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Al grito de “¡Celebremos al maestro!” y “¡Viva León-Portilla!”, diversas instituciones de Cultura del país rindieron un emotivo homenaje al filósofo y escritor Miguel León-Portilla, quien se ha distinguido por dedicar su vida a desentrañar y traducir el pensamiento de las culturas indígenas mexicanas, por lo que, durante el concierto se leyeron algunas obras poéticas, en español y náhuatl, que el humanista rescató en su obra.

 La tarde de este lunes 8 de julio, la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes se vio concurrida por un numeroso público en la que se distinguían familias y jóvenes, pero también oficinistas que con portafolios y paraguas en mano aguardaron a que se abrieran las puertas del recinto del INBAL para compartir este concierto homenaje.

La Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por el maestro huésped Eduardo García Barrios, interpretó una serie de obras de compositores mexicanos que se refieren a la cultura indígena mexicana, a la música como símbolo del estado de Oaxaca y al considerado segundo himno nacional, como parte de un concierto interdisciplinario titulado La voz del tlamatini (que en náhuatl significa hombre sabio).

Las interpretaciones musicales fueron intercaladas con la lectura escenificada de una serie de textos históricos, como Visión de los vencidos, y poéticos, en náhuatl y español, de poetas como Nezahualcóyotl, Macuilxochitzin y Aquiauhtzin de Ayapanco, en la voz de los actores Jennifer Moreno y César René Pérez.

La primera interpretación literaria estuvo a cargo de Cruz Alejandra Lucas, quien, a través de un video que fue proyectado en la Sala Principal, leyó un poema en totonaco: “No sé cómo no morir, por eso no duermo a veces / Tallaré el tronco de los árboles para que al menos, cuando sientan dolor, recuerden florecer mi palabra…”, para enseguida escuchar el primer movimiento de la sinfonía La noche de los mayas de Silvestre Revueltas.

Las obras musicales estuvieron intercaladas con la lectura dramatizada de textos de León-Portilla, como los ocho presagios funestos, extraídos de Visión de los vencidos: “Diez años antes de la conquista se observó en el cielo una estrella que se movía, con espigas de fuego, como si goteara: Un cometa…”. A ello le siguieron la Sinfonía india de Carlos Chávez y Janitzio de Silvestre Revueltas, la cual entusiasmó al público.

Entre versos en náhuatl y español al centro del escenario, iluminados por una tenue luz roja, los actores Jennifer Moreno y César René Pérez, bajo la dirección escénica de Lydia Margules, con vestuario de Tolita Figueroa, estremecieron al público con los textos de León-Portilla:

Huel ce xihuitl in hualmoquetzaya (ipan matlactli omome calli in peuh). Auh in icuac necia tlacahuacaya, netenhuitecoya, neizahuiloya, tlatemmachoya (Según algunos, vióse un año entero, y según otros cuatro años arreo. Cuando aparecía de noche esta cometa todos los indios daban grandísimos alaridos y se espantaban, esperando que algún mal había de venir)”.

Pero el punto climático del homenaje al “hombre sabio” llegó con la interpretación del himno musical de los pueblos oaxaqueños, que comparte con orgullo el historiador y filósofo homenajeado: Dios nunca muere, de Macedonio Alcalá, que despertó diversas emociones entre los asistentes.

“Qué mejor que celebrar al maestro con obra llena de alegría”, dijo el director concertador Eduardo García Barrios, antes de iniciar la interpretación de la obra que muchos consideran como el segundo himno nacional mexicano: Huapango, de José Pablo Moncayo, pieza con la que cerró el Homenaje sinfónico La voz del tlamatini, dedicado al escritor Miguel León-Portilla.

Al concierto también asistieron la Secretaria de Cultura, Lic. Alejandra Frausto, y la Directora General del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), Dra. Lucina Jiménez, acompañadas por los coordinadores nacionales de Literatura, Leticia Luna; de Teatro, Marisa Giménez Cacho, y de Música y Ópera, José Julio Díaz Infante, responsables del montaje.