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A través de la lectura de sus diarios se puede afirmar, sin equívoco, que Alfonso Reyes es el primer novelista de la Revolución mexicana y no Mariano Azuela, como nos han hecho creer, aseguró Sebastián Pineda Buitrago, durante la presentación de los dos primeros tomos de esos diarios en la Capilla Alfonsina (CA).

 

 

Acompañado del escritor Adolfo Castañón y de Javier Garciadiego, director de la CA, dijo que los diarios sirven para adentrarse en la personalidad de cualquiera, pero que en este caso se trata el de un gran intelectual mexicano del siglo XX.

 Entre otros aspectos, el ensayista colombiano destacó que la generación de Reyes tenía, además de la escritura, una gran formación plástica, lo que no sucedió en ningún otro país latinoamericano. Todo lo que escribió Alfonso Reyes se inscribe en la prosa poética, aseguró el especialista.

 Javier Garciadiego recordó que el fundador de El Colegio Nacional comenzó a escribir su diario en 1911. Lo hizo hasta su muerte, aunque con algunas lagunas. Lo escribió en 16 cuadernos que son conservados por la CA. Dijo que los primeros tomos de esos diarios fueron editados, en su momento, por José Luis Martínez.

 En su turno, Adolfo Castañón reconoció el valor literario de los diarios de Reyes. Muestran facetas desconocidas por muchos, como que le gustaba jugar golf, su entrañable amistad con Jorge Luis Borges y Pedro Henríquez Ureña y, sobre todo, porque nos enseña que Reyes sabía reír.

Mencionó una anécdota: La amistad entre Alfonso Reyes y Borges se consolidó cuando el regiomontano le contestó en inglés al argentino sobre su supuesta amistad con Manuel José Othón con unos versos de Robert Browning. Borges amaba a Browning y la amistad surgió instantáneamente.

 En esos diarios también aparecen, entre otros temas, las reacciones del ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1945 frente a las dos contiendas mundiales, el inicio de la Revolución mexicana, su viaje a París y la pérdida de su padre que lamentó durante toda su vida, Por sus páginas desfilan los nombres de diversos escritores que, al igual que Reyes, son fervientes devotos de la poesía. Sin ella, Reyes no sabría respirar, comentó Castañón.