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  • En la Sala Manuel M. Ponce del PBA se reunieron amigos para celebrar al escritor
  • Héctor Orestes Aguilar anunció la publicación de unaplaquette con textos del autor
  • Fue crítico radical del poder: Vázquez; Rastreos, su libro más personal: Espinasa

Las diversas facetas que desarrolló Tomás Segovia en su literatura fueron el punto central en el homenaje que el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) le rindió al autor, a dos meses de su fallecimiento, en la Sala ManuelM. Ponce del Palacio de Bellas Artes, el pasado fin de semana.

 

En el recinto, inusitadamente lleno por lectores, amigos y colegas, se celebró la vida y obra del autor de origen español. Al inicio, Héctor Orestes Aguilar anunció la publicación de una plaquette que recoge algunas colaboraciones (poesía, ensayo y cuento) que publicó el autor entre 1966 y 1967.

 

  • En la Sala Manuel M. Ponce del PBA se reunieron amigos para celebrar al escritor
  • Héctor Orestes Aguilar anunció la publicación de unaplaquette con textos del autor
  • Fue crítico radical del poder: Vázquez; Rastreos, su libro más personal: Espinasa

Las diversas facetas que desarrolló Tomás Segovia en su literatura fueron el punto central en el homenaje que el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) le rindió al autor, a dos meses de su fallecimiento, en la Sala ManuelM. Ponce del Palacio de Bellas Artes, el pasado fin de semana.

En el recinto, inusitadamente lleno por lectores, amigos y colegas, se celebró la vida y obra del autor de origen español. Al inicio, Héctor Orestes Aguilar anunció la publicación de una plaquette que recoge algunas colaboraciones (poesía, ensayo y cuento) que publicó el autor entre 1966 y 1967.

Eduardo Vázquez, acompañado por José de la Colina y Luis Fernando Lara, habló de Segovia y su relación con la resistencia social; sostuvo que, además de un poeta fundamental, fue “un traductor imprescindible, un ensayista lúcido y un crítico radical del poder”.

 

“Esta aportación suya a la vida intelectual mexicana, pero que puede ser leído desde otras latitudes geográficas, sufre lo que tanto indignaba al Octavio Paz de la posguerra: el ninguneo. Le disgustaba que se le convirtiera en un referente de temas canonizados por la cultura y no se le considerara en su condición de intelectual en activo, cuya crítica a la realidad fue una crítica original y enriquecedora”, dijo el periodista y promotor cultural Eduardo Vázquez

 

Agregó que Tomas Segovia perteneció a una generación intelectual que en su momento abrazó la bandera del siglo XX, la bandera de la revolución, incluso de la revolución socialista, y que más tarde renunció a ella y llegó ha convertirse en su enconado adversario.

 

El gran alegato de Segovia –aseveró— fue contra un discurso que, frente al gran fiasco que resultaron ser los regímenes políticos emanados de las revoluciones sociales, pasó de su crítica a la aceptación de la injusticia social en el mundo capitalista, no sólo como una fatalidad probablemente inevitable, sino como un sistema encomiable e incluso legítimo.

 

Su escritura es una reflexión íntima sobre lo que es valioso y lo que no lo es. Leer a Tomás Segovia es un acto de resistencia, uno de los más estimulantes actos de rebeldía que hoy puede hacer un lector y un ciudadano, consideró.

 

Por su parte José María Espinasa habló de la marginalidad de la obra de Segovia: Él pensaba al hablar y al escribir, pensaba escribiendo, y lo que sus textos comunica es algo marginal, pues no se pliegan nunca a los dictados del tiempo y la moda, sino que piensa al margen de esas imposiciones”, explicó el escritor.

 

Sostuvo que su último libro, Rastreos, “no es un libro póstumo, pero sí un testamento, o mejor dicho, una herencia. Frente a los libros de Segovia es un extraño cambio de tono; pasó de la transparencia a la desnudez. Decir que es su libro más personal es peligroso, pero --permítanme correr el riego--, es el más personal. Se trata de un escrito hecho en el linde donde espacio y tiempo se van a separar irremediablemente”.

 

Presente en el acto de homenaje, el poeta Marco Antonio Campos, quien dedicó su participación a examinar el título Migraciones, una antología reunida por José María Espinasa, calificó a ésta como una suerte de itinerario de autor que va desde el esplendor de la juventud hasta la vejez y, lo que el poeta mismo llama, su sobrevivencia.

 

En su momento, Rafael Segovia habló del cuaderno de notas de su padre publicado bajo el título El tiempo en los brazos, donde los textos nos resuelven la complejidad del personaje  y “llevan de forma directa al corazón de Tomás, a su centro telúrico”.

 

Este libro –recordó-- reproduce sin cortes ni enmiendas los cuadernos que acompañaban a Tomás en su labor cotidiana de escritura en los cafés, donde anotaba reflexiones, esbozos de poemas, inicios de ensayos, ideas, descripciones de su entorno; es la plancha donde se extienden los materiales de trabajo del artífice, la tela de donde cortar del sastre, la paleta del pintor.

 

Agregó: “Es un libro en movimiento, es como entrar en la cocina del escritor que conecta con todas las facetas de su obra, puesto que de una reflexión asentada aquí podría haber salido tanto un poema, como un ensayo, una conferencia o un libro entero. Es un espacio en donde el autor se revela en su empecinamiento por entender, por dar sentido, por encontrar la luz de las cosas”.

 

Finalmente, Ana Segovia, hija del poeta y crítico, coronó el homenaje con una lectura de poesía inédita reunida bajo el título Rastreos.