• Encabeza la ceremonia oficial Teresa Vicencio Álvarez, titular del INBA
  • Anuncia Ejecutivo Estatal de Tlaxcala mayor impulso al premio
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El Premio Bellas Artes Juan Rulfo para Primera Novela 2011, otorgado a Maritza Macín Lara por su obra 1940. La falsa esposa, apuntala y va dibujando el escenario literario en los estados de Tlaxcala y Puebla, afirmó la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Teresa Vicencio Álvarez, al hacer entrega del galardón, así como de la mención honorífica a Lorel Hernández Manzano por su obra El rumor del Aliso.

 

En la ceremonia, Vicencio Álvarez dijo que la importancia de dicho premio radica en ser una confirmación de la vocación de los aproximadamente 250 participantes. “Es un estímulo para no abandonar el camino de la novela y, por otra parte, muestra el trabajo literario que se desarrolla desde otras entidades”, aseguró.

 

Cabe destacar que el premio se entrega desde 1980 con el propósito de promover el género narrativo entre escritores que no han publicado aún su primera novela.

 

La funcionaria federal destacó que la institución a su cargo continuará coordinada con los gobiernos de Tlaxcala y Puebla para seguir impulsando los programas Bellas Artes a todas partes, Lecturas en voz alta y Ensambles musicales, mismos que han tenido una gran aceptación no sólo en ambas entidades sino a nivel nacional.

 

Teresa Vicencio Álvarez estuvo acompañada por el gobernador de Tlaxcala, Mariano González Zarur, y por el director de Literatura del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Puebla, Jorge Abascal, en representación del maestro Saúl Juárez, secretario ejecutivo de dicho consejo.

 

Maritza Macín, ganadora del Premio Bellas Artes Juan Rulfo para Primera Novela 2011 por su obra 1940. La falsa esposa, atendió la convocatoria de Conaculta, el Instituto Nacional de Bellas Artes, el Instituto Tlaxcalteca de Cultura del Gobierno del Estado de Tlaxcala y la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Puebla.

 

En su momento, la galardonada destacó que “para escribir esta obra realicé un trabajo de investigación y escritura que me llevó seis años. Aunque se ha escrito mucho, incluso novelas sobre el asesinato de Trotsky, todos los textos ponen en segundo plano a las mujeres que también fueron protagonistas. Mi interés principal fue el de ponerlas en primera fila. Asimismo, en los documentos y en la narrativa sobre el tema se suelen hacer juicios tajantes sobre estas mujeres. Yo quise que ellas mismas expusieran sus motivos para actuar sin hacer ningún tipo de juicio”.

 

La escritora ganadora estudió en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García y actualmente cursa la licenciatura en Teología en la Comunidad Teológica de México. Ha laborado en organismos gubernamentales y ONG’s de defensa de los derechos humanos, atención a refugiados y migrantes.

 

Ha participado en talleres y cursos sobre derechos humanos, políticas migratorias, perspectiva de género, comunicación social y literatura, entre los que destaca el taller a distancia de relato corto Fuentetaja, con sede en Madrid, España.

 

El jurado, que en esta ocasión estuvo conformado por Ana García Bergua, Daniel Leyva y Orlando Ortiz, decidió premiar su obra por unanimidad en reconocimiento a su “rigor histórico y literario, así como a su madurez narrativa y estilística”.

 

Desde 1980 el premio ha revelado novelistas que con el tiempo han consolidado su trayectoria. Se cuentan entre ellos a Rafael Gaona, Severino Salazar, Víctor Luis González, Víctor Hugo Rascón Banda, Celso Santajuliana, Ignacio Padilla, Alejandra Bernal Rodríguez y Eduardo Parra, por sólo mencionar algunos.

 

La autora Maritza Macín comentó asimismo que su obra trata de una novela que relata la militancia comunista de tres mujeres de la primera mitad del siglo XX: Sylvia Ageloff (Nueva York), del partido trotskista de Estados Unidos; Natalia Sedova (Ucrania), revolucionaria y miembro del Partido Comunista de la Unión Soviética, y Caridad Mercader (Catalunya), miliciana comunista de la República Española. Las tres se encontraron en la Ciudad de México en 1940 cuando ocurrió el asesinato del líder bolchevique refugiado en México, León Trotsky.

 

Sylvia, Natalia y Caridad reflexionan, en la intimidad, sobre su vida y la emoción del amor y el erotismo; acerca del dolor de las rupturas y los engaños; sobre su preocupación por un mundo en guerra, y su militancia en la izquierda con la esperanza en una nueva sociedad. Los personajes llevan al lector por Moscú, Barcelona, París, Nueva York y evocan la Ciudad de México de la época posrevolucionaria.