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• dolores castro pbaAutoridades culturales y comunidad literaria reconocen el legado de la ganadora del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2014

Con el título Dolores Castro, una vida de poesía y enseñanza se rindió homenaje póstumo a la maestra y humanista Dolores Castro Varela, en el que participaron las poetas Coral Bracho y Marianne Toussaint, la escritora y académica Gloria Vergara, Javier Peñalosa Castro -hijo de la escritora- y el poeta y guionista Javier Peñalosa M, el poeta David Huerta y la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, Lucina Jiménez.

La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes recordaron el legado cultural de la poeta, ensayista, novelista y docente mexicana.

En presencia de familiares, amigos y alumnos, así como de la directora general del Inbal, Lucina Jiménez, y de la subdirectora general de Bellas Artes, Laura Ramírez Rasgado -quien participó como moderadora en la ceremonia-; del director del Instituto Cultural de Aguascalientes, Carlos Reyes Sahagún, la ceremonia inició con una introducción a la vida y obra de Dolores Castro, quien falleció el pasado 30 de marzo.

Dolores Castro, una mujer enamorada de la vida

Me pongo de pie porque de pie quiero agradecer a Dolores Castro que nos una en la poesía, dijo la directora general del Inbal, Lucina Jiménez López, con lo cual el público asistente dedicó varios minutos a ovacionar a la poeta homenajeada.

Asimismo, agradeció a nombre de la Secretaría de Cultura y del Inbal la participación de quienes desde diferentes ámbitos de la literatura participaron en este reconocimiento y ofrecer una armonía de voces para rendir homenaje a una gran artista de la palabra, poeta, novelista, ensayista, maestra, crítica literaria y humanista: Dolores Castro. 

En la Sala Principal del máximo recinto cultural de México, la titular del Inbal dijo que se escuchó con emoción este tributo a una mujer capaz de convertir imágenes que se desprenden de otras imágenes, “hasta encontrar las palabras que expresan lo esencial de su sensibilidad profunda, su amor a la vida, a la justicia y al sentido de colectividad. Si hay una palabra con la que se recuerda a Lolita Castro es generosidad”.

En este sentido, refirió que de ella conservaremos el valor de sus propios recuerdos, sabiéndose única, diferente, capaz de seguir el torrente de la vida, hasta volar en libertad. 

En su intervención, consideró que en “Lolita seguiremos encontrando inspiración, la posibilidad de cerrar los ojos y percibir el vuelo de los pájaros. Recordaremos siempre su capacidad de crear belleza, donde otros ojos solo vieron destrucción”. 

Nos alientan, dijo, las añoranzas de ese patio con sus juegos, de donde emana el secreto interno de convertirse en alegría y convivencia. Nos alentará el deseo de encontrar en lo vivido esa llave que abre muy distintas puertas, no importa si te toca hacerlo, como decía ella, “a salto de mata”.

Enamorada de la lluvia, de los girasoles, de la hierba de anís, de los aromas del jazmín, del naranjo, del ocote, de la nostalgia de aquellos días, Dolores Castro seguirá siendo impulso para que la poesía nos ayude a comprender lo que le duele al aire; gracias a la maestra Dolores Castro por ser amorosa capaz de transfigurar la vida de mujer casada con siete hijos, en obra que desnuda la parte sensible de la vida misma, esa que se esconde detrás del alboroto, esa que es única e irrepetible en cada vida.

“Larga vida a la memoria de Dolores Castro, a Lolita, a su obra, a la que surja en las letras inspiradas en el precioso retoño de sus enseñanzas” y concluyó con el agradecimiento a su familia, a todas y todos por ser parte de este homenaje. 

Por su parte, el director del Instituto Cultural de Aguascalientes, Carlos Reyes Sahagún, externó que con profundo pesar que el par de ocasiones en que tuvo oportunidad de estar con la maestra Castro Varela no lo hizo por falta de interés, “sino por ese silencio que se instala en la boca cuando la admiración por alguien lo deja a uno sin palabras”.

Comentó que le tocó estar en este sentido homenaje, a una hija distinguida de Aguascalientes que ha honrado la vida “y nos ha honrado a nosotros con su pensar, su escribir, su actuar. Como pocas personas tienen el talante para hacerlo.

En su oportunidad, Javier Peñalosa Mendoza, recordó aspectos de la vida de Dolores Castro, aunque reconoció que no hablaría de la escritora, maestra y poeta porque le resulta difícil, sino de quien fuera su abuelita.

Al hacer alusión del poeta ruso Joseph Brodsky, citó que pensaba que si los humanos somos el animal que habla, entonces lo mejor de nuestras palabras y de nuestro lenguaje, es decir, la poesía, sería la medida precisa para juzgarnos.

En ese sentido, refirió que su abuelita coincidía con esta idea y “también creo que, en el caso de que esto fuera cierto y no tendría porqué no serlo, las puertas del cielo se abrieron para recibirla y también creo que esto hubiera sucedido, aunque ella no hubiera escrito nunca ni media palabra, porque para mi abuela, como podemos atestiguar los que hoy nos reunimos aquí, la poesía no se reducía a la escritura, sino que se expandía hacia esa otra forma de lenguaje, que es la existencia. 

