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El periodista, poeta y diplomático mexicano José Juan Tablada (José Juan de Aguilar Acuña Tablada y Osuna), orientador del rumbo de la poesía mexicana tras el modernismo, articulista de cine, artes plásticas, viajes y política, desde niño se vio impactado por las artes visuales y literarias de Japón, país que le atrajo e inspiró de distintas maneras, por lo que inició un nutrido y amplio diálogo entre el arte nipón y el mexicano.

La estructura que forma parte de escribir un haikú, el teatro Kabuki y las técnicas de artistas como Katsushika Hokusai, llenaron los sentidos del escritor fallecido en la Babilonia de Hierro, como llamó a Nueva York, el 2 de agosto de 1945.

“Con el murmullo de los rezos / quiero la voz de tu ternura, / y con el óleo de mis besos / ungir de diosa tu hermosura”. Los versos son del poeta Tablada, quien, acorde al investigador Héctor Valdés, el también periodista y diplomático, nacido en el centro del país en 1871, “miró siempre la vida como una continua sorpresa y se acercó a ella con sensualidad, desencanto, ironía y piedad”.

Estudió en un colegio militar, incursionó en el universo poético desde joven y tuvo oportunidad de viajar a Japón, gracias a la encomienda de enviar crónicas para la Revista Moderna como parte de la columna En el país del Sol.

En 1898 apareció su primer libro, Florilegio. Más tarde escribiría Al sol y bajo la Luna (1918), cuyo prólogo fue realizado por el argentino Leopoldo Lugones; Un día… Poemas sintéticos (1919), Li-Po y otros poemas (1920) y El jarro de flores (1922), posiblemente sus obras más importantes.
Junto a Ramón López Velarde, al autor de La carta se le conoce como el orientador del rumbo de la poesía mexicana posterior al modernismo. Se le ubicó como uno de los poetas más radicales y subversivos de este movimiento literario, quien además utilizó más de una docena de pseudónimos, entre ellos Girón de Pinabete, Alcornoque y Astrágalo.

La obra de José Juan Tablada es extensa, al grado que se ha dicho que escribió, a lo largo de medio siglo, alrededor de 10 mil artículos sobre cine, artes plásticas, política, viajes y otros temas semejantes. En muchos casos utilizó más de 12 seudónimos.

Introductor de las vanguardias europeas y del haikú japonés en México, Tablada, uno de los fundadores de la revista Moderna hace 121 años.  Llegó a escribir poemas ideográficos casi al mismo tiempo que Apollinaire. “Su poesía se mueve en la superficie, en lo que ve y lo que toca, y con una habilidad magistral hace de las cosas sencillas artificios sorprendentes”, comentó en alguna ocasión Héctor Valdés respecto a los caligramas de José Juan Tablada.

Un contemporáneo de Tablada y compañero de aventuras poéticas, Carlos Díaz Dufoo no dudó en afirmar: “Ha sido preciso someter al refinado autor del Ónix a un tratamiento médico, tonificar aquel espíritu, enamorado loco del ensueño, borrar como con una esponja los delirios de una fantasía inquieta, audaz, que huía febrilmente hacía las venenosas comarcas, donde góndolas negras, arrastrando lívidos cadáveres, se deslizan sobre ondas luminosas”.

De acuerdo con Octavio Paz, “el haikú de Tablada casi nunca es una imagen suelta desprendida de un poema más vasto: es una estrella inmóvil sólo en apariencia, pues gira siempre alrededor de sí misma. Apenas el haikú se convierte en lugar común, Tablada lo abandona e inicia sus poemas ideográficos. Sonriente y apresurado, en unos pocos años recorre muchas tierras poéticas”.

El autor de El laberinto de la soledad aseguró que “Su poesía se extendió en dos direcciones: en el espacio, hacia otros mundos y civilizaciones; y en el tiempo, hacia el futuro: la vanguardia”.

Afirmó Paz que la poesía de Tablada, quien comparte muchas semejanzas con el portugués Pessoa y el irlandés Yeats, “no ha envejecido. Cada poema encierra muchas riquezas, muchas alegrías, si el lector sabe mover el resorte oculto... Su poesía tiende a lo inminente”.