• El escritor no es el jugador de ajedrez, lo que hace es humildemente describir el tablero donde él también es una ficha: Boullosa
  • En la sesión, la autora de Antes conversará con el escritor Alberto Ruy-Sánchez
  • Martes 31 de julio a las 19:00 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes

Dramaturga, narradora y poeta, Carmen Boullosa se ha consolidado con una voz original a través de libros como Antes, La salvaja y Hamartia (o Hacha). Como parte del cicloProtagonistas de la literatura mexicana, organizado por la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes, y acompañada por Alberto Ruy-Sánchez, la destacada escritora será reconocida el próximo martes 31 de julio a las 19:00 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

 

“Yo quise ser escritora desde los 16 años”, dijo Carmen Boullosa al recordar la convicción con la que de joven decidió llevar una vida ligada a las letras. Primero estudió durante un tiempo Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad Iberoamericana, y después se mudó a la misma carrera en la Universidad Nacional Autónoma de México por recomendación de su maestro Huberto Batis, quien fue el primero en publicarle algunos de sus poemas.

 

“No había lugar social para mí. Mis compañeras de primaria, secundaria y preparatoria se iban alineando, amparadas por un mundo familiar estable. Yo no tenía el soporte para pensar en tener una vida estable y mi temperamento se fue forjando para pensar: ¿cómo hacerme de una vida realmente inestable? Esa vida que requiere un novelista o un poeta, que es una inestabilidad muy básica, pero funcional, que requiere el soporte de la tradición literaria. Y para eso, ¿qué tenía yo qué hacer? Leer, y no en los márgenes del librero de mi papá, que leía lo que leía la gente común, sino leer lo que es la verdadera literatura”.

 

Y añadió: “La literatura no es solamente eso que está hasta arriba del caldero y burbujea en el último minuto —esas burbujitas que la mayor de las veces está llena solo de aire—, sino el caldo total”.

 

Después de escribir sus primeros poemas no estuvo totalmente convencida de ellos, hasta que creó La memoria vacía (1978). “Aquello se abrió en frente de mí, se desfondó, esos prejuicios y esas falsedades: lo que se toma como poesía, lo que uno cree que es lo poético, eso que flota en el aire.  Aquello se rompió y yo pude ver ese diálogo tremendo con la palabra, que es el diálogo con el silencio, y ahí supe que tenía un poema”.

 

Con El hilo olvida (1978) le pasó algo similar: “Ahí comprendí ese espacio de silencio que hay en la poesía y fue para mí un punto de quiebre”, recordó.

 

Hasta ahora, Carmen Boullosa ha escrito una vasta obra conformada por poemarios, obras de teatro, ensayos y novelas, haciendo de ella una de las escritoras mexicanas más versátiles de su generación. “Yo creo que sí existe mi generación, que vivimos en un México diferente al de ahora. Tuvimos la suerte de ser bañados por las generaciones anteriores que eran maravillosas. Me siento parte de ella y admiro a los autores con los que comencé a publicar, las novelistas también, muy diferentes y de mundos muy distintos. Soy una rara. Soy una especie de reclusa de mi generación”, comentó.

 

La historia se ha hecho parte de la literatura de Boullosa, con novelas como La otra mano de Lepanto (2005), El Velázquez de París (2007) y Texas (2013), entre otras. “Uno no persigue lo que va a escribir, uno escribe lo que lo persigue a uno: sus demonios. Los propios a veces son devorados por los colectivos”.

 

Y agregó: “Los temas persiguen al autor. Yo no caso temas, sino al revés, estos me llevan de uno al otro y van como en cadena. Tal vez las novelas me son más gratas, en el sentido de que me gusta mucho trabajar en algo que parezca cuerdo, que me dé una rutina, que me lleve de un día al otro.

 

“Siempre escribo la misma novela, solo busco diferente escenario. Siempre hablo de las mismas obsesiones. Si las supiera decir de una manera corta y rápida posiblemente me quedaría callada. Uno escribe con los otros, con lo que pasa, con lo que no se recuerda y pasó. El escritor no es el jugador de ajedrez, lo que hace es humildemente describir el tablero donde él también es una ficha. He dejado la pretensión de que yo trazo la línea de mi obra de aquí hasta que yo me muera. La que la traza en última instancia es la historia”, finalizó.