“Nunca olvidaré y probablemente nunca me cansaré de repetir lo que alguna vez me dijo: ‘Javierito está la poesía que uno hace, la poesía que uno escribe y la poesía que uno es’, y esa es la más importante, y sí, para mí la suya era una poesía de ser, una poesía de la sencillez, le acomodaron nuestras palabras con el mundo desde un lugar amoroso. Una poesía que se acerca al lenguaje desde una conciencia asombrada e infinitamente agradecida con el milagro de existir, al menos a mi juicio, para mi abuelita, el habla, las palabras, el verbo era todavía una cosa sagrada, un espacio compartido con el alma de las cosas y de los seres, y esa poesía, que mi abuelita era, se manifestaba y se manifiesta todavía en todos los aspectos de su vida”.

En tanto, Javier Peñalosa Castro rememoró tanto la infancia de la poeta como la que vivió él y su familia; los paseos al mercado o cuando les compraban los zapatos. 

Consideró que las expectativas de la escritora no solo fueron tener un hijo, escribir un libro o plantar un árbol; tuvo siete hijos, escribió 14 obras y plantó 21 árboles y tuvo miles de alumnos.

Para la poeta Coral Bracho, Dolores Castro fue una maravillosa persona, extraordinaria poeta, narradora, ensayista, crítica literaria y maestra de numerosas generaciones, entre otras muchas y destacadas actividades culturales que desempeñó a lo largo de su vida en nuestro país.

Compartió el haber tenido la suerte de conocer y sentir la deslumbrante cercanía con Dolores Castro. Y al referirse a su obra, dijo que en sus poemas está ella de lleno, con todas sus cualidades, pero está también el proceso de su búsqueda vital y expresiva a lo largo de toda una vida y sus incesantes y sorpresivos hallazgos. 

“Leer su poesía nos adentra de una manera directa y profunda en ese proceso suyo de percibir desde los más delicados detalles, hasta su sentido más esencial, la riqueza de un diálogo íntimo que entabla con el mundo que la rodea y la integra: con la naturaleza, la tierra, el agua, el viento, los animales, las plantas, con su entorno social y político y consigo misma”, agregó la autora de El ser que va a morir y Ese espacio, ese jardín.

Por su parte la crítica literaria y académica Gloria Vergara profundizó en la destacada labor docente que Castro Varela realizó a lo largo de su trayectoria, como formadora de escritores y el impulso a manera de “reto amoroso”, como lo calificó, que dio a los demás para crear desde las letras, además de resaltar la calidad humana de la escritora. 

Marianne Toussaint, poeta que, al igual que Dolores Castro, ha coordinado diversos espacios para la formación de nuevos talentos literarios, señaló que la autora de El corazón transfigurado (1949) es un personaje que se convierte en referente, casi mítico.

“Estamos al final de una generación de mujeres y hombres también, pero en este caso hablaré de las mujeres, en donde fueron pioneras para tener un lugar, con una voz prudente y otras, pues más alzadas de tono, pero todas ellas nos abrieron las puertas, nos pusieron la silla y nos invitaron a sentarnos a las mujeres que queremos decir algo. Entonces, pues creo que tenemos Lolita para rato”.

Por último, comentó que tuvo la fortuna de conocer a Dolores Castro y aprender de ella y recibir su guía amorosa, tras estas palabras compartió dos textos pequeños de la autora de Cantares de vela (1960), ¿Qué es lo vivido? (1989), No es el amor el vuelo (1992), entre otras obras.

El escritor David Huerta, galardonado en 2015 con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Lingüística y Literatura, mismo que Dolores Castro recibiera un año antes, dijo ser uno de sus lectores, ya que la trató poco, y compartió una pequeña conversación que lo dejó marcado: “Lolita tuvo la gentileza de invitarme a que conversáramos en un salón de la Feria del Libro en Guadalajara -la FIL-; fue una reunión extraordinaria, no sé porque magia de la vida, Lolita y yo nos podíamos mirar a los ojos con mucha fluidez”, por lo que coincidió con la investigadora Gloria Vergara cuando le preguntaba “¿qué es lo que estás escribiendo?”

Señaló que la herencia cultural de Dolores Castro trasciende por la lucidez y el amor desinteresado que demostró en su quehacer a lo largo de su trayectoria; pues, citando una de las historias que registra el cronista de Las cruzadas Jean de Joinville, en la cual una mujer porta un braserillo para quemar el paraíso y un cuenco de agua para apagar el infierno, dijo: “yo veo con los ojos de la mente a Dolores Castro llevando esos objetos santos en las manos, para que surja resplandeciente en su poesía, el amor desinteresado, el amor puro”.

Promotora de la vocación literaria de varias generaciones

En este emotivo homenaje a Dolores Castro se dieron cita representantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), institución de la cual Dolores Castro formó parte como docente fundadora de la entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán (ENEP Acatlán); alumnos de la Escuela Carlos Septién García y del Cedart Diego Rivera y Frida Kahlo, así como miembros de la comunidad literaria. 

La escritora impulsó la vocación literaria de varias generaciones a través de los cursos que impartió en diversas instituciones, y en reconocimiento a su aportación a la literatura, dos premios de poesía llevan su nombre: Premio Estatal de Poesía Dolores Castro, el cual otorga el Instituto Tlaxcalteca de Cultura y el Premio Dolores Castro de Narrativa y Poesía Escrita por Mujeres, que entrega el ayuntamiento de Aguascalientes. En 2018, el Fondo de Cultura Económica inauguró una librería con su nombre en la ciudad de Aguascalientes.