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  • El director de la Biblioteca Nacional de Chile, Pedro Pablo Zegers Blachet, ofreció una clase magistral en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes

La actividad de la escritora Gabriela Mistral en el ámbito de la educación fue tema de la clase magistral que ofreció el director de la Biblioteca Nacional de Chile, Pedro Pablo Zegers Blachet, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, a casi 100 años de la llegada de la autora chilena a México, invitada por José Vasconcelos, para formar parte de las Misiones Culturales y llevar la educación a todos los sectores del país, particularmente a las comunidades rurales e indígenas.

 

La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), la Dirección de Asuntos Internacionales del INBAL y la Dirección General de Asuntos Internacionales, en colaboración con la Embajada de Chile en México y la Biblioteca Nacional de Chile, llevaron a cabo esta actividad que fue transmitida por redes sociales de las instituciones convocantes, en el marco de la estrategia “Contigo en la distancia”.

La clase magistral La enseñanza, una de las más altas poesías. Gabriela Mistral en México, impartida por Pedro Pablo Zegers formó parte de las actividades conmemorativas por el centenario de la Secretaría de Educación Pública.

Zegers Blachet, especialista en la vida y obra de la escritora, y exdirector del Museo Gabriela Mistral en Chile, recordó un texto biográfico de la poeta, en el cual da cuenta de los inicios de su carrera en el magisterio y sus experiencias en el ámbito de la educación: “Ahí es posible conocer, por la propia voz de Gabriela, sus primeros pasos en la pedagogía chilena y las razones que la obligan a incursionar en este oficio, que luego se convierte en la razón de su vida”.

Asimismo, dio a conocer que una de las personas que se cruzaron en el camino de Gabriela Mistral fue el gobernador de Coquimbo, un reconocido poeta que le mostró y ofreció una pequeña escuela atrás de las dunas. Posteriormente, emprendió un viaje a la capital para tratar de obtener un permiso especial que le permitiera ejercer el cargo de preceptora, pero no contaba con el título de normalista y su fallido intento de ingresar a la Escuela Normal de La Serena fue un episodio que la marcó por el resto de su vida.

En 1910, en Santiago de Chile, Mistral accedió a una pasantía en la Escuela Normal, donde obtuvo un título supletorio, tras la aprobación de un examen con notas sobresalientes. Inmediatamente fue nombrada para hacerse cargo de la escuela nocturna de hombres en el barrio Barranca de Santiago. Permaneció poco tiempo, ya que fue nombrada profesora en La Araucanía, ingresando así al mundo de la enseñanza e iniciar su recorrido por el país.

“En la ciudad de los Andes, donde permaneció un tiempo más prolongado, comienza a dar forma a los poemas que más tarde constituyen su primer poemario: Desolación (1922) y sus famosos Sonetos de la muerte, con los que concursó en los primeros Juegos Florales de Santiago en 1914, bajo el seudónimo de Gabriela Mistral. Se podría decir con toda certeza que es en este certamen donde Lucila Godoy se consagra definitivamente como Gabriel Mistral”, agregó. 

Recordó que a su llegada a México, en 1922, fue recibida por el poeta Jaime Torres Bodet y por la maestra Palma Guillén, a quien más tarde dedicaría su libro Tala (1938) como reconocimiento a la profunda amistad que surgió entre las dos. “La escritora recibe un cálido homenaje a su llegada en el puerto de Veracruz. Ella, que fue rechazada en más de una oportunidad en su propio país, era recibida con gran cariño”.

Compartió el gran impactó que le produjo a Gabriela Mistral aquel recibimiento, por lo que escribió después en una carta privada al crítico literario chileno Hernán Díaz Arrieta, Alone: “Todo esto con ser mucho, es menos para mí que una cualidad mexicana que me llena de complacencia; la sencillez absoluta, una sencillez afectuosa que es la virtud más rara de encontrar en mi raza chilena. ¡Me han ganado el corazón!”.

Para concluir, Pedro Pablo Zegers citó un escrito que la misma Gabriela Mistral preparó en el Buque Patria: "Gracias a México por el regalo que me hizo de su niñez blanca; gracias a las aldeas indias donde viví segura y contenta; gracias al hospedaje no mercenario, de las austeras casas coloniales donde fui recibida como hija; gracias a la luz de la meseta que me dio salud y dicha; a las huertas de Michoacán y de Oaxaca, por sus frutos cuya dulzura va todavía en mi garganta; gracias al paisaje línea por línea y al cielo que, como en un cuento oriental, pudiera llamarse, siete suavidades”. Y añade: “Nada de la patria me faltó, y si la patria fuese protección pudorosa, delicadísima, México fuera Patria mía también”.

La coordinadora nacional de Literatura, Leticia Luna Aguilar, dijo que Gabriela Mistral, cuyo nombre real fue Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga nació el 7 de abril de 1889 en Vicuña, Chile, y falleció el 10 de enero de 1957 en Nueva York. Su seudónimo lo usó por primera vez cuando publicó el poema Del pasado (1908), en el diario El Coquimbo, como homenaje a sus poetas preferidos, el italiano Gabriele D’Annunzio y el occitano Frédéric Mistral.

Se refirió también a la formación de Gabriela Mistral, notable poeta de la literatura chilena e hispanoamericana, a quien la Academia Sueca le concedió, en 1945, el Premio Nobel de Literatura.