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A 28 años de su partida, la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), recuerdan este 4 de septiembre al poeta, ensayista, narrador y diplomático guatemalteco Luis Cardoza y Aragón (1904-1992), cuya obra, de acuerdo con autores mexicanos, dignificó el papel de la crítica de arte como género literario, además de que su trabajo especializado en el análisis de las artes visuales adquirió presencia y personalidad propias.

Para el ensayista Marcos Daniel Aguilar, Luis Cardoza y Aragón, el poeta cúspide del surrealismo literario en Guatemala, definía su lírica como una expresión compuesta por dos fuerzas que chocan y a la vez se complementan. “Es una poética centrípeta en donde caben los elementos y metáforas más recurrente de la modernidad del siglo XX, como los avances técnicos y tecnológicos, así como los movimientos sociales y de reivindicación popular.

“Los cuales -añade- se fusionan con la tradición latinoamericana más profunda de las creencias y relatos orales, de los paisajes y la penetrante luz de la campiña natural americana. La poética de Cardoza es su propia biografía”, agrega el también docente en entrevista. 

Al evocar la obra de Cardoza y Aragón, Marcos Daniel, autor de La terquedad de la esperanza (2015), considera que una de las aportaciones más importantes del poeta guatemalteco fue dignificar el papel de la crítica de arte como género literario, aunque esta práctica se hacía en América Latina desde el siglo XIX.

"Es quizá con Cardoza que la crítica especializada en artes visuales adquiere una presencia y una personalidad propias que en el pasado se perdía entre las páginas de los diarios y revistas. Es por ello que de los libros más recordados de este poeta estén justamente los que dedica a los pintores de toda la región latinoamericana y su influencia e influjo con los artistas europeos, en especial los textos dedicados a los mexicanos que conoció, como Frida Kahlo y José Clemente Orozco, entre otros. Además de su estudio en torno a la poesía y el arte presentes en las piezas precolombinas, como la Coatlicue", apunta. 

Puentes comunicantes en poesía

Añade que "hay puentes comunicantes entre la poesía de Cardoza y algunos poetas y poemas de los integrantes del “grupo sin nombre” de Los Contemporáneos, tanto en el fondo reflexivo en torno a la belleza y la estética, como en la libertad de la forma. En este sentido, la pasión por la crítica y la plástica es un tema que va a compartir e incluso a dialogar con la crítica de arte que hace Carlos Pellicer u Octavio Paz”.

Comenta que en las artes visuales también hay una suerte de red entre la temática y la plasticidad del muralismo mexicano con la poesía de Cardoza. “El torrente sanguíneo que corre por las metáforas de don Luis es el mismo que transita por las máquinas de los obreros, los campesinos, las ciudades y los paisajes selváticos, los ríos y las montañas de los pintores mexicanos de la década de los veinte, treinta y cuarenta del siglo XX", puntualiza.

Crítica de arte impecable

En tanto, el poeta, ensayista y traductor Iván Cruz Osorio dijo en entrevista que “Luis Cardoza y Aragón fue uno de los primeros críticos del arte visual en México, y quien realiza una labor honesta de crítica y difusión del arte mexicano. No en un carácter de fanático sino en una franca labor de análisis de las corrientes europeas, que él conocía muy bien, y la labor que se llevaba a cabo en México”

“La crítica de arte de Cardoza y Aragón es impecable, respetada y leída incluso en nuestros días. En su obra poética es un innovador, trabaja de manera notable el poema en prosa, del cual se convierte en un referente inmediato. Libros como Maelstrom: Films telescopiados (1926), que se puede describir como un poema novelado, crea nuevos derroteros para vencer el resquemor de trabajar entre distintos géneros literarios. También es el caso de Pequeña sinfonía del nuevo mundo (1948) y Dibujos de ciego (1969)”, sostuvo Cruz Osorio. 

Su trayectoria

Luis Cardoza y Aragón nació en Antigua, Guatemala, el 21 de junio de 1904. Se estableció en México de 1932 a 1944. Regresó a su país donde dirigió la Revista de Guatemala. Fue ministro en Noruega, Suecia y la antigua Unión Soviética. Más tarde salió de su tierra natal por motivos políticos y se estableció en México nuevamente, donde vivió los periodos más largos de su vida.

Entre sus libros destacan Luna Park (1924), el ensayo Miguel Ángel Asturias, casi novela (1991) y Carlos Mérida (1999). Fue integrante del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Publicó numerosos ensayos sobre artes plásticas y semblanzas de pintores mexicanos y colaboró en publicaciones como Cuadernos AmericanosDiorama de la CulturaEl Gallo IlustradoEl NacionalExcélsior y La Cultura en México, entre otros.

Recibió la Orden del Águila Azteca en 1979; la Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío 1986, Nicaragua; el Premio Bellas Artes de Ensayo Literario José Revueltas 1987; Premio Pablo Neruda 1990, Premio Mazatlán de Literatura 1992, Premio Especial Testimonio Roque Dalton 1992, El Salvador, y el título doctor honoris causa 1992 por la Universidad de San Carlos de Guatemala. Falleció en la Ciudad de México el 4 de septiembre de 1992.