

Esta serie de cuentos y relatos coincide, en personajes inmersos en procesos de crecimiento. Muchos de ellos logran romper con las situaciones que los colocan en estados de indefensión, al estilo de la infancia. Así, con su actuación enfrentan una realidad que les es adversa y contra la cual se rebelan; ya sin violencia, ya con profusión de ella; en forma de huida o ataque, o de búsqueda de empleo.

Algunos son de corte fantástico, como “Extracciones sin dolor” de Gonzalo Martré, cuyo centro es la ironía ante los historias de vampiros, en medio de un ambiente caracterizado por el localismo.

El tiempo histórico cruzado con la ficción se desarrolla en “El abuelo azteca” de Roberto Ryzko y “La absolución” de Roberto Reyes. Ahí, se recrean situaciones del mundo pasado. En uno se involucra a Moctezuma, en otro a Sor Juana Inés de la Cruz. En el relato de Roberto Bermúdez se pone a punto una metáfora vuelta mito (en su calidad de explicación de la naturaleza humana): “Fausto siglo XXI”.

Dos cuentos sobre la militancia política son muestra de la divergencia en el tratamiento de los temas: “La excursión” de Javier Serratos Vargas y “Los perros también eran cinco” de Salvador Castañeda. El primero desarrollado con un estilo cínico, de confesión directa pero con un ánimo ácido; el segundo, con la escritura tensa, dramática pero carente de patetismo del escritor coahuilense.

Al estilo de Rilke, para quien la infancia es la única patria del hombre, muchas de las creaciones incluidas en esta obra tienen como personaje central a un niño. Así, los temas que tratan son del descubrimiento del pecado, de la ira, del miedo, del orgullo, del amor filial.

Vale lo escrito por Eduardo Villegas Guevara en la contraportada de Cofradía de coyotes para establecer un par de líneas comunes a los relatos: “Un tercer elemento, como el lector podrá leer, es la esencia de las historias. Mientras otros literatos marcan tendencias cosmopolitas, aquí los cuentistas recorren pasajes y personajes propios, pues describen momentos de nuestro país llenos de angustia y violencia y los plasman con una prosa eficaz. Hay otro venero muy socorrido en este libro; la infancia. Muchos de ellos aprovechan la niñez, para enjuiciar con ingenuidad o picardía nuestra realidad.”