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El Palacio de Bellas Artes abrió nuevamente sus puertas al arte de la narración oral, y lo hace con un proyecto que, además de dar voz a personas de todo el mundo, tiene como objetivo recuperar la importancia de la palabra ante una sociedad fundamentalmente audiovisual.

 

En la Sala Manuel M. Ponce, este domingo 15 de julio al mediodía, inició la XXIX edición del Festival Internacional de Narración Oral Cuéntalee, organizado por el Foro Internacional de Narradores Orales (FINO), con apoyo de la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

Bajo el título Las voces de la oralidad y la literatura, profesionales de la narración oral procedentes de México, Argentina, Colombia, Cuba, España, Martinica-Francia, Panamá, Venezuela y Costa Rica tomaron parte en la primera sesión del festival, el cual se extenderá hasta el 22 de julio en 12 diferentes recintos de la Ciudad de México.

Previo a la sesión, ante la presencia de representantes de las instituciones coadyuvantes, entre ellas la agregada cultural de la Embajada de Panamá en México, Aura Marina de Gracia Rivera, el director del FINO, Armando Trejo Márquez, recordó que hace 29 años el Festival de la Ciudad de México pidió a Francisco Garzón Céspedes organizar un encuentro de narradores orales.

Explicó que Garzón Céspedes le pidió a él emprender dicho proyecto. “Aún no existía en México un movimiento de narradores orales como existe ahora, por lo que fue una tarea difícil, pero hacerlo fue grato porque era la oportunidad de que el arte de la palabra dicha volviera a estar en el espacio para todo el público, pero sobre todo dándole el rigor para convertirlo en hecho artístico propiamente, ya que antes se le identificaba solamente como divertimento y apto solo para niños”.

Por ello, destacó, para el FINO y el INBA, que nos ha acompañado en estas tres décadas de esfuerzo, se trata de valorar la fuerza y la importancia que tiene la palabra en una sociedad esencialmente audiovisual y de escritura, en la que los medios de comunicación, cierto, nos han hecho el mundo más sencillo y accesible, pero que debemos reconocer que no hay nada igual que pueda sustituir el poder que tiene la palabra de una persona frente a otra persona.

“Contar un cuento, decir una historia, recitar un poema o interpretar una canción siempre tendrá que ver con esta parte humana insustituible que es la expresión hablada, lo cual puede y debe hacerse con principios artísticos y rigurosos que le den a esta función, a esta forma renovada de dirigirnos a ustedes a través de la evocación del imaginario, carácter profesional y responsable”, explicó.

Armando Trejo Márquez resaltó el apoyo del INBA para el festival, además de establecer otros programas en recintos como la Galería José María Velasco y el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia.

En el primero, agregó, los talleres La razón de la memoria y El barrio toma la palabra, dirigidos a los habitantes de Tepito y el Centro Histórico y, recientemente, Voces transparentes, enfocado específicamente a la comunidad LGBTTTI, que ha sido muy exitoso “al devolverle la palabra a grupos vulnerables como este y a los habitantes del propio barrio bravo y alrededores”. En el segundo recinto, dijo, se ha participado con Temprano cuentan los abuelos, dirigido a adultos mayores.

Luego de ello, en la primera sesión del festival, artistas de diferentes partes del mundo compartieron con el público múltiples historias, tomando como punto de partida la tradición oral de cada cultura. Elizabeth Martínez, de México, fue la primera en tomar la palabra para contar la historia de Rufina, un cuento de Elena Poniatowska; le siguió Gerardo Méndez, de Colombia, con una historia de caballos… de madera.

Lucas Nápoles (Cuba), quien dedicó su participación a su tío Mantequilla Nápoles, contó la historia del compadre Gallo y su amor por una lechuza, mientras que Graciela Anzola, de Venezuela, elogió a México y su país. Participaron también Moisés Mendelewicz (Costa Rica) con una narración de una visita a la doctora “intensa”; Cristina Temprano, de España, hizo lo propio con La guerra de los cuerpos y ayudó en la traducción de la historia de Valer’ Egouy (Martinica-Francia).

Además, subieron al escenario Rubén Corbett, de Panamá; Marcela Sabio, de Argentina, y los narradores orales mexicanos María Campechano, Alan Arenas, Anabel Casillas, Emma Reyes y Pedro Flores.

"El festival se realiza para fomentar y acercar a las personas al gusto por la lectura y la literatura, que encuentren en este ejercicio una actividad y un trabajo de imaginación y de formación", dijo el director del FINO.

El XXIX Festival de Narración Oral Cuéntalee México 2018 continuará durante toda la siguiente semana en Palacio Nacional, Centro Comunitario San Lorenzo, Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, Museo Casa de Carranza, Capilla Alfonsina, Centro Cultural de España y Galería José María Velasco, con presentaciones y talleres. La sesión final será el 22 de julio a las 12:00 en este mismo recinto, la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.